Por MÓNICA YARIMA LARA AGUDELO
“Lara Parada fue un idealista que dedicó su vida a perseguir y ampliar la causa de un nuevo movimiento revolucionario que sostenía lazos directos a una historia regional de radicalismo popular. (…) Fue reconocido por su inteligencia política y sus habilidades comunicativas (…). Tras el asesinato de Ricardo, fue como si se hubieran abierto las compuertas para matar y matar”. Luis Van Isschot, Doctor en Historia por la Universidad de Mc Gill en Canadá y profesor por la Universidad de Toronto en “The Social Origins of Human Rights: Protesting Political Violence in Colombia’s Oil Capital, 1919-2010”, University of Wisconsin Press, 2015, (p110).
“Pienso que la muerte de Ricardo fue uno de los errores políticos más graves y serios. En Barranca había existido siempre confrontación política, pero el asesinato de Ricardo rompió las barreras y abrió las compuertas para el asesinato político”. Eduardo Díaz, exdirector de la Pastoral Social en Barrancabermeja
“Traidor”, “delator”, lo llamaron, pero hasta el día de hoy no hay ningún indicio de que mi padre revelara ningún secreto del ELN después de que lo detuvieran. Tras huir del campamento base de la guerrilla y afectada su salud, deambuló enfermo y perdido varios días, hasta que encontró un lugar en un pequeño caserío donde recibió posada y el mismo campesino que lo acogió, lo terminó delatando al Ejército para cobrar la gran recompensa que ofrecían por él.
“Condorito”, un exguerrillero eleno de aquella época, lo confirmó durante el 30 aniversario de su asesinato en el acto que hicimos en el Centro de Memoria de Bogotá (2015): “Después de que cogieran a Ricardo no tuvimos ningún operativo militar, ninguna detención de nuestra red urbana ni rural y Ricardo conocía como segundo al mando, información de vital importancia que podía habernos hecho mucho daño, pero no hay ninguna prueba de que diera alguna información que nos perjudicara“
Y sí, mi padre Ricardo Lara se voló del ELN, porqué después del fusilamiento y asesinato de su gran amigo Víctor Medina Morón y de otros compañeros, vio como la gran organización de la que fue cofundador había perdido el norte, despedazándose a nivel interno y además le había llegado información de que Fabio había dado la orientación de que en cualquier descuido lo ejecutaran. Mi padre entendió que las órdenes de Fabio, tarde o temprano acabarían costándole la vida también a él, es más, Ricardo terminó degradado y castigado a la cocina. Por eso huyó con otros 3 compañeros que también se sintieron frustrados y decepcionados por una insurgencia que no tenía ningún sentido, y después de casi 10 años en el monte, simplemente se fue, sin perjudicar a nadie.
Mucho se ha escrito y otro tanto se ha publicado culpabilizando exclusivamente a Fabio Vázquez, como primer comandante, de aquellos primeros años de un ELN que acabó fusilando a varios miembros cofundadores; Víctor Medina Morón, Jaime Arenas, Julio César Cortés, Heliodoro Ochoa, y otros tantos jóvenes revolucionarios que se vincularon legítimamente a esta guerrilla creyendo que era el camino más corto para luchar por un profundo cambio social y político, y que acabaron siendo tristemente asesinados por sus propios compañeros al grito de “traidores”. Pero quien los asesinó y truncó sus sueños no fue solamente Fabio Vázquez, sino una organización llamada ELN. Sería arbitrario para la historia, dar toda la culpa exclusivamente a un solo hombre. Cuando conocí y entrevisté a Fabio en Cuba, vi a un entrañable personaje enfrentado a su pasado que a sus 76 años afirmaba con parte de razón que a pesar de sus errores y de que ahora no pediría el fusilamiento para sus compañeros, había existido toda una asamblea de la organización que apoyaba esos fusilamientos, por lo tanto, toda la culpa no se la podían dar solo a él. Es fácil para la historiografía y comandancia oficial decir nosotros no tuvimos la culpa, fue Fabio, pero desgraciadamente quien mató, asesinó y tachó de traidores a todos estos hombres fue, gusté o no, una organización llamada ELN, y es esta organización y no personas a título individual quien tiene que pedir perdón y reparar el buen nombre de todos los fusilados.
Medardo Correa y Alonso Ojeda con el Replanteamiento hicieron las primeras críticas a esta deriva totalitaria y antropófaga e incluso en escritos y actos públicos narraron con lágrimas en los ojos como injustamente vieron caer a propios compañeros, asesinados incomprensiblemente. Haciendo a la vez duras críticas a la deriva que había tomado el concepto foquista y de lucha armada del ELN.
Más tarde, la escisión de la Corriente de Renovación Socialista (CRS) volvía a plantear ciertas críticas al “foquismo” y a una lucha armada que valoraban iba en detrimento a la lucha y acción política, de un ELN estancado en el tiempo y en las formas.
Años después, y más recientemente un destacado exmiembro del Comando Central, Carlos Velandia, hoy trabajador incansable por la paz, afirmaba en un artículo en la revista Semana:
“Es momento de que el ELN encare el pasado mirando al futuro, para ponerse a paz y salvo consigo mismo, para exorcizar los fantasmas que los asaltan en sueños, para reparar al menos la dignidad y el honor de los fusilados, para mitigar en algo el dolor de sus seres queridos que no comprenden por qué fueron matados por sus propios hermanos de lucha, en juicios viciados de prejuicios y amaños.”
Mi padre, Ricardo Lara Parada, fue el último de los asesinados con la falsa e injusta mención de “traidor”. Pero hay una gran diferencia con los demás. Ricardo ya no era miembro activo del ELN, y a Ricardo lo asesinaron delante de su casa, desarmado, frente a una niña de 9 años que lo vio caer, agonizar y morir.
Me pregunto aún, ¿qué tipo de organización revolucionaria puede asesinar a un electo por voto popular en las puertas de su casa, desarmado y delante de su hija de 9 años? ¿Sin ningún tipo de juicio, ni capacidad de defensa a las acusaciones tan graves que se ejercían sobre él?
No es el objetivo de este artículo, repetir la biografía de mi padre, hay bibliografía actualizada que explica sobradamente su justa e increíble lucha revolucionaria, así como el amor, respeto y admiración que le procesaba el pueblo de Barrancabermeja, un pueblo que marchó con más de diez mil hombres y mujeres, cargando su féretro y coreando su nombre en las calles bajo el sol ardiente de su tierra.
En cambio, sí que hay que recordar como en el libro, “Historia contada a dos voces” de Carlos Medina Gallego, Manuel Pérez, primer comandante eleno, cuando le preguntan por el asesinato de Ricardo Lara, responde: “… estaba socavando las bases sociales del ELN con un discurso en que se hacía aparecer como de la organización sin serlo. Esa fue la gota que llenó la copa”. (p. 206)
“Nos estaba socavando base social”, dijeron. ¿Desde cuándo las bases sociales tienen dueño?
Después de años de investigar, de entrevistas a oponentes militares como el general Valencia Tobar, a los amigos del FAM, y a excompañeros de lucha del ELN como Fabio y otros, sé ahora que mi padre no fue un traidor, sino que tal y como afirma el profesor canadiense Luis Van Isschot, Doctor en Historia por la Universidad de Mc Gill en Canadá y profesor por la Universidad de Toronto en su trabajo y libro de doctorado[1], a mi padre lo mataron, porque su alianza y vinculación con sectores del M-19, el Partido Comunista, la UP, además de su audacia y osadía política, era algo demasiado difícil de ignorar para el ELN.
Lo mataron, por organizar marchas públicas, por activar la Coordinadora Popular de Barrancabermeja y ayudar a articular una visión de desarrollo regional en lo político, social y cultural.
Lo mataron, por crear por primera vez una plataforma diversa en forma de Frente Amplio que aglutinaba sectores populares de diversa tendencia y que le apostó a la lucha social y política desde la legalidad, participando electoralmente, tratando y desarrollando los grandes problemas que habían sido denunciados por la Coordinadora Popular y grupos Campesinos.
En definitiva, a mi padre lo asesinaron por romper el bipartidismo corrupto y clientelar con el Frente Amplio del Magdalena Medio (FAM), por crear por primera vez de forma victoriosa la reestructuración de la lucha del movimiento popular en términos regionales y ser, a la vez, el primer exguerrillero elegido por voto popular en la historia del país, y de hacerlo de forma libre y autónoma con otros hombres y mujeres que también creyeron que el cambio era posible, sin armas, y sin ordenes ni dictámenes de ninguna estructura armada del ELN.
Por eso lo llamaron traidor, por eso lo asesinaron, y por eso hay que reparar su nombre.
@RayodeLuna9
[1] [1] Luis Van Isschot, “The Social Origins of Human Rights: Protesting Political Violence in Colombia’s Oil Capital, 1919-2010”, University of Wisconsin Press, 2015.