Petro propone y los demás… atacan

Por JUAN GUILLERMO GÓMEZ GARCÍA*

Desde las elecciones al Congreso del pasado 13-M se acentúa la tendencia consistente en que Petro propone algo y los demás candidatos atacan, reviran o quedan confundidos. En tal medida, cada vez parece más cierto que solo hay dos candidatos a la presidencia: Gustavo Petro y los demás. El primero, con una agenda programática que expone en plazas, debates radiales y foros de campaña. Y los demás, dedicados a refutar sus propuestas.

La popularidad cada día mayor de Petro, quien encabeza desde meses atrás todas las encuestas de preferencia electoral, es vista entonces como una amenaza pública, y hay en el ambiente una sensación de desespero, que solo puede ser contrarrestado con un rechazo radical a sus propuestas, todas y cada una de ellas.

Cuando Petro habla de reforma pensional, sus competidores -incluido el presidente Duque- intervienen para desmentirlo y sembrar las dudas sobre su inviabilidad, porque nos llevaría a una debacle económica y social comparable a la Venezuela de Maduro. Cuando Petro plantea la liquidación del Icetex, Ingrid nos recuerda que la institución fue creada por su padre (olvidó decir que bajo el siniestro gobierno de Laureano Gómez y para beneficio de los estudiantes de la Universidad de los Andes), y que por tanto es sagrada e intocable. Es decir, la defensora del usurero Banco-Icetex no entra a discutir que son miles y miles de jóvenes colombianos endeudados, con cartera vigente y reportados en centrales de riesgo, imposibilitados de hecho para obtener empleo. Cuando Petro propone replantear la explotación de las energías fósiles, inviables en lo ambiental, los otros candidatos salen a contradecirlo, lo refutan por ser una propuesta incoherente y desastrosa para la macro-economía, que esta propuesta es imposible porque Ecopetrol es patrimonio intangible de los colombianos, bla, bla, bla. 

Pero no son solo los demás candidatos y candidatas, sino los medios de comunicación, los gremios empresariales y hasta prestigiosos académicos y escritores (Kalmanovitz o Héctor Abad Faciolince) coreando al unísono con una orquestación sospechosamente coincidente, que Petro es populista, que delira y nos llevará a un abismo impredecible.

Vistas las candidaturas presidenciales bajo la lupa de ideas políticas, no solo hay dos candidatos (Petro y los otros), sino que los demás no tienen identidad propia. La sustancia viene de Petro, los demás son antipetristas. Lo único que parece vivificarlos es amangualarse para detener su carrera a la Casa de Nariño, presentarlo como un peligro público, un enemigo de la nación.

Cualesquiera sean sus palabras, a estas les lloverán piedras, lodo y caca: falacias ad hominem, consistentes en negar el argumento por razones de odio personal, por su pasado guerrillero, por sus inclinaciones castrochavistas, por su supuesto descalabro como alcalde de Bogotá…

Así las cosas, el ambiente de raponeo de propuestas y de intransigencia desde lo dogmático, degrada y envilece, deprime y siembra de temor a los votantes para la elección en ciernes, buscando que el ciudadano carezca de la libertad de decidir con claridad, con esperanza, con la fe puesta en un mejor futuro para esta nación agobiada y doliente.

* Doctor en Filosofía por la Universidad de Bielefeld, Alemania. Profesor de la Universidad de Antioquia y Nacional (sede Medellín). Ha publicado Colombia es una cosa impenetrable y La carta de Jamaica, 200 años después, entre otros libros.      

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