Por PUNO ARDILA AMAYA
Coincidimos varias personas (casi una docena) en la visita de fin de semana al ilustre profesor Gregorio Montebell para saber acerca de su salud. Además del profesor y yo, que sumábamos ya un par de horas de charla amena cuando aparecieron los demás, contamos, entre otros, con John Jairo Torres de la Pava, el tajante Osquítar y su esposa (tan querida ella) y el catedrático a quien todos conocemos como El Sapo Inquisidor (él nunca se presenta por su nombre, dizque para que los insultos no le salpiquen la cédula).
Hablábamos de política, tema obligado por estos días, cuando, en medio de cábalas, discusiones, comparaciones y risas, irrumpió John Jairo, uno de nuestros más reconocidos compositores y uno de los más hábiles gestores culturales del país, dos razones fundamentales para tener plenamente en cuenta lo que dijo.
—¿Han visto ustedes que ninguno de los candidatos a la Presidencia de Colombia para el periodo 2022-2026 habla de cultura? Los últimos dos años el sector cultural colombiano ha perdido más de 50 % del apoyo estatal (a la crisis causada por la COVID-19 se suma el abandono institucional). ¿Será que este sector no aporta votos? ¿Será que no les importa? ¿Qué piensan ustedes?
—Yo he visto que los gobiernos piensan e invierten en lo importante —contestó de inmediato Osquítar—, que actualmente es lo relacionado con la seguridad; porque es increíble que el país siga cayendo tan bajo y que no se pueda salir a ninguna parte sin el riesgo de ser atracado, secuestrado y hasta asesinado. Los problemas sociales en este país se salieron de madre; y mientras aumenta la envidia por quienes trabajamos y salimos adelante, el respeto ya no existe; y, frente a una situación semejante, hay que buscar el control y dejar las fiestas para después. O no me irán a decir ustedes entonces que la seguridad no es prioritaria en todos los rincones del país.
—En realidad no —dijo el profesor Gregorio Montebell después de un rato de silencio general—. Recuerden ustedes que estamos acostumbrados a que “lo urgente no da tiempo a lo importante”; y los colombianos, particularmente el Gobierno, volvemos importante lo que es urgente. Como las urgencias son manipulables, pues el Gobierno (muy hábil, claro), convierte en urgencia lo que sirva para asustar, y deja lo importante “para después”, es decir, para nunca.
—Usted perdone, profesor —repliqué—; ¿podría explicarnos mejor?
—Osquítar, como tanta gente —contestó Montebell—, está confundiendo lo urgente de la seguridad con lo verdaderamente importante, que es la cultura. En Colombia ni siquiera el concepto de cultura está claro, porque la gran mayoría cree que “cultura” es repartir limosnas para el reinado, la pólvora y los espectáculos. Es más, para los políticos, en elecciones y en sus administraciones, la cultura no es más que un asunto extraño e ininteligible: no es más que la cenicienta del presupuesto, el premio de consolación para el aliado que puso menos votos y la secretaría de despacho para quien pegó menos afiches […].
(En próxima publicación continuaremos con lo expuesto por Montebell).
@PunoArdila
(Ampliado de Vanguardia)