No hay que subirle tanto a la gasolina

Por DIEGO OTERO PRADA

Es hora de cambiar la fórmula que define los incrementos en los precios de los derivados del petróleo. Esta se diseñó en 1982 y ha venido ajustándose desde entonces, pero siguiendo el mismo principio sobre el concepto del ingreso al productor, en este caso Ecopetrol, que usa como referencia los precios internacionales para establecer los precios internos de los combustibles.

Mi propuesta es la de romper con esta relación entre precios internos y precios internacionales. En Europa por ejemplo, ya se está desviculando el precio de las tarifas eléctricas del precio internacional del gas natural.

Esto significa acabar con la teoría del costo de oportunidad para definir la estructura de los precios de la gasolina corriente y del diésel oil. Se dice que el costo de oportunidad de la gasolina es cuánto se obtiene si se exportara, para los países autosuficientes, y el precio de importación para los que carecen de petróleo.

De este modo, los importadores compensan su falta  de hidrocarburos a cambio de que los exportadores de petróleo no tengan mejor competitividad energética.

En los países exportadores de petróleo del Medio Oriente y de la Organización de Países Exportadores de Petróleo- OPEP, este principio no opera. De ahí que los precios de los derivados del petróleo sean basados en los costos promedios de producción interna.

En la determinación de este factor del costo de oportunidad influyó la preponderancia del neoliberalismo en los 90, que impuso esta teoría a todos los países, independiente de que fueran exportadores o importadores de petróleo.

Para Colombia el costo de oportunidad de los combustibles es el precio en el Golfo de México de Estados Unidos de las gasolinas y el ACPM, que a 15 de agosto 2022 era de 3,94 y 4,91 dólares por galón respectivamente, o sea, 19.942 y 21.113 pesos por galón a una tasa de cambio de 4300 pesos por dólar.

Este factor del ingreso al productor no causaba problemas mientras los precios internacionales no sufrieran grandes variaciones, porque los aumentos en los precios no serían un problema.

En Colombia, desafortunadamente, en 2006 se creó el Fondo de Estabilización, que no existe en ningún país, y ahí vino el problema, porque si los precios internos no varían con las condiciones internacionales, se va creando un déficit que tiene que pagar al final el gobierno. Cuando se creó, se partió de una idea ficticia: que habría épocas de subidas y bajadas de los precios, y que se obtendría al final un balance. Esto no ha ocurrido, y estamos ahora enfrascados en un gran problema, un Fondo de Estabilización que para final de año 2022 puede llegar a 40 billones.

Se creó un monstruo difícil de corregir, a menos que los precios de los derivados del petróleo aumenten hoy a más de 135%, pero queda aún el déficit de septiembre del Fondo, que un decreto o ley lo puede acabar.

Por supuesto, este incremento produciría una revolución en Colombia.

Entonces, hay una carrera muy difícil para llegar a la meta, diría que imposible. Es una carrera que está perdida de antemano. Nunca se logrará tener un Fondo de Estabilización con cero déficit, y como los precios del petróleo no  bajarán sino tenderán a crecer o mantenerse alrededor de 90 dólares el barril, es una carrera con obstáculos en la que nunca se llegará a la meta, excepto que se produzcan fuertes incrementos y que el gobierno deposite los 30 billones de pesos que debe en septiembre a Ecopetrol, lo cual perjudicaría gravemente a la economía colombiana

Hay que romper con esta ortodoxia y colocarnos en la realidad de que esta metodología no sirve, que hay que acabarla, y modificarla por los costos promedios internos de producir un galón de gasolina y ACPM.

Esto es difícil porque hay que romper con la ortodoxia y los neoliberales que aparecen en todos los gobiernos.

Grave error que un gobierno de cambio que apenas comienza vaya a producir incrementos en los precios como si fuera un gobierno de derecha, como Lazo en Ecuador, Piñera en Chile, en Sri Lanka, en Costa Rica, en Panamá, Macron en Francia. Esa insistencia en tener precios internacionales provocó revueltas y cambios de gobiernos.

Un ejemplo, en Bogotá el precio de la gasolina corriente en agosto era de 9523,14 pesos el galón y el ingreso al productor  5384,14 pesos, el 56,54%. Si se cobrara según la teoría de los costos de oportunidad, es decir, internacionales, habría que aumentar los precios a aproximadamente 32 000 pesos el galón, o sea, un incremento de  236%, y queda pendiente el déficit del Fondo de 30 billones de pesos en septiembre de 2022.

Un incremento del precio de la gasolina, e igualmente, del diesel y del GLP solo serviría para promover una revuelta nacional. Los impactos sobre los ingresos de los colombianos, sobre los costos de producción sobre la inflación son altísimos. No puede ser que esto vaya a ocurrir por seguir un concepto neoliberal.

El interés de los burócratas de Ecopetrol no coincide con el interés nacional. Como se decía equivocadamente en Estados Unidos, el interés de Ford coincide con el interés nacional.

Y no es cierto, como dicen los ortodoxos, que exista un subsidio a los derivados del petróleo. Ese es el argumento para aumentar los precios. Ojalá que el gobierno de Gustavo Petro no caiga en esta falacia y no se pliegue a una política neoliberal.

Con este artículo invito a los especialistas y a la población en general a hacer una discusión seria sobre este asunto tan importante para todos y pedir que se cambie la fórmula.

@DiegoOteroP

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