Luis Carlos Sarmiento, el mecenas de sus sirvientes

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Detrás de la narrativa que señala que Colombia es la democracia más antigua de América Latina se esconden realidades que ponen en crisis lo positivo de tan “inofensivo” relato:

1. Somos una plutocracia, entendida como “el poder en manos de los más ricos”.

2.  Dos o tres plutócratas mueven el aparato estatal a su antojo y manipulan las instituciones democráticas hasta dejar sin sentido aquello de la democracia representativa.

3. En términos prácticos hemos consolidado una democracia formal, pero solo en lo electoral.

4. Las garantías constitucionales prescritas en la carta de 1991 están pensadas para garantizar los derechos de los individuos, al tiempo que se reconocen los derechos colectivos de comunidades históricamente discriminadas y perseguidas directa o indirectamente por un puñado de plutócratas. Hay sin embargo una situación esquizoide, pues anhelamos vivir en paz y armonía al tiempo que odiamos la diversidad étnica, cultural y de género.

A partir del punto 2 reflexiono en torno a un hecho del que poco o nada se habla en la gran prensa, porque muchos medios y periodistas trabajan para mezquinos magnates como Luis Carlos Sarmiento Angulo. Resulta que este ciudadano en 2022 duplicó sus aportes a los partidos políticos. A esas estructuras de poder les entregó 11 mil millones de pesos. El portal La Silla Vacía señala que el Partido Liberal recibió 4.100 millones; el Centro Democrático 3.000; el partido de la U 2.800; Cambio Radical 1.072 y el Nuevo Liberalismo 150 millones. (Ver informe).

En términos políticos y jurídicos esto se conoce como “donación”, pero en la práctica política constituye la compra o cooptación de esas colectividades, cuyas bancadas quedan obligadas a trabajar en pro de los intereses de Sarmiento Angulo. Esto lleva implícito que deben legislar a su favor o por lo menos, que impidan que se aprueben normas que puedan afectar sus negocios.

Dirán que esa práctica de “donar” a los partidos políticos es normal y que sucede hasta en Estados Unidos, país cuya democracia se presenta como ejemplo a seguir. No hay forma de comparar los dos regímenes democráticos. Lo cierto es que esa práctica en Colombia sirve para que este plutócrata asuma a los congresistas y a los presidentes de los partidos políticos como sus subalternos o empleados. Es más, esa relación político-laboral se viene extendiendo a los presidentes de la República, patrocinados para que trabajen en función de extender en el tiempo sus negocios, esto es, la operación de un Estado que se rinde a sus pies. Por ejemplo, el 67 por ciento de los recursos que recibió la campaña presidencial del mendaz, fatuo e infantil Iván Duque salieron de las arcas de este mecenas.

Lo más llamativo de dicha práctica empresarial es que no está fundada en criterios éticos que sirvan, por ejemplo, para evitar la entrega de millonarios recursos a partidos políticos que la opinión pública asocia con la corrupción, porque varios de sus congresistas y miembros han sido procesados y condenados por la justicia. Por ejemplo, el partido Cambio Radical, al que Sarmiento Angulo le “regaló” 1.072 millones de pesos. Según Javier Duque, en Razón Pública (2017), “9 exgobernadores (5 de ellos condenados por delitos derivados de sus vínculos con organizaciones criminales, y otros más por corrupción, fraude electoral y constreñimiento al elector); 5 alcaldes destituidos y/o procesados por corrupción y uno más por falsedad ideológica en documento público y prevaricato por acción, y 1 candidato al Concejo involucrado en fraude electoral”.

Para el caso del Centro Democrático, al magnate poco o nada le importó las cerca de 295 investigaciones penales que cursan en la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía contra Álvaro Uribe, propietario de esa microempresa electoral. Y mucho menos le importó al señalado mecenas, la condición súb judice que ostenta Uribe por el proceso vigente que se le sigue en su contra por manipulación de testigos y fraude procesal.

Así las cosas, cuando escuche decir que Colombia es la democracia más antigua de América Latina, tenga en cuenta los datos aquí entregados y piense en que lo que hace Sarmiento Angulo cada cuatro años con sus “donaciones” es ponerlos a trabajar para que lo hagan cada vez más rico. Más claro no canta un gallo: Sarmiento Angulo y los otros plutócratas colombianos se dedican a patrocinar a sus futuros sirvientes, peones o mandaderos.

@germanayalaosor

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