Por JORGE SENIOR
En el último párrafo de mi columna anterior sobre calidad educativa y pensamiento crítico me comprometí a precisar ese concepto, el de “pensamiento crítico”, hoy convertido en una muletilla que se repite por doquier en el mundo académico. Aquí vamos a tratar de cumplir esa misión.
El pensamiento crítico es un proceso mental que implica analizar, evaluar y sintetizar información de manera objetiva y sistemática. Es una habilidad fundamental para tomar decisiones informadas y resolver problemas de manera efectiva. El pensamiento crítico requiere que una persona examine cuidadosamente la evidencia, identifique suposiciones subyacentes y valore los argumentos presentados.
El pensamiento crítico se aplica en muchos contextos, desde la resolución de problemas cotidianos hasta la toma de decisiones importantes en la vida profesional. También es una habilidad importante en el mundo académico, donde se espera que los estudiantes evalúen críticamente la información presentada y desarrollen argumentos sólidos en sus trabajos de investigación.
El pensamiento crítico se basa en una serie de habilidades cognitivas, como la observación, la interpretación, la inferencia, el análisis, la evaluación y la síntesis. También implica una actitud de curiosidad, escepticismo y apertura a nuevas ideas y perspectivas.
Para aplicar el pensamiento crítico de manera efectiva, es necesario seguir algunos pasos clave. En primer lugar, identificar el problema o la pregunta a resolver. A continuación, es importante recopilar información relevante de diversas fuentes y evaluar su validez y fiabilidad. Después, analizar la información y buscar patrones o relaciones entre los datos. Finalmente, se debe evaluar la información y formular una conclusión o solución basada en la evidencia disponible.
En resumen, el pensamiento crítico es una habilidad esencial para la toma de decisiones efectivas en muchos contextos. Requiere un enfoque objetivo y sistemático para analizar, evaluar y sintetizar información relevante. Con la práctica y el desarrollo, el pensamiento crítico puede mejorar la capacidad de una persona para tomar decisiones informadas y resolver problemas de manera efectiva.
Estimado lector, ¿detectó usted algo raro en los párrafos anteriores?
A excepción del primero, los otros cinco párrafos son obra del chat GPT de OpenAI. Nótese el lenguaje estilo manual y el carácter repetitivo en esos párrafos que revelan la máquina generadora de texto. Yo le pedí que respondiera la pregunta que titula esta columna («¿qué es el pensamiento crítico») y que, como pueden ver, tiene carácter experimental, no sólo de divulgación de mi opinión. Estas nuevas herramientas de inteligencia artificial añaden otra razón más para que los humanos desarrollemos pensamiento crítico, para no dejarnos engañar.
Ni el ChatGPT ni Bing son confiables. Primero, porque cometen muchos errores. Segundo, porque no suministran las fuentes que parafrasean. Tercero, porque son artefactos opacos, pues las empresas que los ofrecen (OpenAI y Microsoft) no han revelado sus diseños y desarrollos. Las propias empresas advierten que no es una herramienta de consulta. A pesar de eso, en esta ocasión la respuesta provista por GPT es correcta aunque insuficiente (tiene excusa pues le puse un límite de 300 palabras). Pero sorprende que no se mencionen lo que considero son los dos aspectos principales del pensamiento crítico: la detección de sesgos y de falacias. Dos ejes que deben vertebrar el entrenamiento en pensamiento crítico. Al respecto, tal vez el lector recuerde la reseña que hicimos del libro La Racionalidad de Steven Pinker, apenas salió (ver aquí).
Otras carencias y defectos de la respuesta de GPT:
- No hace referencia a la verdad o la veracidad, un compromiso medular del pensamiento crítico y que lo diferencia de la teoría de la argumentación cuyo fin es una retórica persuasiva.
- La lógica y el rigor no aparecen por parte alguna y sin embargo constituyen el núcleo del pensamiento crítico (aún si en los contextos pragmáticos bajo condiciones de incertidumbre toca negociar rigor).
- Considera al pensamiento crítico una habilidad, pero en realidad se trata de una competencia, y esta diferencia es importante para la calidad educativa.
- No menciona el aspecto autorreflexivo (autoevaluación, metacognición).
- No contempla a la ciencia, como cuerpo dinámico de conocimientos y como conjunto de métodos de investigación, necesarios para calibrar el ejercicio del pensamiento crítico. Y por la misma razón se olvida de la cosmovisión científica, que en mi concepto debe estar necesariamente imbricada.
- Está cargada hacia lo más práctico, toma de decisiones y resolución de problemas, pero olvida otros aspectos, como la construcción de ciudadanía en la deliberación democrática, por ejemplo.
- No aborda la relación con el pensamiento creativo y el pensamiento estratégico.
- Acierta al incluir lo actitudinal, más allá de lo cognitivo, pero le falta el frente ético y axiológico del asunto.
- Se enfoca en el individuo, pero olvida el pensamiento crítico en grupo (Cass Sunstein trabaja muy bien este punto).
A través de esta crítica a la respuesta de GPT he dibujado múltiples aristas del pensamiento crítico, sin agotar un tema de extraordinaria riqueza que muchas veces se ve sobresimplificado en esquemas con pretensión didáctica apresurada. Uno no se entrena en pensamiento crítico de la noche a la mañana ni con pura teoría. Es una competencia transversal que se debería adquirir desde la escuela y cultivar a lo largo de la vida.
Coletilla: en 2017 escribí un editorial para una revista de ingeniería titulado El pensamiento crítico en la educación superior; éste es el enlace.