Por GERMÁN AYALA OSORIO
Bastó con que Héctor Abad Faciolince hubiera dicho que “me preocupa la salud mental del presidente Petro” para que la derecha política comenzara a exigir que se le practique un examen que determine si efectivamente está loco, como lo insinuó con evidente ‘mala leche’ el reconocido escritor.
En la historia de la humanidad muchos ciudadanos disonantes para el sistema han sido perseguidos, encerrados o ‘cancelados’ para evitar que sus formas de control social sean cuestionadas por quienes no se sienten a gusto o plantean motivos de inconformidad con el estado de cosas imperante.
La invención de instituciones de control y exclusión como el hospital, un manicomio, la cárcel o el cuartel apuntan hacia la ‘limpieza’ de una sociedad que de manera natural ya viene enferma, pero que el sistema social, político y económico se encarga de legitimar cada cierto tiempo, para evitar que esos disonantes críticos y altaneros le ocasionen grietas al sinnúmero de narrativas sobre las cuales se soporta la vigencia de un sistema dominante -en ocasiones perverso- que ejerce control sobre su área de mandato legal o de autoritaria influencia.
En este contexto, si conectamos las ideas de Petro y su enconada lucha contra el régimen mafioso y criminal que opera en Colombia de tiempo atrás, podríamos decir que tiene algo de loco. Creer que es posible cambiar el mundo o mejorar el clima del planeta hablando en inocuos foros internacionales, quizás es cosa de orates. La lógica del capitalismo no se va a alterar porque un “loquito” ambientalista hable de la posibilidad de que la especie humana se extinga.
Lo curioso de todo es que quienes hoy dudan de la salud física o la capacidad de razonar de Petro, jamás se preguntaron por la salud mental de aquellos que exigían “litros de sangre” o que entregaron como “resultados operacionales” 6.402 jóvenes inocentes asesinados. Claro que no. Y mucho menos cuestionaron a los que, motosierra en mano, cubrieron de sangre y desdicha veredas y corregimientos con espantosas masacres. Tanto los operadores de la motosierra como sus financiadores no están locos, son criminales, pero ante todo defensores del sistema dominante. A gente como Héctor Abad le gusta ver en la Casa de Nariño a payasos, títeres y, sobre todo, a quienes hacen todo lo que esté a su alcance para que Colombia siga siendo un platanal, un matadero y el mejor ejemplo de un desarrollo insostenible, ambiental, ecológica y culturalmente.
De modo que, ante este escenario, cabe el interrogante: ¿Petro está loco… o más bien es que están locos por tumbarlo?
ADENDA: Las llegadas tardes del presidente a diferentes compromisos y sus ausencias temporales, requerirían de un mejor manejo por parte de la Oficina de Prensa de la Presidencia. Aquí hace falta un(a) portavoz o vocero(a) del gobierno, tanto para que frente a estas circunstancias dé las explicaciones del caso, como para que brinde tranquilidad institucional en momentos de crisis.
@germanayalaosor
* Imagen de portada, tomada de https://pacifista.tv/