Por HUMBERTO TOBÓN
La tierra está caliente… muy caliente. Y, lo peor, se seguirá calentando.
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, ha señalado dos años como los más calurosos de la historia, desde que se tienen mediciones: 2016 y 2020, cuando la superficie terrestre registró un grado centígrado más alto que el promedio de la era preindustrial. Esto ha hecho que se prendan las alarmas en todo el mundo, porque las consecuencias de un calor extremo son muy negativas para la calidad de vida de las personas, la economía y el entorno ambiental.
La razón de estas temperaturas tan altas se debe, sin duda alguna, al cambio climático, que está causando estragos en las zonas glaciales, origina huracanes, produce incendios y calienta las aguas del mar. Y aunque algunos especialistas se indignan cuando se habla de ello, lo que realmente está ocurriendo es una catástrofe climática.
Las temperaturas caniculares que se están viviendo en Europa actualmente, muy seguramente pondrán a 2022 como uno de los años más calurosos de la historia y demostrarán que el calentamiento continua y será poco probable reversarlo, si los gobiernos no se comprometen a afrontar el problema con medidas radicales, como, por ejemplo, adelantar la prohibición del uso de combustibles fósiles en el sistema eléctrico, el transporte y la industria, para llevar a mínimos las emisiones de CO2.
Hoy los europeos, especialmente los españoles, portugueses, griegos y franceses, están enfrentados a temperaturas promedio de 42 grados centígrados. Un verdadero infierno, que ya empieza a cobrar centenares de vidas humanas, desaparición de miles de especies de fauna y flora, cultivos arrasados e impactos devastadores en la producción.
Las cifras cuentan que en la última semana han muerto 600 personas en Portugal y 550 en España, por efectos del calor. Según el Centro Nacional de Epidemiología de España, “la exposición a altas temperaturas causan calambres, insolación, deshidratación y golpes de calor”, lo que puede ocasionar la muerte. Y los más afectados, como siempre, son las personas que no tienen la capacidad de aclimatar sus viviendas o que trabajan en los campos sin ninguna protección.
El drama que vive Europa por esta canícula, se resume en una frase del presidente del gobierno español Pedro Sánchez: “El cambio climático mata, lo estamos viendo”.
Las imágenes que muestra la televisión son apocalípticas. Esas imágenes se repiten año tras año en todos los continentes. Vemos incendios en Siberia (en la zona ártica), Canadá, Estados Unidos, Europa, Asia y la mayoría de países de Latinoamérica. Cada temporada, el fuego arrasa con cerca de 4 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo.
En Colombia padecemos las altas temperaturas en las cuencas de los ríos Magdalena y Cauca y en las regiones de la Orinoquía y el Caribe. De acuerdo con el Ideam, existen 190 municipios asentados en territorios por debajo de los mil metros sobre el nivel del mar, donde las oleadas de calor son intensas, al punto de producir incendios forestales. El municipio con la temperatura más alta registrada en Colombia es Natagaima (Tolima 2021) con 45,4°C.
@humbertotobon