La desobediencia civil de Petro y la de Uribe

En Colombia hay una profunda desconfianza en la justicia, debido a una incapacidad estructural de los organismos de fiscalización y control para aplicar las leyes. En el ámbito específico de la corrupción, poco o nada se ve en la aplicación de penas ejemplares para políticos y funcionarios que han incurrido en delitos o atropellos a la moralidad pública.

Para completar el caos, como en un mundo al revés, quienes reciben el castigo son los que persiguen el crimen o los que investigan. Así pasó con los agentes de la Dijin que hicieron las interceptaciones al ‘Ñeñe’ Hernández y que luego fueron capturados, según la Fiscalía porque habrían interceptados líneas telefónicas que no hacían parte del caso y por lo tanto el procedimiento habría sido ilegal.

Peor aún lo que le ocurrió al sargento que denunció la violación de la niña embera por siete de sus soldados y apoyó a la comunidad indígena: fue retirado del Ejército.   

Según Petro, sobre la base del delito o del fraude electoral ningún gobierno es legítimo.

Algo similar pasa con el llamado que hizo senador Gustavo Petro a la desobediencia civil, tomando como justificación el fraude que contribuyó a darle la presidencia a Iván Duque. Según Petro, hubo una compra masiva de votos con dineros del narcotráfico, la cual fue descubierta por las interceptaciones legales que durante meses se hicieron al celular del ‘Ñeñe’ Hernández.   

Petro asegura que Duque no habría podido con el simple apoyo de Uribe, que esto le representa siete millones de votos, y que por tanto “Duque ganó con el fraude y las pruebas están en los nuevos audios que su amigo el Fiscal buscó rápidamente esconder y manipular”.

Y agrega: “Tal fue la impresión de la Fiscalía al redescubrir las grabaciones que desde hace dos años tenía ocultas Néstor Humberto Martínez, que el actual fiscal se apresuró a recortar una de esas grabaciones para tratar de implicarme en el proceso”.

Según Petro, Barbosa quería ensuciar las dos campañas para no investigar ninguna. Además, afirmó que sobre la base del delito o del fraude electoral ningún gobierno es legítimo, y por esa razón no reconoce la legitimidad del actual presidente de Colombia.

Ante su convocatoria a la desobediencia un gran número de medios criticó al senador por lo que llamaron “irresponsables llamados a sus seguidores”, y otros afirmaron que se trataba de “oportunismo disfrazado”.

Tal vez algunos editores o directores de medios tengan razón en que la propuesta de Petro podría ser “extrema” o inoportuna para la que vive hoy en día el país, pero pocos se detuvieron a analizar las razones que llevaron al líder de la Colombia Humana a plantear esta propuesta.

Él habla de un fraude, y todo indica que el fraude en efecto ocurrió, lo cual es un hecho muy grave en cualquier democracia, y a Petro le cabe razón en que cualquier fraude electoral cometido pone en entredicho la legitimidad del resultado final que se haya visto afectado.

Las grabaciones al Ñeñe Hernández permiten ver que hubo una poderosa maquinaria moviéndose para comprar votos y que a la cabeza estaba ese señor, y que en el cumplimiento de dicho propósito se invirtieron miles de millones de pesos “por debajo de la mesa”, en particular en los departamentos de Guajira, Cesar y Santander, sin que se descarte que situaciones similares pudieran estar operando en otras regiones del país.

Esto no se puede minimizar y menos lanzar al olvido, menos con los antecedentes que tenía el Ñeñe Hernández y las cuantiosas sumas de dinero que manejaba.

Sumado a lo anterior, se supo del ingreso de 300.000 dólares aportados por el empresario venezolano Oswaldo Cisneros al Centro Democrático, según “autodelación” de Nubia Stella Martínez, directora de ese partido, en interceptación -también legal- de una conversación de ella con la ya famosa Caya Daza, como lo puso en evidencia la Silla Vacía. (Vea la nota aquí).

En el mismo contexto, Gustavo Petro publicó un trino de Iván Duque donde, frente al llamado a la desobediencia lanzado por Uribe contra las conversaciones de paz que se adelantaban en La Habana durante el gobierno de Juan Manuel Santos, afirmó que “la resistencia civil no es violenta, es persuasiva y pedagógica”. Si la memoria no nos falla, frente a dicha convocatoria los medios no tuvieron una reacción similar a la reciente “indignación” que mostraron con Petro.

Es lo que hay.

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