Los pros y los contra de la reforma tributaria

Por DIEGO OTERO PRADA

Muy diligente fue el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, al presentar la reforma tributaria el 8 de agosto, con un texto sencillo que contrasta con las anteriores reformas, verdaderos acertijos para comprenderlas. El texto de esta reforma es simple, muy claro y fácil de seguir.

La reforma tiene puntos muy positivos:

  1. Es progresiva en lo que tiene que ver con los impuestos a las rentas de las personas.
  2. Elimina exenciones existentes a las empresas.
  3. Considera que las regalías no son un costo.        
  4. Rebaja la base para el impuesto al patrimonio, de 5.000 a 3.000 millones de pesos.
  5. Pone orden en las zonas francas.
  6. Aumenta el impuesto a las ganancias de capital.
  7. No modifica las tarifas para el IVA.
  8. Se mantiene el máximo mediante el cual las personas naturales declaran renta.

Se favorecen soluciones de mercado

Hay otros puntos de buenas intenciones pero que siguen una visión de solución mercado -propia de los economistas ortodoxos que creen que el mercado lo resuelve todo- que tiene que ver con los impuestos a las bebidas azucaradas, los plásticos y el impuesto al carbono.

El impuesto a las bebidas azucaradas

El impuesto a las bebidas azucaradas se fija en tres tramos: de 0 a 4 gramos por 100 ml, de 4 a 8 gr y más de 8 gramos. Es indudable que este impuesto perjudica monetariamente a las clases populares, que son las que más consumen este tipo de bebidas como parte de su dieta. Se dice que almuerzan con una Colombiana y un pan, y no hay sustitutos.

Son claras las razones de salud, no se pueden discutir. Ahora, que se coloque este impuesto no significa que su consumo vaya a desaparecer.

En países desarrollados se han hecho estudios sobre el impacto de estos impuestos y se encuentra que hay una reducción en el consumo, pero este no desaparece. O sea, esta solución de mercado no funciona totalmente.

Lo mejor es colocar normas obligatorias. Así, deberían prohibirse las bebidas con más de 8 gr de contendido de azúcar por cada 100 miligramos, por lo menos desaparecen las bebidas más peligrosas.  En paralelo, convendría efectuar una fuerte campaña preventiva y producir sustitutos.

El impuesto a los plásticos

Algo similar ocurre con el impuesto a los plásticos. La solución es típicamente de mercado. Lo correcto es prohibir los plásticos de un solo uso. Eso se hizo recientemente en España, donde se prohibió la fabricación de plásticos para cubiertos, vasos, bolsas…

Lo que busca la reforma es nuevos ingresos, más que una preocupación real por la salud, ya que con los impuestos no desaparece el consumo de estos productos, sino que los encarece, disminuye un poco su consumo, pero siguen consumiéndose bebidas azucaradas y utilizándose  los plásticos de un solo uso.

El impuesto al carbono

Lo mismo ocurre con el impuesto al carbono. En primer lugar, no se ha podido determinar por ningún estudio el valor óptimo de este impuesto, con variación en los cálculos de cero a 1.000 dólares la tonelada. Además, este tipo de impuesto es inequitativo porque afecta más a los estratos bajos y medios, al encarecer los bienes.

Lo ideal sería una tasa de carbono individual, dependiendo del contenido de emisiones de GEI de lo que consume cada persona.

La tasa de carbono al uso del carbón afectará el precio de la energía eléctrica de las plantas de carbón, con lo cual afectará las tarifas de energía eléctrica.

Y, como el carbón se utiliza para la producción de calor en hornos, que en Colombia se concentra en el sector alimentario, va a incrementar los costos de los alimentos. Afortunadamente da un tiempo hasta el 2025 para que entre en ejecución este impuesto para dar tiempo a sustituir el carbón en la industria, pero esto requiere facilitar el cambio de hornos de carbón a hornos de gas natural o energía eléctrica donde sea posible técnicamente, y el cambio cuesta plata. Hay algunas empresas que tienen hoy soluciones duales que no se perjudicarían, con la condición de que el costo del gas natural por una unidad de energía sea más barato que el costo del carbón. A 11 de agosto de 2022, la relación de precios favorece el uso del carbón en comparación con el gas natural y la energía eléctrica.

El impuesto a las exportaciones

En el sector minero, excepto el petróleo, no existen regalías variables dependiendo del precio internacional. Estas son muy bajas para el níquel, oro, carbón, plata y platino. Una solución era cambiar a regalías variables. Si esto se hiciera, habría más recursos para las regiones.

La solución de la reforma es un impuesto a las exportaciones que llega directamente al gobierno central.

En principio está bien que las ganancias extraordinarias no se queden en las empresas, pero podría mejorarse el texto, haciendo variable el impuesto a las exportaciones. Por otra parte, no está incluido el níquel, que ha sufrido incrementos notables y es un mineral necesario para producir paneles solares, y generadores de aire. Lo mismo con la plata y el platino.

Desvincular el precio de los combustibles de los precios internacionales

Podría aprovecharse la reforma para cambiar la metodología de la definición de los precios de los combustibles, el GLP y el gas natural distribuido, que podría dar lugar a unos 10 billones más de ingresos para el gobierno central, según una propuesta que he venido haciendo hace más de veinte años. Esta propuesta se basa, fundamentalmente, en cambiar el concepto de ingreso al productor según costos promedios en Colombia en lugar de los precios internacionales de los energéticos, que permite controlar en los aumentos en los precios, acaba con el Fondo de Estabilización y da más recursos para el gobierno central. Pero implica romper con la ortodoxia. Esto será tema de otro artículo.

Conclusiones

La reforma tiene un enfoque progresista, excepto por las objeciones aquí planteadas. Es progresiva en lo que tiene que ver con las personas naturales, la eliminación de unas exenciones injustificadas para el sector privado empresarial y las zonas francas.

Aunque tiene buenas intenciones con los impuestos a las bebidas azucaradas y los plásticos, es una solución de mercado no del todo eficaz, pues encarece los productos sin que se elimine su consumo.

Queda la duda sobre el impuesto al carbono, las sugerencias sobre el impuesto a las exportaciones de petróleo, carbón y oro, y la propuesta de desvincular los precios de los combustibles de los precios internacionales.

@DiegoOteroP

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