El color y la templanza en las mujeres imperfectas

Por OLGA GAYÓN/Luxemburgo

Esta mujer monumental me la encontré en el jardín de entrada del museo de La Ville Vaubon en Luxemburgo. Es una escultura de la artista francoestadounidense Niki de Saint-Phalle (1930-2002). La elaboró en 1992 y fue adquirida en 1996, cuando la ciudad fue declarada capital de la cultura europea.

La grande temperance hace parte de la numerosa obra de la artista plástica que, tras una prometedora carrera como modelo que la llevó a ser portada de revistas como Life o Vogue, abandonó su vida de glamour para estudiar por su cuenta la historia del arte e irse formando como pintora y escultora.  A sus 25 años conoció el Parc Güell de Gaudí, en Barcelona. Quedó tan impresionada con esa obra, en la que se fusionan el genio humano y el paisaje natural, que fue cuando tomó la firme decisión de dedicarse de lleno a la plástica.

Años después, tras leer El segundo sexo de Simone de Beauvoir, encontró que su vida como artista no tendría sentido si desde ese momento no se dedicaba a potenciar la figura de la mujer en la sociedad de la segunda mitad del siglo XX.  Desde entonces, todas sus energías se enfocaron en exaltar la grandeza de la mujer. Fue así como le dio vida a cientos de esculturas de mujeres que ahora están en diversas partes del mundo, y que transmiten todo la fuerza, la energía, la alegría y la templanza de la mujer.

Todas las esculturas de sus mujeres tienen curvas y cuerpos imperfectos.

Todas las esculturas de sus mujeres tienen curvas y cuerpos imperfectos. “Detesto la perfección de la línea estricta de la delgadez porque es triste y fría. Adoro la imperfección porque ella te llena de vida y hace que tus días estén llenos de alegría; las mujeres del mundo no son esa aparente perfección que quieren mostrar. La mayoría son bellas porque no están hechas con un solo molde en un laboratorio”. Dicho esto por una exmodelo de gran éxito en el mundo de la moda de los años 40 y 50 del pasado siglo y que, muy a su pesar, aunque lo intentó, jamás dejó la delgadez. “A mis Nanas -sus mujeres- las lleno de color porque son las mujeres en todas las culturas las que llenan sus universos de color y las que con su trabajo individual y colectivo hacen que este mundo siga andando”.

Esta artista del Pop-Art realizó la totalidad de su obra a caballo entre Estados Unidos y Europa. Se convirtió en una verdadera propagadora de este estilo artístico en el Viejo Continente. Hoy en el continente europeo es considerada una de las pioneras y más destacadas exponentes de esta corriente artística del siglo XX.

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