Sergio Caramagna, un genuino hombre de Paz (RIP)

Con motivo del fallecimiento el pasado viernes 3 de Sergio Caramagna, de nacionalidad argentina y quien durante ocho años dirigió la Misión de la OEA de Acompañamiento al Proceso de Desmovilización y Desarme de las AUC en el gobierno de Álvaro Uribe, publicamos este sentido testimonio de un excolaborador suyo.

Por CAMILO MARTÍNEZ *

Sergio Caramagna llegó a Colombia en 2003, invitado como observador de un incipiente y cuestionado proceso de Paz que apenas se avizoraba en medio de un contexto de violencia creciente tras los fallidos diálogos de Paz con las FARC en el Caguán. Fue entonces cuando decidió asumir la jefatura de una Misión de verificación de un proceso de Paz que en aquel entonces recibía más críticas que apoyo, pues se trataba de la desmovilización de los paramilitares, de las temidas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), un proceso que aún no contaba con un mecanismo claro de Justicia Transicional, ni tampoco con una definición clara de conceptos de lo que se debía verificar. Por tanto, gozaba de muy poca aceptación.

Sin embargo, estas dificultades no fueron obstáculo para que Caramagna, acompañado de un equipo de personas comprometidas con la Paz y la democracia y que contaban con la experiencia de haber pasado por los procesos de paz de Centro América. establecieran la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia, la Mapp-OEA.

Fue realmente su compromiso, experiencia, y una gran sensibilidad del sentido común que lo llevarían a liderar una misión que fue creciendo no solo en número y en presencia territorial, sino también en legitimidad, apoyo y generación de confianza tanto en la sociedad colombiana como en la comunidad internacional, tanto así que la Misión va cumpliendo casi 20 años en Colombia trabajando de la mano de las comunidades y la institucionalidad y siendo muchas veces el único actor que ha tenido y tiene acceso a ciertos territorios que al estado le han sido negados.

De Sergio sabemos que era un diplomático hábil y un mediador inteligente, pero lo que no podemos olvidar es su sensibilidad humana con las comunidades y con las personas más vulnerables, así como su capacidad de escuchar y de decir lo adecuado en el momento correcto y oportuno.

Como olvidar sus frases que cada vez nos llenaban de esperanza y motivación para desarrollar bien la tarea, frases tales como:

“Ustedes no están solos, aquí estamos para acompañarlos en este camino”

O.., frente a la dificultad de encontrar testimonios nos decía: “tranquilos, cada quien es dueño de su propio miedo”.

Algunas veces su llamado de atención simplemente era: “Bájale el gas, vayamos con tranquilidad”

Incluso alguna vez definió el concepto de acompañamiento como “Acompañar no es ir un paso atrás, tampoco ir un paso adelante, acompañar es caminar juntos, lado a lado; se trata hacer propias la causa del otro.”

En algunas ocasiones, cuando nuestra subjetividad política inevitablemente afloraba en contextos de discusiones altamente ideológicas, Sergio nos decía también “¡Hey Pibe!, tenés que abrir el abanico”.

O la intimidante frase: “Y tú qué harías, pibe”, cuando le preguntábamos sobre alguna situación que requería de una acción arriesgada y audaz.

Las anteriores frases son un esbozo de esas palabras que eran capaces de levantarnos el ánimo en el trabajo ante la desesperanza causada por la prolongada guerra que parecía nunca tendría fin.

A pesar de nuestro optimismo afianzado una y otra vez por sus palabras, sabíamos que la esquiva paz aún demoraría un par de décadas más, no sin antes de reconocer el importante papel que Sergio jugó en despejar el camino de la Paz que transitaria Colombia en los años venideros.

Aunque Caramagna fue el mentor de muchos que como yo y otros siguieron la senda de la construcción de paz a partir de sus enseñanzas, fueron realmente las comunidades olvidadas de la Sierra Nevada,  de la Serranía del Perijá, de los Montes de María, de las Selvas del Chocó, o de las Sabanas de la Orinoquía y de muchas otras partes de la Colombia profunda quienes  vivieron y fueron los testigos directos del impacto que trajo el trabajo de Sergio y la Misión, personas que en muchos casos empezarían una nueva vida, sin miedo a hablar, sin miedo a organizase o a denunciar, allanando así un camino que permitiría pensar que si es posible lo que hoy llaman una Paz Total!

Estoy seguro de que estas palabras se quedan extremadamente cortas frente a la inmensa e invaluable labor que en este país realizaste Sergio. Se que muchos otros y otras tendrán muchas cosas más que decir y que contar, pero lo importante es que todas estas serán para agradecer y reconocer tu compromiso y entrega querido amigo.

Gracias Sergio por tu legado, por tu aporte a la Paz, por tu aporte a la reconstrucción de la confianza que muchas personas y comunidades habían perdido. Estamos más que seguros que tu legado seguirá vivo en la constante búsqueda de la Paz. Algún día éste legado dará los frutos que soñaste.

Sergio Caramagna, te deseamos un viaje en paz y en armonía, ten la seguridad que siempre estarás en nuestra memoria, en nuestros corazones y en los anales de la historia de una Colombia en profunda transformación de la que hiciste parte.

Buen viaje, Sergio Caramagna; ¡descansa en Paz!

* Antropólogo, Consultor en Derechos Humanos, Justicia Transicional y Trabajo Humanitario

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