Colombia es uno de los países más corruptos del mundo, además inundado de leguleyos tramposos. En este marco hay que entender la propuesta insólita y cínica de Luis Fernando Rosas, exsecretario de Cultura y condenado por corrupción, consistente en darle poderes especiales al presidente de la República para que otorgue “perdón judicial” a políticos sancionados por corrupción y a quienes participaron en las dinámicas del conflicto armado interno y que no estén compareciendo a las jurisdicciones especiales como Justicia y Paz y la JEP.
Lo que busca la propuesta, ya en manos de congresistas que le darían forma jurídica, es devolverles derechos políticos a los sancionados por haber cometido delitos contra la administración pública. Es decir, corruptos como el exministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias resultarían beneficiados con el “perdón presidencial”, lo que significa que podría volver a ocupar cargos públicos. La propuesta se hace, según Rosas, con el objetivo de “reconciliar al país y unirlo”.
De inmediato, el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe corrió a respaldar la iniciativa. El político antioqueño afirmó que amigos suyos y exfuncionarios de su administración que “no se robaron un peso”, perdieron sus derechos a ser elegidos por las sanciones penales recibidas. Ese falaz argumento lo esgrimen Uribe y otros políticos del Centro Democrático para el caso de Arias, alias Uribito. Es posible que Arias no se haya enriquecido con los dineros de Agro Ingreso Seguro, pero de acuerdo con la condena proferida por la Corte Suprema de Justicia, fue procesado y condenado por “celebración de contratos sin cumplimiento de requisitos legales y peculado por apropiación”. Con esa política pública, el gobierno de Uribe les devolvió favores a los empresarios que aportaron millonarias sumas de dinero a su campaña reeleccionista.
¿A son de qué habla el señor Rosas de reconciliación en una sociedad como la colombiana que deviene clasista y racista? El plebiscito por la paz de 2016 claramente demostró que a políticos del Centro Democrático, al propio Uribe y a varios medios de comunicación los movió el genuino interés de fracturar aún más a la sociedad, señalando que esa paz entre el Estado y las Farc serviría para que se instalara en el país el comunismo. ¿Qué le hace pensar a Rosas que correrán ríos de miel y leche y que nos abrazaremos como hermanitos después de que Petro perdone a los corruptos?
La iniciativa de Rosas resulta grotesca, impúdica, desfachatada, inconveniente e insultante. Hablar de segundas oportunidades a quienes robaron, malversaron millonarios recursos o diseñaron pliegos tipo sastre constituye una burla a los jueces y a los colombianos que rechazan el ethos mafioso que los políticos condenados naturalizaron en sus prácticas.
Dice Rosas que el presidente Petro ya sabe de su cínica proposición. Ojalá el jefe del Estado haga caso omiso y no respalde semejante esperpento social, jurídico y político. No merecen segundas oportunidades quienes cometieron delitos a sabiendas de que los estaban cometiendo y, sobre todo, que usaron sus investiduras para diseñar empresas criminales. Por el contrario, al Congreso hay que proponerle es que legisle para aumentar las penas a los funcionarios corruptos. Debemos unirnos para proscribir el ethos mafioso que en su momento guiaron las actuaciones y decisiones que tomaron Juan Fernando Rosas y Andrés Felipe Arias. Justamente, la propuesta del “perdón presidencial a los corruptos” va en el sentido de dividirnos más entre quienes minimizan la corrupción, y aquellos que creemos que como sociedad estamos llamados a proscribir las prácticas mafiosas.
@germanayalaosor