Juan David Ochoa en su columna de El Espectador dice que “con el nombramiento de Margarita Cabello en la Procuraduría General de la Nación, el uribismo atenaza todos los poderes a sus conveniencias y directrices”.
Para Ochoa, “Cabello ocupará el atril de quien procura el control disciplinario de los funcionarios públicos y sanciona los excesos del poder, una ironía cruel después de haber omitido los protocolos necesarios para la extradición de Salvatore Mancuso desde el Ministerio de Justicia”.
El columnista asegura que “con el Poder Judicial a sus pies, el Legislativo rendido a las órdenes del lobby y el Ejecutivo respaldado por el Consejo Nacional Electoral y por la Comisión de Acusaciones, tienen el panorama libre en los próximos dos años restantes del poder para impedir que un advenedizo independiente, su mayor temor, los expulse de la comarca que han dirigido desde el principio del siglo sin mayores deslices”.
De otro lado, afirma que al tener todos los poderes en su dominio, ahora “pretenden agilizar el proyecto que permitiría el voto militar: una hecatombe que definiría oficialmente la dictadura que Uribe Vélez necesita para seguir respirando entre los escombros que le siguen desprestigiando el aura y la divinidad de su nombre”. Lea la columna completa aquí.