Los secretos de León Valencia

Por JORGE SENIOR

León Valencia es el contertulio más apetecido del país. Al menos esa es la impresión que uno tiene cuando lee La izquierda al poder en Colombia, su libro más reciente. A este león lo persigue toda una fauna de famosos personajes protagónicos de la historia político-militar de esa extraña nación suramericana: embajadores, presidentes de la república, políticos de todos los pelambres. Lo consultan, le piden consejos o simplemente porque quieren disfrutar de sus grandes dotes de conversador bohemio y experto asador de carnes. Sin querer queriendo, León se convirtió en un reportero de la gran conversación pública que es la política. Y en esa trayectoria no sólo tuvo en frente suyo a la farándula del establecimiento, sino así mismo a otras criaturas allende la frontera de las porosas instituciones republicanas: guerrilleros, paramilitares, mafiosos.

León no es sólo un exquisito conversador, también tiene buena garra para escribir. Ya en una ocasión perpetró una novela con título de tango arrabalero y ahora aprovecha la técnica narrativa para contar la historia de las últimas décadas en clave autobiográfica. Lo mismo que hizo Petro en Una vida, muchas vidas. No recuerdo si Petro menciona a León, pero León si menciona a Petro. Al menos en el subtítulo vendedor: “Petro y los secretos de la izquierda en su camino a la presidencia”.  Ya adentro sólo aparece al principio y al final, como el alfa y el omega.  Ni siquiera en el capítulo sobre parapolítica el autor permite que el hoy presidente se robe el show. La Bogotá Humana es despachada en un párrafo.  El cambio climático, que vertebra el pensamiento del líder del Pacto Histórico queda completamente excluido del horizonte temático de la obra. Y en cuanto a los “secretos”, bueno pues, ¿qué creían? En Colombia todo se sabe. Y lo que no se sabe, este texto tampoco lo revela. Así que, estimado lector, si vas a leer el libro no esperes grandes primicias, pero sí hay detalles interesantes que le ponen condimento a la narración.

!La tesis central del libro es la transmutación de una “vieja izquierda” a una “nueva izquierda”, idea que nos revela un problema conceptual de fondo».

No había terminado su discurso de posesión el actual presidente, cuando ya el libro que comento estaba en el asador. Semejante oportunismo editorial me puso escamoso. No hace mucho me llevé un chasco con un libro de Patricia Lara (Adiós a la guerra) que parece escrito en un mes, plagado de errores y armado con pedazos disímiles como una colcha de retazos. Pensé que éste sería un fiasco por el estilo. No lo fue. Desde luego que, comparado con la obra de Hernando Gómez Buendía (Entre la independencia y la pandemia, ver reseña), el breve libro de León Valencia se observa ligero y superficial, pues sobrevuela tangencialmente por múltiples episodios de nuestra historia, desperdiciando la oportunidad de profundizar.  Admito que ese defecto es una virtud para el típico lector colombiano y, de seguro, acolitado por Editorial Planeta.  Pero Valencia supera a Gómez en equilibrio frente al tema de las guerrillas, ya que el académico de Razón Pública tiene un sesgo notorio cuando sobrevalora a las FARC y subvalora a las demás guerrillas.    

Y hablando de lectores, creo que este texto ‘leonino’ no es apto para jóvenes ni para extranjeros por la cantidad de referencias que resultarían crípticas para ellos, pero no para un lector colombiano politizado mayor de 50 años que sí ha vivido los avatares de la escena política colombiana y conoce a sus personajes.  He allí el perfil del lector ideal de este libro.

La historia del conflicto colombiano ha producido abundante literatura. Aún así, tiene muchos vacíos. Nuestros historiadores tienden a ser centralistas, reflejando una característica del país.  También tienden a ignorar la historia militar y descuidan la variable tecnológica.  Por ejemplo, los aspectos tecnológicos ocupan un lugar central en la derrota de las FARC. El libro de León Valencia, un viejo eleno paisa, no escapa del todo de estos sesgos, pero aporta cierta perspectiva desde la historia del ELN y la pequeña guerrilla del MIR-Patria Libre en Antioquia y algunas zonas de la Costa Caribe.  Se anota un punto al describir una situación militar que sufren los elenos en 1989, producto de una innovación tecnológica de las FFMM y que marca un punto de inflexión en el devenir de la guerra.  Algo que no recoge el libro de María Elvira Samper dedicado por completo a ese año aciago (ver reseña de 1989 aquí).

León Valencia no es un renegado. A pesar de su evolución política personal, él no reniega de su pasado. Defiende la legitimidad del alzamiento en armas en su momento con la narrativa del cierre excluyente de la democracia formal producido por el Frente Nacional. Al llegar a la última década del siglo, Valencia aborda lo que yo llamo “la paradoja de los 90”: justo cuando hay la máxima apertura de la democracia colombiana, se dispara la guerra.  Una paradoja que las ciencias sociales aún no han logrado explicar.  Creo que en este texto, León aporta algunos elementos que ayudarían a explicar el fenómeno.

En general, el libro adolece de contexto internacional. Una falla grave tratándose de un país como el nuestro donde la izquierda y la derecha básicamente son imitadoras de modas globales, casi siempre con años de retraso.  Al abordar el ascenso de las izquierdas en el nivel local, el autor reconoce el fenómeno en un marco latinoamericano, pero cuando intenta estudiar casos de las grandes capitales, como Cali, Medellín y Barranquilla,  muestra un desconocimiento fatal.  El caso más patético es como le lava la cara y los pies al Cura Hoyos, un personaje condenado por corrupción, que fue desastroso para la historia de Barranquilla, destruyó el capital político de la izquierda y allanó el camino para que el Clan Char apareciera como el salvador y hegemonizara la política local desde entonces.

La tesis central del libro es la transmutación de una “vieja izquierda” a una “nueva izquierda”, idea que nos revela un problema conceptual de fondo. León confunde el concepto de “izquierda” (proyecto político) con “alternativo” (proyecto ético).  De ahí que mitifica a Mockus y le atribuye un rol que está lejos de tener en la historia de la izquierda, a la cual ni siquiera pertenece. No es casual que en esta historia de la izquierda, la “Ola Verde” no sea mencionada. Lo bueno es que en todo el libro tampoco aparece el concepto de “centro político”, tan caro a ciertos analistas por facilismo geométrico. Lo cual ratifica mi tesis de que en política el centro no existe.      

Coletilla teórica: coincido con Valencia en que China refuta a Acemoglu y Robinson (teoría institucional).     

@jsenior2020

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