Un “eje mediático del mal” opera en Colombia

Por GERMÁN AYALA OSORIO

La credibilidad e independencia de los medios de comunicación se pusieron a prueba en los ochos años de gobierno de Álvaro Uribe Vélez. El resultado no podía ser más catastrófico para la libertad de prensa: periodistas y medios en su mayoría se hincaron ante el poder intimidante de quien gobernó con mano de hierro entre 2002 y 2010. Por esa vía se impuso el unanimismo político e ideológico, que fue el correlato del pensamiento único o unidimensional del que habló Herbert Marcuse.

Una vez terminado ese aciago periodo presidencial, periodistas y medios respiraron un aire distinto con la llegada al poder de Juan Manuel Santos. Ahora bien, con el regreso de Uribe en la figura interpuesta de Iván Duque de nuevo se pretenden imponer el unanimismo, la censura y el apoyo mediático al régimen, pese a nefastos antecedentes como los 6.402 crímenes de Estado, la persecución contra la Corte Suprema de Justicia, la persecución a periodistas y críticos, así como la captura mafiosa de las instituciones y el dominio del poder ejecutivo sobre los otros dos poderes públicos. A pesar de esos tozudos hechos, muchos periodistas y medios han continuado su obsecuente trabajo de servir a los intereses del uribismo. Quizás el único medio masivo tradicional que tomó distancia del unanimismo y del pensamiento unidimensional derivado e impuesto por el hijo de Salgar y sus áulicos, fue El Espectador. De resto, medios de carácter nacional y regional continúan brindando su apoyo al “ideario” uribista.

Cecilia Orozco, columnista y directora de Noticias Uno, en su momento se atrevió a vaticinar que “…el eje mediático El Tiempo-Semana-RCN, en manos del uribismo, garantizaría el triunfo electoral de una ultraderecha más violenta y aniquiladora de la que hemos padecido hasta ahora”. Por ese camino regresó el unanimismo ideológico y político aupado desde la gran prensa, tan cercana al poder político y económico.

Pero hay que sumar otros medios y periodistas que tratan de cerrar las puertas a hechos noticiosos que impactan de manera negativa al gobierno de Duque. Por ejemplo, Caracol Noticias, medio que si bien hace denuncias sobre corrupción pública y privada, ha guardado cómplice silencio y evita el registro de hechos como las protestas de colombianos contra el gobierno de Iván Duque en el marco de la Feria del Libro de Madrid (España). Huelga recordar que la cancillería, con la anuencia y quizás por orden del presidente, censuró a escritores que critican al gobierno. Noticias Caracol dedicó sus emisiones durante varios días seguidos a tratar de mejorar la imagen de Duque, a partir de respuestas a preguntas de “ciudadanos del común”, aunque previamente seleccionadas, para no confrontar al jefe del Estado.

En esa misma línea está el periodista Néstor Morales, de Blu Radio, quien no solo es el cuñado de Iván Duque sino que funge como un defensor de oficio y acucioso gatekeeper, cumpliendo a cabalidad el oficio de filtrar los hechos noticiosos que convienen y los que no convienen. Lo mismo Luis Carlos Vélez, son dos periodistas radiales que actúan como estafetas del poder. El caso de Semana y la señora Vicky Dávila es la expresión de la consolidación de la maltrecha revista como un actor político, y la periodista como vocera oficial del régimen. En ese medio ya no se hace periodismo, se convirtió en una revista dedicada casi exclusivamente a defender y promover un aparato criminal de origen mafioso que se apoderó de la conducción del Estado.

Por ese camino, hoy en Colombia tenemos un grupo importante de periodistas que en lugar de ser los “perros guardianes de la democracia”, actúan como prestidigitadores que recurren al discurso periodístico para matizar, encubrir o dejar de cubrir cualquier hecho noticioso que pudiera acabar de ensuciar aún más la ya raída imagen de Uribe y de todos aquellos que lo rodean, admiran y actúan muy  cerca de sus intereses.

Sin duda alguna, estamos ante un “eje mediático del mal” que crea y recrea realidades con el objetivo de falsear los hechos. Sus periodistas viven en una realidad paralela, la misma que les permite creer que informan, cuando hacen lo contrario: desinforman.

@germanayalaosor

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