¿Hubo revancha de la derecha?

Por JORGE SENIOR

“La derecha va por la revancha” era el título de mi pasada columna en El Unicornio, un día antes de las elecciones. ¿La obtuvo?

Pasada una semana de las elecciones cada quien reclama la victoria, pese a que los principales partidos perdieron votación respecto a las elecciones territoriales de 2015 y 2019. Ese es el caso de los cinco partidos del establecimiento: Liberal, Conservador, de la U, Cambio Radical y Centro Democrático, del partido semi-alternativo Alianza Verde y de la izquierda que no tiene partido fuerte sino una montonera de partiditos (esta vez la carpa llamada “Pacto Histórico” no funcionó sino a medias y de manera confusa). Ese descenso se explica por el aumento de partidos con personería jurídica que ha generado un sistema multipartidista exagerado, con decenas de opciones políticas, como ya había sucedido en los años 90. Ahora estamos en una segunda oleada de proliferación, alcahueteada por el CNE, que afecta negativamente el ejercicio electoral democrático.

Las elecciones del 29 de octubre no arrojaron un ganador ni un derrotado contundentes. De hecho, sus resultados son muy similares a los del 2015, como veremos adelante. El análisis numérico evidencia que el único partido que escasamente superó los dos millones de votos fue el Liberal, mientras los otros seis sectores oscilan entre uno y dos millones. Ese es el panorama fragmentado en siete pedazos de la realidad política nacional. Sin embargo, el análisis numérico se ve distorsionado por el tráfico de avales y las coaliciones de oportunidad que fluctúan de un departamento a otro. Ya los partidos no se la juegan de frente, sino que tienen tantos disfraces como si fueran a una fiesta de Halloween.

No fueron elecciones históricas, pues no hubo viraje alguno, como proclaman algunos ilusos alborotados. Lo único histórico es que por primera vez se hicieron elecciones locales bajo la responsabilidad de un gobierno nacional de coalición liderada por la izquierda. El balance es muy bueno: fueron unas elecciones normales, en paz, con garantías, que deja en ridículo las cadenas de pánico sobre la “dictadura de Petro” y el “desbarajuste del país por la izquierda”.

No obstante, para el progresismo queda un sinsabor. En los resultados de Medellín y Cali sí se observa una revancha de la derecha. No puede decirse lo mismo de Bogotá donde lo que hay es un continuismo de centroderecha que ya alcanza tres períodos, como lo tuvo la izquierda con el Polo y Petro entre 2004 y 2015. Igual en Barranquilla con la sólida hegemonía de la Costa Nostra, tras la debacle decepcionante del Movimiento Ciudadano del cura Hoyos. Esas cuatro ciudades capitales y sus departamentos con sus siete cargos constituyen la vitrina principal de las elecciones territoriales y vamos a centrar el análisis en ellas, examinando los últimos cinco cuatrenios.

En las elecciones de 2003, cuando el fenómeno político de Uribe copaba el nivel nacional, los resultados mostraron triunfos alternativos con Lucho Garzón en Bogotá, Sergio Fajardo en Medellín, el Movimiento Ciudadano en Barranquilla, Angelino Garzón en el Valle del Cauca y Anibal Gaviria en Antioquia.  

En 2007 también hubo resultados refrescantes con Samuel Moreno en Bogotá y Alonso Salazar en Medellín, quienes daban continuidad a los alcaldes salientes, y además se sumó el triunfo de Jorge Iván Ospina, exM19, en Cali. En ese momento el triunfo en el Atlántico del liberal Eduardo Verano contra la maquinaria de José Name Terán, máximo representante de la politiquería local, también aparecía como renovador.

En este punto el lector debe pensar que estoy calificando con ingenuidad y demasiada blandura a “los alternativos”. Y es que, en efecto, los personajes que representaban la supuesta oxigenación de la política terminaron evolucionando hacia la corrupción o deslizándose hacia la derecha. Por ejemplo, Guillermo Hoenisberg en Barranquilla y Samuel Moreno en Bogotá terminaron presos. Por otro lado, adelantándome a los siguientes períodos que aún no he mencionado, vemos que personajes como Sergio Fajardo, Lucho Garzón, Angelino Garzón, Aníbal Gaviria, Eduardo Verano o Claudia López con el paso de los años fueron deslizándose hacia la derecha. Lo mismo puede decirse de Enrique Peñalosa y Luis Pérez, que antes del período que estamos analizando fueron elegidos como opciones alternativas. Esto muestra una característica estructural del sistema que es la capacidad de cooptación de quienes llegan al poder ejecutivo.

El punto es que aunque los votantes pequemos de ingenuos cuando apoyamos a figuras aparentemente progresistas, esos votos sí son progresistas en su intención, sea lo que sea que el elegido haga después.

En 2011 tuvimos el significativo triunfo de Gustavo Petro a la alcaldía de Bogotá y la repetición de la dupla paisa de Fajardo y Gaviria, ahora invertidos, con el primero en alcaldía y el segundo en gobernación. Además en el Atlántico ganó la gobernación un empresario liberal no subordinado al clan Char, José Antonio Segebre, quien venció al uribista Jaime Amín. Segebre en 2022 apoyó a Petro en segunda vuelta, a diferencia de Verano, y ahora en 2023 apoyó al candidato enfrentado a Verano.   

En números podemos ver que en los tres períodos de 2004 a 2015, de un total de 21 cargos en juego, fueron elegidos 13 candidatos que en mayor o menor grado representaban aires de renovación, independencia y alternatividad. Y eso sucedía mientras en el nivel nacional el uribismo ganaba tres elecciones presidenciales en seguidilla. Lo cual demuestra que las elecciones territoriales suelen tener una lógica muy diferente a las nacionales.

En contraste, los resultados de 2015 muestran que a pesar de la derrota del uribismo en 2014, la derecha ganó en las locales. Quizás el único triunfo relativo fue que Luis Pérez le ganara al candidato uribista en Antioquia.

En el 2019 los resultados de Bogotá, Medellín y Cali, en pleno gobierno uribista, mostraron que sus votaciones derrotaron a la extrema derecha por medio de Claudia López, Daniel Quintero y la repetición de Jorge Iván Ospina. Que Ospina y López decepcionaran durante la pandemia, el estallido social y la pospandemia, ya eso es otra cosa.

Los resultados de 2023 parecen calcados de los de 2015. Federico Gutiérrez, Dilian Francisca Toro, Alex Char y Eduardo Verano repiten su triunfo de entonces. Sólo Luis Pérez no logró repetir. Mientras que Eder entra por Armitage y Galán por Peñalosa. Así que no hay novedad alguna en lo sucedido hace una semana.

Si en la primera mitad del período analizado (2004-2015) hubo 13 triunfos “refrescantes” de un total de 21, en la segunda mitad (2016-2027) hubo apenas cuatro.Todo indica que lo local parece ir en contravía de lo nacional.

Finalmente, el análisis de las elecciones locales en las cuatro principales regiones en lo que va del siglo XXI, muestra que al votante le gusta repetir, quizás siguiendo el adagio que dice “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Peñalosa, Pérez, Fajardo, Ospina, Toro, Elsa Noguera y Angelino Garzón fueron repitentes y Verano, Char y Gaviria coronaron tripletas. ¿O será que más bien aplica el otro adagio según el cual “al que no quiere caldo… se le dan dos tazas”?   

@jsenior2020

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