Por HUMBERTO TOBÓN*
Colombia, con 9,23%, está entre los primeros países del mundo con más alta inflación y es el sexto de Latinoamérica. Es una noticia terriblemente mala, entre otras razones porque esta inflación está influenciada por un encarecimiento del 23% en el costo de los alimentos en el último año, lo que significa un golpe demoledor para las familias más vulnerables, lo que se traducirá, necesariamente, en un freno a los esfuerzos por superar los índices de pobreza extrema para cerca de 6,1 millones de personas.
El Banco de la República de Colombia ha hecho lo que dice la receta teórica contra la inflación: aumentar la tasa de interés de intervención, buscando que el crédito sea más caro, desestimule el gasto de las familias y las lleve a desviar su dinero hacia el ahorro, dado que las tasas de captación han crecido.
Pero el esfuerzo del Banco de la República no ha tenido mayores efectos positivos en combatir la inflación, que anda disparada, y según los expertos del Banco Mundial es un fenómeno que se podría extender hasta 2024; en tanto, voceros de los gremios agropecuarios creen que en 2023 no será posible que los precios de los alimentos disminuyan sustancialmente, debido a la situación internacional del comercio de insumos básicos como los fertilizantes, materias primas y productos que Colombia ya no produce o produce en cantidades ínfimas.
El fenómeno de la inflación no es un acontecimiento exclusivamente local, por el contrario, está asustando al mundo entero, al punto que grandes grupos económicos, analistas de mercado, calificadoras de riesgo e inversionistas están hablando con insistencia de una recesión, afirmando que las señales previas para su ocurrencia ya se están viendo.
Una de esas señales es que con el alza constante de la tasa de interés por parte de las autoridades monetarias en casi todos los países, se está no solo desestimulando el consumo, sino también la producción, ante a los altos costos que deben asumir los productores, que se enfrentarán a un mercado de compradores cada vez más desconfiados, reacios e inseguros sobre el futuro próximo de la economía.
Una nueva recesión, dos años después de la acontecida por efectos de la pandemia de la Covid 19, creará un escenario muy dañino y frustrante para las expectativas que se han tejido frente a la recuperación de la economía y la generación de más y mejor empleo.
¿Qué tan posible será esa recesión? No es fácil tener una respuesta concluyente, pero lo que está aconteciendo con la economía China, debilitada por los confinamientos para evitar la expansión de la Covid 19; la guerra en Ucrania; la crisis de energéticos en Europa; las dificultades del transporte internacional y su efecto en la cadena de suministros; el cambio de tendencia en el empleo promovido por los trabajadores en los países desarrollados; y la inestabilidad de las bolsas, muestran un panorama enrarecido y muy propicio para una recesión mundial de imprevisibles consecuencias.
@humbertotobon
*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional.