El testamento de misiá Vicky

Por PUNO ARDILA

—Es que yo escribo muy rápido —me respondió un estudiante cuando lo reconvine por su sarta de errores. Así que le expliqué que si su texto tiene problemas de digitación no quiere decir que escriba rápido, sino que escribe mal.

—Es como el gato, cuando se pasea sobre el teclado —le repliqué—; le apuesto a que él escribe más rápido que usted. No se trata de digitar teclas como si se tratara de una metralleta, sino saber que lo que se está escribiendo queda en forma correcta.

En su mensaje pareciera que da gracias al cielo porque se murió Hoyos, y que él estuviera involucrado con secuestros. Foto de portada, Pulzo.com

La conversación se dio precisamente algunos días antes de referirnos a la alta importancia de los signos de puntuación, especialmente de la coma, y les traje a colación el famoso “Testamento de don Facundo”, cuyos beneficiarios dependen de la forma como se manejen los signos de puntuación.

El testamento, de acuerdo con la historia, fue escrito por un tal Facundo, y entregado después de su muerte a sus supuestos beneficiarios. Pero el testamentario no supo cómo resolver el problema, puesto que el texto no tenía signos de puntuación:

«Dejo mis bienes a mi sobrino no a mi suegra tampoco jamás se pagará la cuenta del sastre nunca de ningún modo para los mendigos todo lo dicho es mi deseo yo Facundo Fonseca».

Se formó una pelea entre los beneficiarios, y cada uno se llevó copia del texto, para estudiarlo de la mejor manera posible, y buscar una solución al enigma.

Así que el sobrino lo puntuó de esta forma: «Dejo mis bienes a mi sobrino, no a mi suegra, tampoco –jamás– se pagará la cuenta del sastre; nunca –de ningún modo– para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo: Yo, Facundo Fonseca».

La suegra, a su vez, puntuó así: «Dejo mis bienes: a mi sobrino, no; a mi suegra; tampoco –jamás– se pagará la cuenta del sastre; nunca –de ningún modo– para los mendigos.

Todo lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo Fonseca».

El sastre, por su parte, insistió en que era así: «Dejo mis bienes: a mi sobrino, no; a mi suegra, tampoco –jamás–. Se pagará la cuenta del sastre. Nunca –de ningún modo– para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo Fonseca».

Y los mendigos, que no eran menos avispados, puntuaron así: «Dejo mis bienes: a mi sobrino, no; a mi suegra, tampoco; jamás se pagará la cuenta del sastre –nunca, de ningún modo–. Para los mendigos, todo. Lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo Fonseca».

En la medida en que se manejen adecuadamente los signos de puntuación y la estructura de los textos, puede llegar incluso a prescindirse de aquellos, como en textos literarios de, por ejemplo, Gabriel García Márquez y José Saramago. Y para ilustrar lo dicho, uno de mis adelantados estudiantes nos aportó dos textos de Adrián Dozetas:

“No sé adónde ir”

Ella lloró en la cola del supermercado
me dijo
es que no sé adónde ir
en la ciudad extraño a los grillos
en el campo a los bares.

“Me compraría un clon para ir a tu cumpleaños”

Pierdo horas ensayando disculpas
por no haber asistido a eventos sociales
disculpas que escribo y a veces no envío
podría compilar un libro
lo titularía perdón por mi ser”.

Pero, al tiempo, este mismo estudiante nos soltó este caso, del reciente 23 de febrero, a las 4:05 p. m., en que la señora Vicky Dávila escribió un pequeño texto, digno también de armarle todo un cuento y ponerlo de ejemplo en clases de gramática, como la historia de don Facundo. Misiá Vicky abre con alabanzas por la muerte de un colega, y suelta afirmaciones enredadas, con las que pareciera que lo acusa de secuestrador; sin comas vocativas ni separativas, y con un revuelto desagradable entre tercera y segunda personas; entre tuteo y ustedeo.

El texto, de acuerdo con la imagen que nos facilitó el estudiante, y cuya autenticidad él mismo verificó, dice: «Bendito sea Dios, falleció Herbyn Hoyos. Gracias por toda tu lucha Herbyn por los secuestrados. El señor te acoja. Abrazos a su familia».

Una corrección sencilla le hubiera ayudado a, cuando menos, hablar en una sola persona, y no en tres, y dejar claro el mensaje; algo así como: «…Gracias por toda su lucha por los secuestrados. El señor lo acoja. Abrazos a su familia». Pero cabe perfectamente —porque quizá no se tenga precisión sobre las ideas de la señora Dávila— que alguien entienda que el mensaje da gracias al cielo porque se haya muerto Hoyos, y que él estuviera involucrado con los secuestros.

Quién sabe cuál sería el propósito verdadero de misiá Vicky, así que le daremos el beneficio de la duda. «Es que escribe muy rápido», dirá alguno de sus compañeros prosélitos. «Es que escribe muy mal», diría yo, y eso no es presentable en una supuesta periodista, que además es la cabeza suprema de un medio de comunicación nacional, en declive, sí, pero que todavía publica textos. Hay que releer antes de publicar.

Teguméntum mensæ. Un saludo muy afectuoso para los chimeros, que celebraron el aniversario de su municipio el 16 de febrero pasado, y se preparan para la celebración del próximo año, cuando Chima llega a tres honrosos siglos. Sería muy grato poder acompañarlos.

@PunoArdila

(Ampliado de Vanguardia)

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