Por GERMÁN AYALA OSORIO
Las muy buenas actuaciones de las jugadoras de los seleccionados femeninos de fútbol han servido para dos cosas: la primera, para demostrar que hay un trabajo serio detrás y un enorme talento, pese a la falta de apoyo institucional; y la segunda, para desnudar el machismo estructural de los dirigentes del fútbol y, atado a este, el desinterés por fortalecer la liga femenina. ¿A qué obedece esto? Al miedo que sienten ante la posible pérdida del interés del público en la liga masculina y en la Selección de Mayores, la “joya” o los “niños mimados” de la Federación, a pesar de las pocas satisfacciones que le han entregado al país a lo largo de su historia.
Las más recientes declaraciones de Ramón Jesurún, presidente de la Federación de Fútbol de Colombia en las que negaba la entrega de premios a las jugadoras sub-17 por ser “amateur” y porque los reconocimientos económicos solo se entregan a las profesionales, confirmaron el desprecio que por las atletas siente este dirigente deportivo. Jesurún dejó ver su molestia ante la pregunta y mucho más cuando la respondió. Al parecer, clasificar por primera vez a cuartos de final en un Mundial Femenino Sub-17 no representa mayor mérito para el presidente de la Federación.
A pesar de las desafortunadas declaraciones del eterno dirigente, expone una discusión interesante entre ser profesional y amateur. Ambas categorías son problemáticas. Cuando se oye hablar de liga profesional o de jugadores profesionales se supone que quien cumple con esas condiciones, por edad o por competir en una liga que lleva ese nombre, actúa como tal: es decir, profesionalmente, lo que implica calidad, gran desempeño, responsabilidad, seriedad, actuaciones responsables y en virtud del apoyo recibido, la consecución de títulos.
Si aceptamos esos criterios, el fútbol femenino -incluidas a las jugadoras amateur de la Sub-17- viene demostrando que es más profesional que el masculino, incluida la irregular liga masculina de clubes. El problema no está en si son menores de edad o no, señor Jesurún, el asunto de fondo es que, si están dando excelentes resultados deportivos, los reconocimientos deben estar por encima de condicionamientos arbitrarios como los que dan vida para diferenciar a los profesionales del amateur. Huelga preguntar: ¿Qué ha ganado la Selección Colombia de Mayores (hombres)? En el concierto mundial, nada o muy poco. Un par de copas América (una, sin la presencia de Brasil) y clasificar varias veces a los Mundiales de la categoría. ¿Títulos? Y si miramos los resultados a nivel de clubes, ¿Cuántas Copas Libertadores? Muy pocas. Y no hablemos del bajo nivel deportivo del torneo, al que llaman Liga, mas para darse ánimo, que por el alto nivel deportivo.
Por supuesto que detrás de la actitud del sempiterno dirigente del fútbol colombiano está su desprecio hacia las muchachas, fruto del machismo en el que él y sus compañeros de la dirigencia están instalados. En el fondo, insisto, están asustados y puede ser entendible: temen que el fútbol femenino triunfe y que, por esa fuerza, a la Federación empiecen a llegar mujeres a dirigir y gerenciar el fútbol femenino.
Al evaluar el desempeño de Jesurún y de sus amigotes en la dirigencia del Fútbol “profesional” colombiano, encontramos que hay más de un amateur metido en las canchas y en la Federación. Están ahí solo porque son Machos, por nada más. Son Machistas Profesionales y eso, para ellos y para esta sociedad, son títulos inobjetables.
@germanayalaosor