Cinco años después, la paz en vilo

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Se cumplen cinco años de la firma del Acuerdo de Paz que le puso fin al conflicto armado entre las Farc-Ep y el Estado colombiano. Un hecho político de gran trascendencia para el país y una parte del mundo.

Más allá de los informes que el Instituto Kroc y entidades locales vienen entregando, donde señalan atrasos en el proceso de implementación de lo acordado. El hecho de mayor relevancia al respecto, sin duda alguna, residen en que la construcción de la paz es aún una tarea pendiente, porque su vigencia no está garantizada.

En el tortuoso camino hacia la construcción de una paz estable se han consolidado varios obstáculos, que vale la pena señalar: el primero, la enorme brecha que existe entre esa paz política que encarnó la negociación en La Habana, y la consolidación de una paz social que asegure unas mínimas condiciones de vida digna.

Diría entonces que hay una desconexión entre las ideas de paz política y las de la paz social (convivencia social). La paz política hizo posible el diálogo en La Habana y la consecuente negociación política. La paz social aún no se alcanza, no se le reconoce el carácter político que se requiere para avanzar en la superación de la pobreza, la discriminación, sumado a una especie de violencia estructural (Galtung) en las capitales de departamento y ciudades intermedias.

La construcción de escenarios de convivencia social es un asunto pendiente, en particular en urbes como Cali, Bogotá, Medellín y Barranquilla, donde las dinámicas y los efectos del conflicto armado no fueron tan determinantes como sí lo fueron en zonas rurales, en las que los actores armados legales e ilegales se ensañaron con la población civil.

El segundo obstáculo tiene que ver con la efectividad y viabilidad de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Estos instrumentos de planeación y puesta en marcha de la paz por regiones se enfrentan con la inercia del desarrollo institucional, la ineficiencia, la corrupción pública y privada, el incontrastable poder de unas élites locales que se oponen a una reforma agraria integral.

Si los PDET fracasan, lo más probable es que en los municipios más golpeados por los actores armados no se logre consolidar una paz estable y duradera. Junto a estas élites operan otros enemigos del proceso de paz: narcos, terratenientes, paramilitares y ganaderos. Muy seguramente varios de estos, con la anuencia de funcionarios estatales, son responsables de los más de 300 excombatientes asesinados desde el 2016 y de los cientos de crímenes de líderes ambientales, líderes y lideresas sociales y reclamantes de tierras.

La tercera dificultad está asociada a una realidad política: los enemigos y detractores de la negociación política continúan haciendo parte de instituciones estatales claves para la implementación de lo acordado en La Habana. El uribismo en particular es el sector político que viene ralentizando las etapas y las acciones conducentes a garantizar el cumplimiento de lo firmado. Iván Duque Márquez fue el alfil más comprometido para lograr el mayor objetivo del Centro Democrático: “hacer trizas ese maldito papel que llaman el Acuerdo Final”.

Cuarto y último obstáculo, la exigua pedagogía que el Estado en su conjunto ha hecho. El gobierno de Santos poco hizo, muy poco, para posicionar una narrativa que hiciera comprender a los colombianos de la importancia de haber logrado poner fin a un conflicto armado.

La conmemoración de estos cinco años de la firma del fin del conflicto entre el Estado y las Farc se debe hacer reconociendo avances, pero señalando a su vez los casi insalvables obstáculos que hoy están atravesados como vaca muerta en el camino trazado para alcanzar una paz estable  y duradera.

En 2022 los colombianos no pueden votar por candidatos comprometidos en hacer trizas lo que se acordó. Quienes no estén comprometidos con sacar adelante el proceso de implementación del Acuerdo de Paz, deben ser considerados como enemigos de la reconciliación.

Adenda: Hay que aplaudir los resultados entregados hasta el momento por la JEP y la tarea de la Comisión de la Verdad. También, para destacar el compromiso político de los miembros del partido Comunes.

@germanayalaosor

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