Ya con personería, Colombia Humana debe convertirse en partido

Por GERMÁN AYALA OSORIO

El reconocimiento de la personería jurídica que la Corte Constitucional acaba de hacer a la Colombia Humana (CH) constituye un triunfo de la democracia y un desafío para el líder natural de ese movimiento. Sobre los retos que le esperan versa esta columna.

Petro y sus más cercanos seguidores deben entender que están frente a la más grande oportunidad de transformar a Colombia. Para lograrlo deben trabajar en la consolidación de un partido con estatutos claros, con cuadros formados técnica y políticamente para operar el Estado, de acuerdo con lo que la carta política de 1991 establece en materia de derechos y libertades. Además deberá operar como un centro de pensamiento que genere opinión pública y que eduque a sus militantes y al resto de la sociedad, para el ejercicio de una ciudadanía capacitada para discutir asuntos públicos.  

El objetivo ulterior debe ser el de proscribir el clientelismo y el ethos mafioso que de un tiempo para acá guía la vida institucional de partidos como el Conservador y el Liberal, colectividades que operan exclusivamente como meros instrumentos para saciar apetitos burocráticos o intereses personales de sus presidentes o de las roscas políticas. Junto con las guerrillas y los paramilitares, esos partidos y las microempresas electorales Cambio Radical, Mira, el partido de la U y el Centro Democrático (CD), de tiempo atrás operan como enemigos de la sociedad y son responsables de haber consolidado una democracia meramente procedimental (electoral).

Gustavo Petro Urrego tiene la oportunidad de ser el presidente de Colombia en 2022, a juzgar por las encuestas que le otorgan una gran ventaja, y de liderar la transformación de la política, entregándoles a la ciudadanía y a la institucionalidad democrática un partido político que opere como mediador natural entre el Estado y los agentes de la sociedad civil que demandan soluciones a sus problemas y atención a sus demandas más sentidas.

Los amigos y colaboradores más cercanos a Petro tienen la obligación ética de hablarle al oído para aconsejarle que no caiga en el error de convertir a la Colombia Humana (CH) en una secta que funcione exclusivamente bajo sus dogmas y orientaciones. Tienen el espejo del Centro Democrático, colectividad que Uribe Vélez convirtió en una suerte de clan o camarilla, al servicio de sus más mezquinos e innobles intereses. La CH no puede convertirse en una comunidad de borregos y ciegos seguidores de un Mesías. Como tampoco pueden hacer parte de esa naciente colectividad, militantes que actúen más como “perros rabiosos” que intentan morder a quienes se atreven a criticar a su líder.  Seguir los pasos de Uribe y los del CD sería un error histórico imperdonable para quien está empeñado en transformar el país, más ahora que el objetivo es sacar al uribismo por la vía de las urnas, igual a como en Chile lograron por fin deshacerse del tirano Augusto Pinochet.

Desde ya deberían estar trabajando en la consolidación de un partido moderno. Si bien el escenario preelectoral y la cercanía de las elecciones de Congreso y presidencia están cerca, lo más recomendable es que Petro delegue en su equipo la responsabilidad de dar vida a una colectividad que opere con criterios democráticos y haga posible refundar la democracia. El problema más delicado reside en que el riesgo de que fracasen en esa tarea es latente, pues tienen en los insepultos partidos Conservador y Liberal, así como en el CD, los mejores ejemplos para naufragar en el intento.  

@germanayalaosor

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