Por SANDRA GARCÍA
Últimamente se ha extendido por redes sociales los términos “mujer y hombre de alto valor” para referirse a los estándares que deben cumplir hombres y mujeres si desean tener buenas y duraderas relaciones románticas. Cientos de vídeos, artículos y reels enseñan a subir el nivel, obtener valor y convertirse en la persona que todos desean como pareja.
Ingresos altos, bienestar psicológico, metas rápidas, propiedades a corta edad, disciplina rigurosa, son puntos importantes si deseas aumentar tu valor relacional. Así como seguir ciertos estilos para vestirse, pensar e incluso actuar; un nuevo modelo que no envidia para nada el Manual de la buena esposa usado en los años 50 del siglo pasado. Tips enfocados a que la mujer pueda conseguir un hombre (masculino) proveedor que no coarte su libertad, y para que los hombres puedan encontrar a esa mujer (femenina) tenue y perfecta para el matrimonio.
Un fenómeno que muchos jóvenes ven aceptable, buscando desesperadamente cumplir con parámetros que se alejan de toda realidad social, psicológica, política, económica y, sobre todo, relacional. Subir de “valor” no sólo aplica para conseguir una buena pareja, también de manera poco disimulada para tener la suerte de cambiar de posición socioeconómica, alimentando el machismo social y las relaciones por conveniencia.
Estos nuevos términos están incluidos en la charlatanería de la filosofía de la «superación personal». A la par con la eterna felicidad, el positivismo tóxico, la romantización de la vida, el vende todo y viaja, son conceptos irreales, utópicos e imposibles de cumplir para la mayoría, tanto a corto como largo plazo, pues no contemplan variables externas que afectan al individuo, ni tampoco los procesos internos y la manera en que puede o no desenvolverse cada ser humano.
No alcanzar estos propósitos y estándares sociales desmedidos desencadenan estados de depresión, frustración y ansiedad, así como la pérdida de identidad. Las redes sociales saben crear mundos ilusorios, que nos hacen suponer que la suerte de alguno es o debería ser el común denominador de todos y que, si un individuo alcanza un supuesto estado de felicidad, progreso o éxito, es porque hizo lo correcto y siguió ciertos pasos, cuando en realidad es la aleatoriedad y la probabilidad de la misma existencia lo que muchas veces determina nuestro futuro.
Otro dato interesante en este nuevo manual de comportamiento relacional es el ataque al feminismo desde una perspectiva netamente capitalista, alegando que la búsqueda de libertad de la mujer ha terminado en una sobreexplotación de sí misma, ya que en muchos casos la mujer no solo es responsable del hogar, sino también de las responsabilidades económicas. Un evidente problema gracias al desconocimiento, la mala fama que el patriarcado proyecta sobre el feminismo y la inmensa irresponsabilidad de los hombres que paternan en complicidad con los estados.
El feminismo busca siempre la paridad, la igualdad de responsabilidades dentro de la estructura familiar, incluyendo el cuidado y la economía, cosas que son mal vistas por las personas machistas. Devolverse al pasado y poner un valor comercial a la mujer y a las relaciones no soluciona un problema. Al contrario, se vuelve a crear una separación femenina que empieza a determinar el merecimiento según el valor que la sociedad le dé a cada mujer, reviviendo no solo el machismo arcaico, sino el clasismo y el racismo hacia las mujeres que no pueden cumplir con estos estándares. Esto trae implícito el retroceso de la libertad y la dignidad de la mujer, ejerciendo más presión sobre ella y las demás, forzándolas a cumplir prototipos basados en estereotipos sociales hegemónicos y no en errores propios de una lucha.
Todos los seres humanos manejamos rangos de alto valor para los que de verdad nos aman, todas las mujeres tenemos alto valor, tanto si es una mujer instruida de clase alta como una sin formación académica que sostiene a su familia con su trabajo. Todas merecemos relaciones sanas, respetuosas, parejas que nos valoren, que nos aporten y que asuman sus responsabilidades, así cumplamos o no con los estándares sociales.
El amor en pareja, más que un acuerdo económico, más que disciplina y metas, es autenticidad para no aburrirse, empatía para comprender, habilidad para trabajar en equipo, vulnerabilidad para matar el ego. El amor es libertad. En estos 13 años de matrimonio he tenido siempre como lema de vida una frase de la anarquista Emma Goldman: ¿Amor libre? Como si el amor fuera todo menos libre. El hombre ha comprado cerebros, pero todos los millones del mundo no han bastado para comprar el amor.
@ladytron26