Educación para el mercado laboral: ¿alguien sabe qué les enseñan?

Por PUNO ARDILA

La información en Noticias Uno, el único noticiero que vale la pena, se refería a que actualmente la única forma para cotizarse en el mercado laboral es teniendo títulos de especialización “y/o” maestría.

—El problema radica verdaderamente —replicó enseguida el ilustre profesor Gregorio Montebell— en que la educación es tan floja que lo único que se puede lograr en este proceso es una colección de títulos, pero no una formación verdadera en las aulas ni en los supuestos procesos de aprendizaje. ¿Qué enseñan hoy en el colegio frente a lo que antes se enseñaba?; ¿qué se enseña hoy en la universidad frente a lo que antes se enseñaba?

Los mismos estudiantes —continúa el profesor Montebell— exigen a sus profesores sesiones lúdicas, en vez de asignaturas con contenido verdadero. Las universidades están llegando a convertirse en “colegios” en los que se cita a los padres de familia, y estos allí abogan por sus hijos, para que el profesor no sea mierda y le suba las ocho décimas que le faltan para pasar raspando. Y para nadie es un secreto que muchos de los estudiantes universitarios aprueban la asignatura con métodos diferentes de lo relacionado propiamente con el aprendizaje, como, por ejemplo, colincharse en trabajos de grupo, en exposiciones insustanciales y cositas así (como para no entrar en temas ni situaciones que provoquen polémicas inoportunas, por ahora).

Tan es así lo expuesto aquí —concluye Montebell—, que un estudiante termina formándose efectivamente para el mercado laboral después de haber estudiado un pregrado, una especialización, una maestría, un doctorado y un posdoctorado; este último, un invento moderno para que los señores “dotores” aprendan a escribir, porque no aprendieron en todo ese proceso que dura, en su nivel “superior”, la bobadita de doce o catorce años, fuera de pelo y paja, y además de los catorce años de colegio, que ahora incluye párvulos, prejardín, jardín, posjardín, transición, etcétera, etcétera.

Qué atinado el indígena cuando dijo que no concebía que un muchacho blanco tuviera que formarse para la vida durante cerca de treinta años.

A mí me enseñaron muchas cosas en casa —continúa el ilustre profesor Gregorio Montebell—, relacionadas con nuestros comportamientos con los demás, pero también relacionadas con lo académico, porque solo con estar atento de los repasos y las tareas de los hermanos mayores, llegaba uno bien afilado a clase cuando le tocaba el turno de las multiplicaciones y las divisiones.

Pero en el colegio también aprendí a ser decente en situaciones que no vienen por instinto, y que hoy —por supuesto— no enseñan, ni en la casa ni en el colegio, como a saludar de pie a los mayores y a los símbolos patrios, y a ceder el puesto a las mujeres embarazadas y a los ancianos, y ayudar a cargar los paquetes a la vecina, y dejar limpio lo que ensuciáramos; además de reconocer la hora en un reloj de manecillas, a orientarnos con los puntos cardinales, a conocer la nomenclatura de las calles, a manejar un termómetro.

Claro, también aprendimos lo necesario para desasnarnos, empezando por coger el lápiz (que, si ustedes se fijan, cuántos de las nuevas generaciones ni eso saben), y en medio de las letras y los números básicos aprendimos mecanografía, contabilidad, a llenar cheques y facturas, a escribir cartas. Y con asignaturas como biología y química (a pesar de misiá Aura), matemáticas y filosofía también vimos anatomía, historia, prehistoria y geografía (ah, inolvidables Luis Serrano y Rafael Moya).

Aprendimos artes manuales y música; hicimos mapas y planchas de dibujo técnico, y cacharreamos con electricidad; y nos enseñaron a leer, mentalmente y en voz alta, con libros de lectura y el periódico El Campesino, además del texto del español; y aprendimos a formar, a hacer silencio, a respetar, y a cantar canciones colombianas. Y aprendimos a querer lo nuestro.

Hoy los colegios se ufanan de que los chicos cantan en inglés, “en reguetón” y en norteño, y las aulas practican las lúdicas y enseñan teoría de conjuntos, pero nada más. Ah, y, eso sí, se vuelven expertos en evadir preguntas y copiar trabajos.

Mensæ tegumentum: Veo manos levantadas, así que continuaremos con el tema.

@PunoArdila

(Ampliado de Vanguardia)

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