¿Medios informativos o plataformas de propaganda?

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Como instrumento y expresión de poder, el periodismo y las empresas mediáticas suelen actuar en el ámbito de la política y de lo público, lo que los convierte en agentes políticos de indudable influencia. Entre las funciones del periodismo como oficio, y de los periodistas como operadores informativos, está la de servir como rueda de transmisión con miras a mantener la legitimidad del régimen para el cual se deben.

En virtud de la decisión adoptada por los magistrados de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia, de ordenar la detención domiciliaria de Álvaro Uribe Vélez, medios y periodistas en Colombia no solo están cumpliendo con el rol de agentes u actores políticos, sino que están yendo más allá: servir a los propósitos desinstitucionalizadores del expresidente Uribe, quien pretende deslegitimar a la Corte Suprema de Justicia, politizar su caso y victimizarse ante una opinión pública que a pesar de haber despertado del Embrujo Autoritario, aún hay sectores que no solo creen en la inocencia del exmandatario,  con fe de carbonero, sino que reciben acríticamente la información entregada por estafetas que dicen fungir como periodistas independientes. Por supuesto que hay otro sector de esa opinión pública que se mantiene fiel al Hijo de Salgar, porque saben que la “muerte política” de Uribe no solo los expone ante la mirada escrutadora de la Justicia, sino que pondría en riesgo sus proyectos económicos-políticos-electorales.

Los banqueros que están detrás de El Tiempo y Semana están ayudando a alterar la institucionalidad.

El Tiempo y la revista Semana son hoy, por cuenta del caso Uribe, las dos más grandes plataformas propagandísticas del país con las que el “uribismo” busca limpiar o lavar la imagen ya raída e impúdica del senador antioqueño. Para lograrlo, hay un selecto grupo de <<periodistas- estafetas>> dispuestos  a servir a los propósitos empresariales-informativos de los dos medios bogotanos y por esa vía, aportar sin miramientos ético-políticos al enfrentamiento entre el Ejecutivo y la Justicia.

Si bien el ejercicio del periodismo deviene protegido constitucionalmente, lo hecho por El Tiempo y Semana (entre otros medios) supone un abandono del oficio de informar,  para entrar a hacer parte del plan del gobierno de Duque de generar una crisis institucional que respalde el llamado y la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, para vengar la osadía de cinco magistrados que apegados al Derecho tomaron la decisión  -unánime- de poner a buen recaudo al hasta ayer intocable y temido político. El Tiempo y Semana convirtieron sus instalaciones y sus recursos en una plataforma político-electoral con miras a impedir el desmoronamiento del proyecto político que hay detrás de la figura de Uribe Vélez, en el que confluyen los intereses de la derecha y los agentes de la ultraderecha; además, los dos reconocidos medios son instrumentos propagandísticos con los que Uribe, con el concurso del “partido” de Gobierno y de Iván Duque, buscan sembrar un manto de duda sobre los magistrados y la Corte Suprema de Justicia.

Encuentro una tenue pero vital diferencia entre los periodistas  y medios  afectos al Régimen de poder y aquellos que a pesar de deberse a él, están dispuestos a confrontar sus estructuras y a sus principales agentes. Pero eso de dar un paso al frente para defender a un sector de ese Régimen con miras a extender en el tiempo el otrora unanimismo ideológico-informativo-político que se impuso en el país entre 2002 y 2010, constituye no solo un error periodístico, sino una irresponsabilidad política e histórica que, si bien no tendría consecuencias judiciales, si las tendría en materia del bien más preciado: credibilidad.  

Como sabemos, en Colombia no hay medios masivos de izquierda. Todos, de muchas maneras, respaldan al Régimen. Otra cosa es que editorial y periodísticamente tengan el valor de confrontar a ciertos poderosos, sin que ello implique pasar la línea delgada que los ponga del otro lado, para desde allí, buscar la caída del Establecimiento. Por supuesto que El Tiempo y Semana, al hincarse y alinearse con esa parte del Establecimiento que representa el “uribismo”, están jugando el peligroso rol de ampliar el ya de por sí dañino híper presidencialismo y servir a los mezquinos intereses de quienes dentro del propio Establecimiento vienen perdiendo terreno, en virtud del talante autocrático, autoritario, provocador, camorrero e incivilizado del senador Uribe Vélez.

Los banqueros que están detrás de El Tiempo y Semana están jugando con la institucionalidad y arrastrando a sus medios hacia estadios insospechados de una ya evidente pérdida de credibilidad y lecturabilidad. Mientras tanto, los periodistas que se están prestando al plan desinstitucionalizador del “uribismo” son conscientes de que están siendo instrumentalizados y disfrutan el poder contribuir a la causa uribista, porque asumieron el periodismo como un camino para alcanzar reconocimiento social, vencer  afugias económicas e incluso, en ejercicio de un claro arribismo, codearse con poderosos banqueros, expresidentes y miembros de la clase dirigente a la que admiran ciegamente, sin que les importe que muchos de ellos guían sus vidas, privadas y públicas, bajo un ya evidente ethos mafioso.

El caso de estos medios masivos debería de ser abordado y analizado en facultades y escuelas de periodismo, con miras a que los periodistas en formación desde ya sepan escoger si una vez egresados de esas escuelas, quieren convertirse en vulgares estafetas o confrontar con dignidad, sapiencia, altivez y gallardía a los aviesos agentes de poder que vienen aportando a la consolidación en Colombia de un Régimen mafioso y criminal. Ustedes escogen, muchachas y muchachos.

Sobre el autor o autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial