Las noticias científicas del año

Por JORGE SENIOR

Estimado lector: te invito a merodear por las hazañas científicas y tecnológicas que fueron noticia en este año que agoniza, desde los confines del universo observable hasta el fantástico micromundo cuántico.

A pesar de la emergencia sanitaria que acosa a la congestionada vida de los urbanistas de todo el mundo, la tecnociencia no se detuvo y continuó irradiando estallidos de asombro en este peculiar año sin abrazos.  Dejemos aparte lo obvio, como es el desarrollo en tiempo récord de múltiples vacunas para enfrentar la pandemia y más de 400.000 artículos referentes a los aspectos biomoleculares, celulares, clínicos y epidemiológicos de esta contagiosa enfermedad viral.  Expresemos, eso sí, nuestro inmenso agradecimiento a los científicos y a los profesionales de la salud que han estado en primera línea en esta batalla, pero de eso hemos escrito bastante durante largos meses y bien vale la pena que dediquemos la última columna del año, la número 34, a resaltar otros avances.  Quizás algunos de ellos terminen impactando más nuestras vidas que la domesticación del SARS-Cov-2.

Desde el punto de vista humano, quizás la mejor noticia fue la declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en agosto, referente a la erradicación de la poliomielitis en África. También en África, pero con un triste saldo negativo, se dio a conocer la epidemia de lepra que diezmó a una tribu de chimpancés y la muerte de 300 elefantes en Botsuana, intoxicados por cianobacterias presentes en el agua que bebieron.  Mientras tanto los incendios descontrolados arrasaban el humedal de Pantanal en Brasil y en China se extinguía el pez espada del río Yangtsé.  La sexta extinción masiva parece seguir su curso, a pesar de que el freno a la actividad económica en este año ha menguado un tanto la presión sobre los ecosistemas. 

La biodiversidad, que no sabemos apreciar y de la cual dependemos en últimas, nos hizo varias demostraciones maravillosas en 2020.  En el zoo de Chatanooga una dragona de Komodo tuvo crías sin necesidad de macho, un extraordinario caso de reproducción asexual en esta especie que a veces nos parece sacada de una película de terror.  Pero aún más extraordinario fue el hallazgo por parte de investigadores de la universidad de Tel Aviv de un animal que no respira oxígeno.  Se trata del parásito Henneguya Salminicola que habita en el salmón y que tal vez cualquiera de nosotros haya devorado al ingerir este delicioso pescado.

De las profundidades del pasado la paleontología nos trajo un par de hallazgos.  El primero fue un análisis de un fósil encontrado hace 20 años por un aficionado en Bélgica y que resultó ser el ave moderna más antigua encontrada hasta ahora, un animal que vivió justo antes de la caída del meteorito hace poco más de 66 millones de años. Apodado “wonderchicken”, el fósil pertenece a la especie Asteriornis Maastrichtensis.  El segundo fue el descubrimiento de los restos fósiles de Homo Sapiens más antiguos encontrados en Europa, en la cueva Bacho Kiro, en Bulgaria.  Datan de hace 46.000 años cuando nuestros antepasados africanos invadieron Europa donde compitieron con los Neanderthales hasta llevarlos a la extinción.

Un experimento digno del Planeta de los Simios también nos reveló pistas del origen humano.  Científicos alemanes y japoneses publicaron en Science que insertaron el gen humano ARHGAP11B en el cerebro de monos Títí en estado fetal y estos desarrollaron, en sus cerebros, neocortex más grandes y con más pliegues.  Este gen surgió hace unos 5 millones de años cuando nuestra rama hominina ya se había separado de la rama que conduce a los chimpancés modernos y se cree que fue clave en el incremento de capacidades cognitivas de los Australopithecus y luego del género Homo.

Este año hubo varias marcas.  En el meteorito Munchison que cayó en Australia en 1969 se encontraron granos minerales presolares, esto es, anteriores a la formación de nuestro sistema solar.  Datado en 7 mil millones de años, se trata del material sólido más antiguo hallado en la Tierra y de él se ha inferido que la tasa de formación de estrellas no ha sido constante en la Vía Láctea y que hubo una época que fue una especie de baby boom de estrellas.

La astronomía, como siempre nos regala otros récords.  Por ejemplo, el agujero negro estelar más grande y la supernova más brillante registrada.  En un artículo firmado por 1200 autores (¡eso parece otro récord!) en la Physical Review del 2 de septiembre, una colaboración de los dos grandes detectores de ondas gravitacionales, LIGO y Virgo, informó que a 17 mil millones de años luz (recuérdese que el universo observable tiene 93 mil millones de años luz de diámetro) dos agujeros negros de 85 y 66 masas solares respectivamente, chocaron y se fusionaron en una orgía energética que arrojó como resultado un nuevo agujero negro de 142 masas solares, el más grande conocido entre los formados a partir de estrellas colapsadas. Pero 85 + 66 = 151. ¿Qué pasó con las otras 9 masas solares? Bueno, pues esas son las que se transformaron en energía en forma de ondas gravitacionales (ondulaciones del espacio-tiempo) para ser finalmente detectadas por los terrícolas el 21 de mayo de 2019.  No tan distante, apenas a 3800 millones de años luz, estalló la supernova SN2016aps visible en el hemisferio sur, con una luminosidad medio billón de veces superior al Sol, es decir, más brillante que toda nuestra galaxia.  Sigue siendo un misterio que tipo de proceso energético puede explicar semejante explosión tan potente, pero no faltan las hipótesis.

Antes de dejar las dimensiones astronómicas mencionemos el estudio alemán sobre la estrella S2 que gira alrededor del superagujero negro Sagitario A que está en el centro de la Vía láctea y que tiene 4 millones de masas solares.  La órbita de esta estrella, monitoreada durante 30 años, muestra una precesión relativista tal y como lo predice la teoría de Einstein.  Así que desde aquí les digo a los fans de la gravedad cuántica: “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.

Del macromundo pasemos al micromundo que es tan determinante en nuestras vidas.  El 30 de junio el LHCb europeo anunció la detección del tetraquark, integrado por dos quarks y dos antiquarks del tipo “encanto” (nosotros y toda la materia ordinaria estamos hechos de quarks “arriba” y “abajo” que en tripletas forman los protones y neutrones). El hecho experimental es consistente con las predicciones del modelo estándar. Todo bien.

Pero es la tecnología la que nos impacta más directamente. En especial la informática que es la locomotora de la tercera revolución industrial en pleno curso acelerado.  En Australia, una alianza de varias universidades batió récord de velocidad en internet con 44,2 Terabytes por segundo, equivalente a descargar mil películas de alta definición en un segundo con un solo chip.  Esto se hizo en prueba de campo, no en laboratorio, utilizando un novedoso dispositivo óptico llamado micropeine.

El premio mayor de las noticias tecnocientíficas del año se lo disputan, como era de esperarse, la computación cuántica y la inteligencia artificial.  Hace un año Google proclamó haber logrado la supremacía cuántica, que es una manera de llamar a la ventaja de la computación cuántica sobre la tradicional, usando un sistema basado en superconductores.  Pero ahora, la nueva potencia científica y económica del mundo, China, proclamó unos logros increíbles con el computador cuántico fotónico Jiuzhang, capaz de calcular en una fracción de segundo lo que un ordenador normal demoraría un millón de años.  Esto se hizo enfocado en una tarea específica de muestreo de bosones.  De este tema estaremos pendientes en 2021, al igual que del logro de Deepmindcon su sistema de inteligencia artificial AlphaFold, quienes proclaman haber logrado un alto porcentaje de éxito en la predicción de las estructuras 3D de las proteínas.  Se trata, nada menos que de la aplicación de la inteligencia artificial al descubrimiento científico, reemplazando con ventaja a los investigadores humanos (al menos en parte).  Y más importante aún, esto se aplica a un tema de biología sintética, la estructura proteínica, con tremendo impacto en medicina. Seguiremos informando desde El Unicornio.  Feliz 2021 sin Trump.

@jsenior2020

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