Esto es algo que quiero compartir, sin saber si las marchas fueron igual de multitudinarias o no a las del domingo 21 de abril.
Yo personalmente vi mucha gente aquí en Cartagena.
Son muchos los motivos por los cuales marché y confirmé en la marcha misma. Algunos de ellos:
1. Hay muchos que queremos marchar y es posible que coincidamos con los que marcharon el domingo 21, pero la diferencia la percibí en los que vi en la marcha de hoy.
2. Vi en la marcha a sindicatos, centrales obreras, asociaciones, maestros, pensionados, trabajadores-as, empleados públicos, amas de casa, jóvenes estudiantes, víctimas de la explotación de AFINIA (la empresa del cobro exagerado de los servicios), etc. Pero lo más importante: vi PUEBLO. Y en su gran mayoría: negros mulatos y mestizos (blanquitos más bien poquitos), entre ellos y nosotros.
3. Vi rostros de gente sencilla, trabajadora, luchadora, alegre, vociferando consignas y cantando o bailando como en una fiesta. Algunos con sus propios carteles, exponiéndolos con orgullo. Son a ellos y ellas a quienes quisiera acompañar en sus reivindicaciones.
4. Es en ese ambiente festivo de la conversa, del andar juntos y de la caminada en medio de un calor abrumador, dónde una sombrita es como oasis en el desierto.
5. Sentía independientemente de “Petro se queda”, o “fuera Petro”, que era la manifestación de la gente que no se identificaba con consignas y gritos pronunciados por una derecha hegemónica en determinados espacios, apoyada y respaldada por los medios y que buscaba sentar como precedente que quieren algo alternativo. Era necesario también decir y dejar claro con la marcha, que hay otros puntos de vista, luchas, reivindicaciones, intereses. Y lo más importante, sentirse personas con los derechos que en su gran mayoría les han sido negados.
6. Algo completamente pacífico y celebrativo, que incluía música a todo volumen como se acostumbra aquí. Ni Esmad como en la anterior marcha, ni disturbio o agresión, a pesar de que pasamos frente a las oficinas de AFINIA que es la empresa que todo el mundo detesta, porque las tarifas de la energía están por las nubes.
7. Me pareció también que era una práctica de la Iglesia de salida, que no propiamente en este caso se embarra, pero que sí chupa calor y cemento al lado de la gente más sencilla, humilde y trabajadora.
8. Respetando al que no marchó -esta no era la marcha de “la gente de bien”-, no quise ver simplemente las marchas por la TV. Quise participar como uno más del montón.
9. No creo correcto pensar que por ser sacerdote no puedo marchar, porque eso “polariza aún más al país”. Es una lectura errada o un análisis ambiguo, pues el problema no es ideológico, siendo que lo que hay es discriminación, dominación o exclusión secular, y eso no se puede esconder, es precisamente lo que quiere expresarse o manifestarse. Hay intereses muy opuestos y hay deseos de frenar por parte de grupos poderosos cualquier manifestación de rechazo o de amenaza contra sus intereses.
10. Por último, como en un decálogo, considero que hay necesidad de oler y sentir a la gente en esos espacios. Hay necesidad de escuchar sus reivindicaciones de viva voz. Hay necesidad de salir de vez en cuando de la zona de confort, no pensando desde nuestra racionalidad, si es correcto o no salir a una marcha que Petro convocó, pese a que no me convence demasiado o del todo.
Lo anterior es lo que tengo para compartir de corazón, sabiendo a la vez que debo respetar a todos los que salieron hoy o el domingo 21. Ahora bien, si todos esos argumentos no convencen o pueden ser controvertidos, resumo en que marché porque se me dio la grandísima gana, para no acudir a un palabrón.