Los “cacareos” del huésped de la Casa de Nariño

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Después de escuchar el discurso de quien parece fungir como Presidente de la República de Colombia, en el marco de la instalación de la nueva legislatura, quedan varias reflexiones por hacer, ancladas estas en los silencios que guardó el huésped de la Casa de Nariño, o de <<Nari>>.

El discurso pregrabado de Duque Márquez resultó fatuo, pueril, vago, mendaz y alejado de la realidad. Pero observemos los silencios en los que incurrió quien después de dos años aún no logra asumirse de verdad, y mucho menos actuar como el Jefe del Estado. El saludo reverencial a Uribe Vélez se puede interpretar como un reconocimiento a quien realmente orienta, política y electoralmente, los destinos del país.

“No es el talante de un Jefe de Estado, menos si proviene de quien no deja de “cacarear” que él no está para <<insultos y agresiones>>. Imágenes tomadas de Noticias Uno

Entre las más dicientes omisiones de Iván Duque se cuenta que no saludó a las miles de víctimas que ya cobra el Covid19 en Colombia, muchas de estas sobrevinientes de los masivos contagios de aquel 19 de junio, Día sin IVA, que Duque promocionó y aupó; jornada en la que hubo masivas aglomeraciones en varias ciudades del país, en particular en la capital del Valle del Cauca, una de las urbes que contabiliza los mayores casos de contagio por la señalada enfermedad.

Tampoco hizo referencia a los 219 firmantes de las antiguas Farc-Ep que han sido asesinados por sicarios paramilitares, con la segura connivencia de autoridades estatales. Y menos se refirió al sistemático asesinato de líderes y lideresas sociales. Tanto su vago y fullero discurso como sus “olvidos” dejan entrever su desconocimiento de las complejas realidades de Colombia; la misma que Duque medio logró palpar, al repetir la estratagema democrática de su jefe y patrón político, de los consejos comunitarios que solo sirven para restarle legitimidad a los mandatarios locales.

Duque Márquez comparte la tesis negacionista del conflicto armado interno que impulsan los miembros del Centro Democrático, al hablar de los PDET y de las <<víctimas de la violencia>>. Al apelar a ese universal, Iván Duque desconoce las dinámicas del conflicto, porque al usar esa nomenclatura minimiza no solo las causas históricas asociadas al levantamiento armado en los años 60, sino las dinámicas de un conflicto armado cuyos actores, legales e ilegales, se degradaron en grado mayúsculo.  Su mutismo también se notó ante el proceso de implementación del Acuerdo Final y del desplazamiento del ETCR de Santa Lucía (municipio de Ituango), por las presiones y amenazas de grupos paramilitares.

Ahora bien, no solo guardó silencios, sino que enmascaró realidades inocultables. Y lo hizo al hacer referencia a los <<millones de árboles plantados en un proceso de reforestación que incluye a Parques Nacionales Naturales y a la promoción de un desarrollo sostenible>>. Miente Iván Duque si se tiene en cuenta que ambientalistas y autoridades locales o regionales vienen denunciando la progresiva deforestación que hoy sufren la Orinoquia y la Amazonia por cuenta de terratenientes, narcotraficantes, paramilitares y empresas agrícolas y ganaderas que pagan a campesinos y desempleados hasta un millón de pesos por hectárea talada. A lo que se suma la instalación del modelo de la gran plantación en la Orinoquia, a partir de la siembra de palma africana y caña de azúcar.

Al cambiar de tercio, haré referencia a dos hechos políticos que dejan entrever un quiebre institucional que acerca al gobierno de  Colombia a estadios autoritarios: ni el presidente de la Corte Constitucional ni el Procurador General de la Nación hicieron presencia en la instalación de la nueva legislatura. Estas dos inasistencias le restan aún más legitimidad a un mandatario que tan poca confianza y credibilidad genera; el mismo que es visto por la prensa internacional y  sectores políticos como el monigote de Álvaro Uribe Vélez

Un asunto sí queda claro: ser el principal huésped de la Casa de Nariño es una cosa y otra muy distinta ser y sentirse el presidente de la República de Colombia. Ayer quedó claro quién realmente opera los hilos del Estado.

Adenda: “Que la vieja estaba diciendo que dónde estaba yo, que si no estaba escuchando” así se refiere el presidente @IvanDuque a @AidaAvellaE. Lo citado entre comillas apareció en varias cuentas de la red twitter, y haría parte de la reacción de Duque ante la pregunta que lanzara la congresista Aída Avella, de si el presidente estaba escuchando su disertación. Ese no es el talante de un Jefe de Estado. Y mucho menos si proviene de quien no deja “cacarear” que él no está para <<insultos y agresiones>>.

mailto:@germanayalaosor

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