Vicky Dávila, la tigresa de esta Semana

Claudia López Hernández, exalcaldesa de Bogotá y el director del diario La República, el periodista económico Fernando Quijano, elevaron a Vicky Dávila a la condición de candidata presidencial para el 2026. No es un chiste.

Mientras López lo hizo en el marco de un rifirrafe en X, Quijano la lanzó luego de juntar a un grupo de mujeres en el que además estaban Francia Márquez, Paloma Valencia, María Fernanda Cabal y la exalcaldesa López Hernández.

La posibilidad de que la periodista Dávila sea candidata presidencial, con el apoyo económico y político de los Gilinski, el clan Gnecco y otros bandos de la ultraderecha, confirmaría que a esos sectores de poder no les interesa llevar a la Casa de Nariño a una mujer conocedora de la operación del Estado, sino a una que se preste, como lo hizo Iván Duque, a hacerles los mandados a quienes le indiquen qué de lo que dejó Petro funcionando debe echarse para atrás. O ejecutar un plan nacional de desarrollo que beneficie a la sempiterna oligarquía “blanca”.

La verdad es que después de Duque, cualquiera puede ser presidente de Colombia. Y aunque a la derecha uribizada le salió muy mal el experimento y la experiencia de haber puesto en el solio de Bolívar al fatuo personajillo, una eventual candidatura de Dávila terminaría por llevarlos a una nueva derrota, sin importar la calidad y la preparación del candidato o candidata del progresismo que eventualmente se enfrente a la directora de Semana.

No imagino a la señora Dávila sosteniendo una discusión conceptual en un debate entre candidatos a la presidencia. Creo que Quijano y López exageraron en su lectura del futuro electoral. Lo mejor es que Dávila siga siendo la vocera de los Gilinski y defendiendo a Uribe desde las páginas de Semana.

El país podrá contar, eso sí, con las precandidaturas de Paloma Valencia, congresista que propuso en 2015 una especie de apartheid en el Cauca, dividiendo el departamento entre indígenas y mestizos. Valencia, al igual que Duque, es obsecuente con las directrices e ideas de su patrón, el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. A pesar de su lealtad, Valencia sabe que el político antioqueño la prefiere como agitadora, porque no confía en ella. Uribe prefiere entenderse con hombres a los que pueda tratar a las patadas y a madrazos, como es su estilo. Recordarán los colombianos cuando dijo “donde lo vea le voy a dar en la cara marica”.

De igual manera, el país verá a María Fernanda Cabal, otra fiel defensora de Uribe Vélez. Más radical que Valencia, esta exhibe un talante autoritario que la hace proclive a desconocer conquistas laborales y en general, a limitar el cumplimiento de los derechos consagrados en la Carta de 1991. En La Silla Vacía se lee esto: “Cuando yo hablo de derechos no fundamentales no es porque quiera excluir a la educación o salud. Es que, si fueran fundamentales, nadie los pagaría. Mi derecho a la libertad y a la movilidad no lo estoy pagando. La educación y la salud tienen el contenido de quienes pueden acceder y pagar y quienes no lo tienen. No está establecido como derecho fundamental sino como uno colectivo”.

Finalmente, está la posibilidad de que Francia Márquez Mina se lance como candidata presidencial en el 2026, para dar continuidad a los procesos que dejará andando el gobierno de Petro. Una eventual candidatura de Márquez pondría nuevamente de presente el racismo estructural que sobrevive en Colombia. Víctima de discursos racistas como el de Luz Fabiola Rubiano, condenada por hostigamiento y racismo por llamar “simio” a la vicepresidenta, Márquez se expondría a que le cobren lo que viene haciendo bien, mal o regular desde su rol como vicepresidenta y ministra de Equidad e Igualdad.

Ya veremos qué pasa en 2026. Desde ya se advierte que será una campaña electoral mucho más caliente y quizás violenta de la que vivimos en el 2022. Y será así porque la derecha está desesperada por recuperar el control del Estado que Petro les arrebató. Suma al desespero el hecho de que a dos años largos de las elecciones presidenciales, no tienen un candidato carismático y formado, capaz de enfrentar a los que saldrán al ruedo a defender lo hecho por el actual gobierno. Aunque Uribe dijo que para el 2026 tiene ya un “tigre” (¿será Francisco Barbosa?), por ahora son otros los que deshojan las margaritas. Mientras llega el momento de exhibir a su feroz mascota, “tigresas” como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Claudia López y Vicky Dávila no permiten que el caballista y latifundista antioqueño duerma plácidamente.

ADENDA: Lo mejor que le puede pasar a Claudia López es tener a Vicky Dávila de candidata rival.

@germanayalaosor

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