Por GERMÁN AYALA OSORIO
Para la derecha colombiana el derrocamiento del presidente del Perú, Pedro Castillo, constituye no solo una buena noticia sino el pretexto para impulsar la caída del presidente Gustavo Petro. Así lo dejó entrever el congresista Miguel Uribe Turbay, nieto del inefable autor del temido Estatuto de Seguridad, Julio César Turbay Ayala (1978-1982).
En su cuenta de Twitter el ladino e ignaro congresista dijo: “Lo de Perú hoy es un ejemplo de lo que debe hacer el Congreso cuando está en peligro la democracia y la libertad. El Congreso de Colombia debería hacer lo propio. Nuestra responsabilidad es ser garantes de la democracia, no notarios del presidente”.
He de sospechar que la postura apologética de Uribe Turbay tendrá repercusiones judiciales, pero más allá de las implicaciones legales, estamos ante una actitud provocadora, incendiaria y, vaya contradicción, antidemocrática, pues el senador del Centro Democrático invita a salvaguardar la democracia mediante un golpe de Estado. Curiosa manera de defender las instituciones y la carta política…
El inexperto político no logra superar la derrota que el Pacto Histórico les propinó a él y a los sectores que representan el viejo Régimen. Al representar todo lo que está mal en este país, aboga por el derrocamiento de Petro, acción que se ha contemplado desde el preciso momento en que se conocieron los resultados.
Sin duda alguna estamos ante una salida en falso, una provocación y una incitación a quebrar el orden constitucional. Al cierre de esta columna desconozco la reacción de quien maneja los hilos del Centro Democrático, Álvaro Uribe, el mismo que al parecer controla las emociones del irresponsable congresista.
Cuando la derecha mira hacia Lima (Perú), deja salir el descontento de los sectores más privilegiados del país, los mismos que han motivado la captura mafiosa del Estado a través de clanes políticos respaldados por grupos paramilitares. Los hechos de corrupción que vienen saliendo a la luz pública desde el 7 de agosto de 2022 dejan ver, con enorme preocupación, que el desespero de Miguel Uribe Turbay por recuperar el poder no está soportado en la urgente necesidad de trabajar por Colombia, sino por continuar con los sempiternos problemas del país: sometimiento a la política anti drogas de los EE.UU., extensión en el tiempo del conflicto armado, beneficio para los señores de la guerra criollos y extranjeros, persecución al que piensa diferente, empobrecimiento laboral de millones de colombianos y el debilitamiento de la democracia.
@germanayalaosor