Por JORGE GÓMEZ PINILLA
La semana anterior hubo dos hechos mediáticos -para no llamarlos noticias- que ponen a dudar del profesionalismo de ciertos medios y parecen obedecer a un fenómeno cada vez más en boga, consistente en mentir deliberadamente sobre algo o alguien pero dando la apariencia de verdad.
Algo en lo cual insistían nuestros profesores de periodismo, era en la rigurosidad: no publicar nada que no se tenga plena certeza de que es cierto.
El primer hecho alude a un informe en Noticias Caracol al mediodía del viernes 22 de abril, cuando su corresponsal en Madrid, Maya Restrepo, dijo que “hoy la audiencia española recibió la declaración del exdirector chavista de la contrainteligencia militar, Hugo Armando ‘el Pollo’ Carvajal, por supuesta financiación del régimen venezolano a Gustavo Petro. Su testimonio fue ante la magistrada de la Corte Suprema de Justicia, Cristina Lombana”. Y agregó que Carvajal “comprometió directamente a Gustavo Petro en la recepción” de esos dineros. (Ver informe).
Pero nada de eso ocurrió, y lo que si ocurrió lo revelaba casi en simultánea El Tiempo: “El ‘Pollo’ Carvajal se abstuvo de declarar en caso contra Petro”. (Ver noticia). Fue por ello que minutos después el informativo se vio obligado a rectificar, afirmando que “los abogados de Gustavo Petro en España nos acaban de informar que hoy no hubo diligencia de Hugo Carvajal”. Y ya en la emisión de la noche su director, Juan Roberto Vargas, presentó excusas por lo ocurrido.
Lo llamativo, de todos modos, es que en la alocución donde Vargas presentó disculpas no mencionó al directo agraviado, ni siquiera hizo referencia a él en singular, sino en plural: “ofrecemos excusas (…) a todas las personas afectadas con esta información errónea”. ¿Acaso cuántas personas resultaron afectadas? Solo una, que se sepa: Gustavo Petro Urrego, cuyo nombre omitieron pronunciar. ¿Por qué? La respuesta parece de Perogrullo: porque mostrarlo como la víctima directa de ese hecho de desinformación lo fortalece políticamente, mientras que el propósito original de la noticia falsa había sido el contrario: perjudicarlo. Y en esa primera ocasión, la de la noticia falsa, su nombre sí fue pronunciado de manera profusa.
Con la disculpa pública el noticiero dio por enterrado el asunto, pero actuarían más ajustados a la ética si pudiéramos saber por qué ocurrió el error, algo además fácil de averiguar: ¿fue acaso que la magistrada colombiana, previendo lo que iba a pasar, quiso adelantarse a los sucesos contándole a la ingenua reportera lo que supuestamente había ocurrido dentro de la audiencia? O si no fue Lombana, ¿quién utilizó a la chica con el propósito artero de hacerle daño a Petro?
Hablando de cosas contrarias a la ética periodística, un segundo caso de noticia amañada se le puede endilgar a Las 2 Orillas, que, en preocupante coincidencia con el tratamiento sesgado o torcido de Semana, ahora editorializa desde el título: “Gustavo Bolívar recibe con los brazos abiertos al amigo de exsenador que ordenó la masacre de Macayepo”. (Ver nota). Allí aseguran que “El pasado 20 de abril en el municipio de Ovejas, Sucre, en un evento público el senador (Bolívar) recibió con los brazos abiertos a Ávaro González Quessep, exalcalde de Ovejas y uno de los hombres más cercanos al Gordo (Álvaro) García”, condenado por la masacre de Macayepo.
Ante tan grave acusación busqué a Bolívar, para conocer su impresión sobre lo que parecía más un ataque personal que una noticia escueta, y me sorprendió la tranquilidad con la que lo asumía, como si fuera una tergiversación más de las tantas que le viven haciendo de sus actuaciones públicas.
Así al menos lo entiende Bolívar: “Primera vez que vengo a Ovejas, no conozco a nadie, hay gente que se toma fotos con uno. A uno le pueden poner a alguien al lado para luego salir a decir que nos dieron su apoyo o que los apoyamos. Y eso no es cierto. Mi posición contra los paramilitares siempre ha sido vertical”.
Pude entonces confirmar que nunca se abrazó con ese señor, que era tan solo una hipérbole de la que se valió el articulista para estigmatizarlo. Inocente de las consecuencias, Bolívar había trinado en desarrollo de ese evento: “A esta hora en Ovejas, Sucre. Miren lo que me dice este dirigente: ‘42 años en política y es la primera vez que voy a votar por un candidato de izquierda’.” (Ver trino).
Lo que no sabía él y sí sabían en Las 2 Orillas, es que se trataba de un cercano al ‘Gordo’ García. Y de ahí se agarró el (o la) articulista para montarle al senador del Pacto Histórico un juicio popular. A diferencia de Noticias Caracol -que al menos presentó excusas etéreas- de Las 2 Orillas no se ha conocido disculpa o retractación, ni han retirado esa nota a todas luces difamatoria.
Así hubiera sido cierto que Gustavo Bolívar se abrazó con el dirigente político amigo del ‘Gordo García, el medio tenía la obligación ética de confrontar la información que poseía con la versión del acusado. Y no lo hizo. Por ende, cabe la pregunta: ¿dónde está el editor?
Estos dos ejemplos de noticias construidas con mentiras serían expresiones de un aparente poder blindado detrás del trono -con fornida chequera y/o atractiva mermelada publicitaria- orientado básicamente a hacerle daño al proyecto conocido como Pacto Histórico, en particular a su candidato Gustavo Petro. En el caso de Caracol el propósito sería el de entramparlo jurídicamente, pues la financiación extranjera de campañas presidenciales viola la ley colombiana.
Si una lección pudiera sacarse de todo esto, es que los grandes medios están en mora de establecer unas normas mínimas de autorregulación cuando de informar sobre campañas electorales se trata. Quizás por andar tan activos y entusiastas en la tarea de destruir el prestigio de una opción política específica, en realidad están contribuyendo a acabar de destruir moralmente a Colombia.
Post Scriptum: Qué es más dañino para el país, ¿que el comandante del Ejército descalifique a un candidato a la presidencia de la República… o que el presidente de la República salga a respaldarlo en lugar de destituirlo de manera fulminante, como debió hacer? Aquí tienen cabida las palabras de Alberto Lleras Camargo en el Teatro Patria, cantón Norte del Ejército, el 9 de mayo de 1958 frente a toda la oficialidad: “La política es el arte de la controversia por excelencia. La milicia, el de la disciplina. Cuando las Fuerzas Armadas entran a la política se quebranta su unidad, porque abre la controversia en sus filas”. (Ver discurso completo).
* Imagen de portada, tomada de Pulzo