Colombia y Suecia, rajados por la pandemia

Por JORGE SENIOR

Miremos primero un referente mundial y luego el caso de Colombia.

La evaluación comparativa de las distintas estrategias para confrontar la pandemia es la mejor manera de aprender y mejorar en el manejo a escala social de este tipo de fenómeno, que bien podría volverse a presentar por rebrote o por nuevos agentes patógenos.

Pero esas comparaciones no se pueden hacer de manera burda, pues cada nación tiene características y situaciones distintas.  Sin embargo, Suecia y Noruega son dos estados muy parecidos que optaron por estrategias muy diferentes, casi que opuestas, por lo que resultan equivalentes a un experimento social. 

Estos países escandinavos no fueron tomados por sorpresa, como España e Italia, sino que tuvieron más tiempo de preparación. En situación de pandemia, un mes es mucho tiempo.  Tampoco son receptores turísticos como los dos países del mar Mediterráneo.  Suecia y Noruega están en la misma latitud, comparten clima y genética, sus sistemas de salud son equiparables, así como su ingreso per cápita. La cultura ciudadana es similar y la estructura familiar también (por ejemplo, una relativamente alta proporción de las viviendas tienen sólo una persona habitándola).  La estructura de la pirámide demográfica es igual, un factor clave para el caso de la Covid-19, pues afecta mucho más a los ancianos.  Países con mayor proporción de población en la tercera edad están en mayor riesgo, pero en este caso ambos comparten esa desventaja.  África, en cambio, a pesar de sus debilidades en cuanto a sistema de salud y condiciones de vida, ha tenido la ventaja de una población con mayor proporción de jóvenes. 

Suecia tiene 10,2 millones de habitantes frente a 5,4 millones de Noruega, es decir, una proporción aproximada de 2 a 1, que facilita la comparación.

Anders Tegnell, epidemiólogo líder de la estrategia sueca, reconoció su fracaso.

Pues bien, Suecia le apostó a una estrategia de no confinamiento, so pretexto de proteger la economía y la libertad ciudadana.  Una apuesta arriesgada por la inmunidad de rebaño.  Noruega, en cambio, se decidió por la estrategia recomendada por la OMS, tomando medidas tipo cuarentena, a sabiendas de que significaba un sacrificio económico a costa del ahorro nacional, pero salvaguardando la vida, en especial de los mayores de 60 años.

El resultado del “experimento” salta a la vista.  En Suecia, a fecha 13 de agosto, ha habido 84.294 casos confirmados y 5.783 muertes por Covid19.  Para la misma fecha, Noruega ha tenido 10.005 casos y apenas 261 muertes.  Es decir, que con el doble de población Suecia ha tenido 8 veces más contagios y 22 veces más muertos.  La tasa de letalidad, basada en los casos confirmados, es de 6,8% en Suecia y de sólo 2,6% en Noruega.  Y este mismo ejercicio se puede hacer con Finlandia o Dinamarca, cuyos desempeños han sido similares a Noruega.  Simplemente Suecia escogió la muerte de sus viejos, miles de ancianos: ¡un verdadero gerontocidio!

Queda claro, entonces, que la OMS tenía razón y que la supresión o la mitigación decidida constituyen la mejor estrategia para el desafío del coronavirus-2.  El propio Anders Tegnell, epidemiólogo sueco que ideó y fue líder de la estrategia de su país, reconoció el fracaso.

En el caso colombiano, bajo condiciones muy diferentes, pero con mayor tiempo de preparación, la cuarentena porosa, el nulo rastreo y el lento crecimiento del testeo, han significado un manejo deficiente de la pandemia, aunque no tan grave como el de Suecia.  En nuestro país los viejos lastres de pobreza y desigualdad, informalidad laboral y hacinamiento en viviendas, sumados a un pésimo sistema de salud altamente privatizado, hacían necesaria una estrategia que combinara una cuarentena intensiva con la salvaguarda socioeconómica de la renta básica, así fuese provisional.  De otra manera, al riesgo de gerontocidio se le agregaría el aporocidio o muerte de los más pobres.  Ni el gobierno ni el Congreso aprobaron la renta básica, los gobiernos locales fueron erráticos y el gobierno nacional ha sido mero show vespertino televisado a una rata de $40 millones por noche. 

El cierre de colegios y universidades y la cuarentena a medias (además de los protocolos sanitarios que la población ha ido asimilando a pesar de la nula inversión en cultura ciudadana) nos han salvado de la catástrofe.  Pero aún así las cifras son pésimas.  Ya llevamos 15 mil fallecidos -principalmente ancianos y pobres- y el pico aún no llega.  Mientras en Suecia, con economía abierta, se contagió el 0,83% de la población, en nuestro país, con parte de la economía cerrada, vamos por 0,94%.  Lo más grave es que Colombia ocupó el primer lugar mundial en número de muertos por Covid-19 por millón de habitantes por día en las siguientes fechas: julio 23, 25, 28 y 29.  También ocupó el primer lugar en ese mismo indicador pero por semana, en el período agosto 2 al 9.  Afortunadamente estos primeros lugares no se dieron en el nivel tan agudo como los primeros lugares de Italia y España en marzo, pero indican claramente que nuestro país tuvo un manejo inadecuado de la epidemia.  Y pensar que aún falta afrontar el oscuro panorama económico.

En resumen, como Suecia, Bolsonaro y Trump, Duque se rajó, pero nosotros sufrimos las consecuencias.  Por sanidad, todos debemos lavarnos las manos, menos el gobierno nacional,  que no puede eludir su responsabilidad en esta crisis.

@jsenior2020

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