Anillo vial metropolitano: una vergüenza en planeación

Por EMIRO ARIAS BUENO*

Cuando se concibió la construcción de una autopista y un viaducto que conectara la meseta de Bucaramanga con los municipios del sur del área metropolitana, no se percibió por los bien intencionados que decidieron en 1968 iniciar esta obra y que concluyó en 1970, el desarrollo urbanístico que tendría desde entonces este vasto territorio.

Lo cierto es que años después, en noviembre del 2014 iniciaron a las obras de ampliación del viaducto García Cadena, implementando un carril adicional que por tramos pudo ampliar la autopista y el puente. El crecimiento urbanístico, especialmente de Floridablanca y Piedecuesta, y la aprobación de un POT en Bucaramanga en ese mismo año, llevaron a la conurbación de la meseta con estos municipios, generando un incremento en el parque automotor de automóviles y motocicletas de incalculables proporciones. Sumado esto a un sistema de transporte masivo ineficiente que obligó a los usuarios a recurrir a la informalidad para tener mínimas condiciones de transportarse entre ciudades.

El descache de los planeadores urbanos de la época ha llevado a que se planteen alternativas, especialmente para dar mejor transitabilidad a los habitantes del área sobre la autopista Bucaramanga-Piedecuesta. Una de ellas es precisamente la que la gobernación de Mauricio Aguilar está licitando en estos momentos, el tan esperado Anillo Vial Externo, que contó con el visto bueno de la asamblea departamental para comprometer vigencias futuras del recaudo de la sobre tasa del  ACPM y las utilidades que porcentualmente recibe el departamento por la participación accionaria en la ESSA.

Este proyecto que se concibe como bidireccional, es decir, un solo carril de ida y uno de venida, que inicialmente se proyectó para que llegara a Tres Esquinas en Ruitoque y desembocara en el anillo vial Floridablanca-Girón fue modificado sustancialmente en su trazado y su llegada se dará sobre la vía al aeropuerto Palonegro. Es decir, los habitantes de Piedecuesta que quieran tomar esta vía deberán ir hasta el sitio conocido como ‘Los Chalets’ y hacer allí el retorno para enrutarse hacia Bucaramanga.

Adicionalmente, para la ejecución del proyecto se han establecido ocho años, producto de las fuentes de financiación que ya determiné, con un flujo de caja cercano a los cuarenta mil millones de pesos anuales. Si nada falla, si la electrificadora obtiene todos los años utilidades, si la sobretasa del ACPM sigue su crecimiento vertiginoso como lo demuestra el comportamiento de los últimos años. Si al ejecutar la obra no encuentran ningún inconveniente técnico y se desarrolla cual su programación. Pero si algo de esto se mueve, la ejecución se irá retrasando y entonces no serán ocho, sino tal vez nueve o diez o más años.

Sumado a estas probabilidades, está también el hecho de planificar una vía de esas características. Construirla tal como está proyectada no permitirá que se hagan ampliaciones futuras ni que haya espacio para pensar en un tren ligero, un metro o algún sistema de transporte masivo que garantice de manera eficiente la movilidad de los ciudadanos. Lo que esto provocará, por supuesto, es la valorización de los predios, el cambio de su uso, la proliferación de estaciones de servicio, restaurantes, paradores, etc., que impedirán ampliaciones o transporte alterno sobre el mismo trazado.

Comprometer las vigencias futuras, no cobrar un solo peso por valorización, dar una vía de gratis a muchos que se beneficiaran y además, pagarles por sus terrenos, lo que deja en el ambiente es una gran inequidad con quienes realmente no tienen como hacerse una vía, un acueducto, en los sectores más apartados y más vulnerables de la población.  Ni siquiera se contempló la posibilidad de establecer la financiación vía valorización, ni gestionar recursos del orden nacional, no, porque el afán no es desarrollar el proyecto sino firmar el contrato.

¿Saben qué es lo peor?  Que en ocho o diez años que se concluya la vía, el crecimiento urbanístico de Piedecuesta y el incremento del parque automotor va a mostrarla como una carreterita intransitable, producto de la congestión que el flujo vehicular de carga generará y de los accidentes que por minúsculos que sean taponarán la vía por horas.

No hay derecho a tanta miopía y a tanta desidia, no hay derecho a tanta inequidad. Esos recursos dejarán de resolver necesidades básicas como el agua potable que reclama cerca de un millón de santandereanos, la deuda histórica con nuestros campesinos en vías terciarias y secundarias, la atención en salud y educación de cientos de miles de ciudadanos que ni por valorización, ni por capacidad de sus municipios, la mayoría de sexta categoría, podrán resolver estos tan prioritarios proyectos que garanticen su bienestar.

La proyección del desarrollo del área metropolitana es tan enana en su planificación, que este proyecto del anillo vial externo es en mi sentir, el eterno retorno hacia el pasado.

* Economista-Magister en ciencia política.

Tomado de La Pluma del Gato

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