Margarita Rosa y mi tibieza

Por JAIRO LEÓN CANO

Mucha pena me da con tantísimos amigos, pero recibo con optimismo la presentación en sociedad de la Coalición Centro Esperanza, producto del cónclave convocado por Juan Fernando Cristo. Deduzco por los resultados que Alejandro Gaviria confirma la distancia que ha tomado del director del Partido Liberal, colectividad que explotara en pedazos si no logra encontrar un sólido factor de cohesión: o dirección respetable… o candidato viable.

Ya están muchos de sus congresistas buscando cobijo en otras carpas, porque los egos atravesados del César del partido apagaron las luces que Alejandro ‘magno’ aportaba cuando, con acierto y buen criterio, anunciaba sus simpatías por la Coalición de la Esperanza.

Al César lo escuecen Sergio Fajardo y Cristo, como si de viejos amores frustrados se tratara y quisiera en actitud celotípica impedirles acercamientos. La ruptura se dio por lo sano y al parecer con estruendo: una abrupta colgada de teléfono y el futuro candidato quedó libre del lastre del expresidente Gaviria como tutor, una veleta impredecible capaz de poner hace cuatro años a su partido como vagón carbonero del tren del uribismo, en lugar de declararse en independencia u oposición al gobierno del pupilo de quien no hacía mucho había tratado de mentiroso, mentiroso, mentiroso locamente. Mejor futuro que pasado.

No estoy en edad para treparme a la montaña rusa de Gustavo Petro que a tantos ilusiona, un mesías nuevo a quien Luis Pérez coquetea. Menos a un pastor protestante homofóbico que aportará los votos de sus obedientes rebaños, con muchísimas ovejas.

Margarita Rosa le abre los ojos a Petro porque cómo así, por fortuna ojos tan hermosos. Sufro mareos, uso sombrero y no quisiera perderlo en alguna inesperada curva. Esos desvanecimientos de caída vertical hacen de pronto que se me descontrole el esfínter urinario o el otro y… ¡qué pena uno en esas, en medio de tanta gente! Cómo sale uno de esa, pues, muerto por un paro cardíaco o md, o cgd.

La Coalición Centro Esperanza viene bien a mis achaques, también a los de Colombia. Tiene gente respetable, todos con decoroso pasado y muchos con posibilidades de futuro, amigos y defensores del acuerdo de paz con las Farc y de la Constitución, capaces de lograr acuerdos y de exigir su cumplimiento, rendición de cuentas necesaria.

Gustavo Petro, ¿a quién rendiría cuentas? ¿O es como en el combo de Uribe Vélez, quien tampoco le rinde cuentas a nadie? Doy por sentado que Uribe  ya no va más, que sus cuentas pendientes con la justicia lo acabarán de enredar, que por fin su farsa y su comparsa estarán vencidas.

Toca ahora reformar la casa, no demolerla. El desespero nos aniquilaría y creo necesario tomar las riendas de este tren serenamente, que de pronto por hacer fiestas resultemos incendiándolo.

Estoy subido -críticamente- en el tren de la Coalición Centro Esperanza, aunque pensando con profunda nostalgia en el Pacto Histórico, por cuenta de Margarita Rosa.

@JairoLenCanogo1

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