Un punzón a la verdad histórica

Por GERMÁN AYALA OSORIO

El señalamiento irresponsable y temerario que hizo el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón en contra de los miembros de la Comisión de la Verdad hace parte de las estratagemas diseñadas por el Centro Democrático (CD) y las huestes cercanas al Gobierno de Iván Duque, con las que se busca deslegitimar el trabajo de memoria y verdad que viene realizando este componente del Sistema de Verdad, Justicia y No Repetición (SVJRYNR) que se diseñó en La Habana, en el marco del Acuerdo de Paz firmado entre el Estado colombiano y las entonces Farc-Ep.

Juan Carlos Pinzón | ColombiaCheck
Juan Carlos Pinzón, exministro de Defensa de Juan Manuel Santos, hoy uribista.

El anodino y gris militante del uribismo dijo que “la mayoría de comisionados registran (sic) afinidad ideológica o nexos con grupos armados”. Aunque fue invitado a que se retractara, el insustancial político se mantuvo en lo dicho y salió a decir que lo expresado fue malinterpretado por la dirigencia de la Comisión de la Verdad.

El baladí exministro de Defensa en el gobierno de Santos señaló que “en nuestra conversación escuché con mucho interés y atención al Padre, le reiteré mi compromiso de contribuir a que Colombia avance y le expresé que haber utilizado la palabra “nexos” tenía la intención de referir a nexos ideológicos o políticos. Respecto a la interpretación que le dio la Comisión, no dije que algún miembro de la comisión “…tenga cualquier nexo de pertenencia o subordinación o lealtad ante grupos armados” (sic).

Su no retractación confirma su talante y deja en claro que cualquier aspiración electoral futura estará mediada por su animadversión hacia la construcción de una paz estable y duradera, la misma que pasa por aceptar los resultados que la Comisión de la Verdad entregue a los colombianos. Verdad histórica que, mediada por los resquemores de políticos como Pinzón, solo servirá para evitar o aplazar la reconciliación entre los colombianos.

Este tipo de acusaciones en un país como Colombia suele derivar en mayores estigmatizaciones contra los aludidos, incluso podría desembocar en hostigamientos y en el asesinato de aquellos señalados de “simpatizar o tener afinidad con grupos armados (guerrillas)”. En tal medida, lo que en adelante suceda con los comisionados será responsabilidad directa de Pinzón Bueno; y si así sucede, se esperaría que  el pueril operador político las asuma con entereza, al margen de las que el aparato judicial decida endilgarle.

Como fusible del uribismo, Pinzón Bueno lanza el improperio para que el Patrón vuelva sus ojos hacia él, de cara a las elecciones de 2022. A pesar de su escaso criterio, Pinzón sabe que mostrarse recio y defensor a ultranza de las Fuerzas Armadas, así como un vulgar y vociferante “peleador” barrial es suficiente para estar en la baraja de candidatos que el propietario del Centro Democrático prepara con notable desespero, ante la desastrosa administración de su ungido, Iván Duque Márquez.

La Verdad histórica y la consolidación de la Memoria fungen como fantasmas que aterran no solo al Matarife, como  llama el periodista Gonzalo Guillén al senador Uribe Vélez, sino a todos aquellos miembros del Establecimiento que de manera directa o indirecta guardan relación con la violación de los derechos humanos y del DIH, en el contexto de un conflicto armado interno en el que sus actores armados se degradaron.

Pinzón y otras fichas de Uribe solo reconocen la degradación ocurrida en las filas de la entonces guerrilla de las Farc-Ep, mientras guardan cómplice silencio en relación con la ignominia que se posó en los cuarteles y llevó a cientos de militares a monetizar la vida de muchachos a los que asesinaron y los presentaron como “bajas en combate”. Es a eso y a otros asuntos que le temen Pinzón y todos aquellos que vienen legitimando el Régimen de poder colombiano, que deviene oprobioso, sucio y criminal.

Así entonces, ya veremos si el punzón que intentó meterle Pinzón a la Comisión de la Verdad le sirve electoralmente o si por el contrario, termina de hundirlo en su opaca vida pública.

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