No existe la tal crisis fiscal

Por DIEGO OTERO PRADA

Los ortodoxos viven obsesionados con el déficit fiscal.

Crisis fiscal, sostenibilidad fiscal y de la deuda pública, desequilibrio y desbalance fiscal, son frases que repiten a menudo los ortodoxos. Algo normal en ellos. Lo que sí sorprende es ver a políticos y economistas de las fuerzas progresistas entrando en el mismo lenguaje, todo por criticar al gobierno. Así, han caído en la trampa de los neoliberales.

No hay que perder tiempo, hay que actuar ya, y para esto hay que desechar todas esas falacias de los economistas ortodoxos.

Los que tenemos una posición heterodoxa, diferente a la ideología dominante (como los postkeynesianos, institucionales, marxistas y la nueva corriente de la Teoría Monetaria Moderna), no suscribimos esta obsesión por el déficit fiscal y por el endeudamiento público, que, según los ortodoxos, son malos.

En gobiernos con soberanía monetaria, que tienen moneda propia y poder de emitirla, como Estados Unidos con el dólar, Inglaterra con la libra, Japón con el yen, China con el renmibi, Rusia con el rublo y Colombia con el peso, no tienen restricciones de recursos para implementar una política de gasto que permita llegar al pleno empleo.

Colombia tiene una posición intermedia de soberanía monetaria con el peso, pero utiliza el dólar o el euro para endeudarse. Y ahí comienzan los problemas, porque se ve chantajeado por las calificadoras de riesgo, los bancos internacionales y las organizaciones como el Fondo Monetario Internacional-FMI y el Banco Mundial.

Un gobierno no es un hogar

Hay que hacer una distinción clara entre gobierno y hogar. Los hogares tienen un límite para endeudarse porque tienen que pagar sus deudas con sus ingresos, que son restringidos. Cuando los gastos son mayores que sus ingresos, los hogares se endeudan con tarjetas de crédito o con los bancos, pero esto tiene un límite, ya que no pueden endeudarse indefinidamente, porque llega un momento en que no tienen recursos para pagar sus deudas.

Para los gobiernos, la situación es diferente. Pero los ortodoxos tratan de igualar a los gobiernos con los hogares para limitarlos en una política de gastos. Los gobiernos tienen varias herramientas para gastar:

  • Imponer impuestos
  • Endeudarse con el sector privado nacional o internacional
  • Recibir préstamos del Banco Central
  • Emitir dinero

En un país con soberanía monetaria no hay ninguna restricción de recursos, la única es la inflación. Por tanto, nunca se debe hablar de crisis fiscal, de dificultades, de desequilibrios, de insostenibilidad. De esto hablan los ortodoxos, pero los que tenemos posiciones heterodoxas nunca hacemos referencias a estas palabras negativas.

En Colombia tenemos una moneda, el peso, con el cual gastamos, colocamos impuestos, nos podemos endeudar en pesos, recibir préstamos del Banco de la República y se podría hacer emisión de dinero.

El endeudamiento colombiano en dólares nos lleva al chantaje

Históricamente, los gobiernos colombianos se han endeudado en una proporción alta en moneda extranjera para, supuestamente, financiar el gasto público, lo que nos ha llevado a vemos sometidos al chantaje del sector financiero internacional mediante los condicionamientos del FMI y el Banco Mundial.

De ahí vienen  las imposiciones como privatizaciones, liberación de los flujos de capital, tratados de libre comercio, reformas laborales, sistema de pensiones privados, privatización de la educación y la salud, reducción del Estado, bajar el salario mínimo , disminuir la nómina pública, liberación de precios de los servicios públicos, en general, tener una economía de mercado libre sin ninguna restricción, porque dice el fundamentalismo ortodoxo, así se llegará a una sociedad igualitaria y de pleno empleo.

La historia ha mostrado que estas políticas que se impulsaron desde la década de los 80 han sido un fracaso, y que en lugar de bienestar social lo que se ha producido es máxima desigualdad de ingresos y de la riqueza, pobre desempeño económico, empoderamiento del sector financiero y de las multinacionales, una guerra de clases de arriba hacia abajo, un estado al servicio del capital,  debilitamiento de los sindicatos y las organizaciones sociales, pobreza y corrupción. Y un estado de tipo panóptico, en que predomina la vigilancia y control sobre todos los ciudadanos para que acepten a las buenas o las malas el predominio del neoliberalismo, que es una expresión ideológica del capitalismo financiero, la nueva fase del capitalismo mundial.

No se necesita una reforma tributaria para un plan de empleo

Contrario a lo que dicen los ortodoxos conservadores como Juan Camilo Restrepo, Mauricio Cárdenas y Juan Carlos Echeverry, entre otros, para implementar una política de empleo no se necesita una reforma tributaria.

El gobierno puede gastar para implementar un plan de empleo garantizado, ya sea endeudándose en pesos con el sector privado, que el Banco de la República le preste plata o que se haga una emisión monetaria. Asimismo, hacer una racionalización y reasignación de recursos del presupuesto nacional (disminuir el gasto militar, por ejemplo). Renegociación de la deuda interna que es principalmente con los fondos de pensiones. Utilizar parte de las reservas internacionales. Derogar la reforma tributaria del 2019.

Pero, la excusa de que hay que aprobar una reforma tributaria es colocarle restricciones al gobierno. No hay que perder tiempo, hay que actuar ya, y para esto hay que desechar todas esas falacias de los economistas ortodoxos.

En conclusión, abandonemos esos mitos del capitalismo financiero, no le tengamos miedo a gastar para lograr lo más importante para los ciudadanos, un empleo digno y bien pagado para resolver las necesidades básicas y tener una vida esplendorosa para que cada uno pueda liberarse de la necesidad y dar vía libre a sus más recónditos deseos de una vida plena.

@DiegoOteroP

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