El fin del crecimiento demográfico

Por JORGE SENIOR

Después de la explosión demográfica que se inició en los años de la posguerra mundial, la humanidad se apresta a llegar al final de su crecimiento poblacional. Es una excelente noticia si consideramos que durante el último medio siglo la superpoblación ha sido una preocupación que directamente repercute en una serie de problemas ambientales y socioeconómicos.

En 1900 había menos de dos mil millones de personas en el mundo y el año pasado pasamos los ocho mil millones. En 120 años nos multiplicamos por cuatro, a pesar de guerras mundiales, pandemias y crisis económicas. En 1950 nacieron 92 millones de bebés y, desde entonces, no hizo más que incrementarse la cifra anual. Fue el famoso baby boom, en el cual me incluyo como buen boomer. Sin embargo, en la última década parece haberse alcanzado el pico de nacimientos, sobrepasando los 140 millones al año, para disminuir un tanto posteriormente. En 2022 nacieron ‘apenas’ 134 millones de Sapiens en el planeta. Se espera que ese récord por encima de los 140 millones nunca más vuelva a ser batido. Al parecer hemos pasado el punto de inflexión de la curva de nacimientos.

A pesar de lo dicho, la población seguirá creciendo en las próximas décadas debido a que el número de muertes sigue siendo muy inferior al número de nacimientos gracias a la sanidad y la medicina científica. Por ejemplo, en 2022 murieron 67 millones de personas, es decir, prácticamente la mitad que el número de nacimientos. Por tanto, el año pasado la población creció en unos 66 millones, equivalente a 0,84%. No obstante, a pesar de que la longevidad está aumentando, el número de muertes se seguirá incrementando en las próximas décadas, a medida que nosotros los boomers vayamos “estirando la pata”. Y es que debido a la transición demográfica se ha producido un envejecimiento de las poblaciones, es decir, la proporción de personas de la tercera edad ha aumentado respecto a los demás segmentos etarios. Es la famosa pirámide poblacional invertida que representa un dolor de cabeza para los economistas que formulan políticas y planifican el sistema pensional de los países que entran a esta fase.

Este fenómeno demográfico se presenta en forma bastante similar en todos los continentes, menos en África. En el continente africano, cuna de la humanidad, aplica aquel poema de Julio Flórez que decía “todo nos llega tarde”. En ese territorio la explosión demográfica fue posterior, mientras el aumento de longevidad y el envejecimiento de la población están avanzando lentamente. Hoy por hoy, en términos demográficos, África es el continente más joven, hecho que le favoreció durante la pandemia de Covid19.

En todo caso, según las proyecciones de las Naciones Unidas, con los nacimientos estabilizados y las muertes aumentando por las razones antedichas, las dos curvas gobales se encontrarán en algún momento de la segunda mitad de este siglo. Y a partir de entonces la población de Homo Sapiens dejará de crecer en el planeta Tierra. Podría estabilizarse en una cifra entre diez mil y once mil millones de individuos.

El lector puede ver las gráficas interactivas de los datos mencionados y de la evolución por continente en el magnífico portal de información estadística Our World In Data.

Varias preguntas surgen de este panorama y nos invitan a la reflexión y a ejercitar la futurología. ¿El fin del crecimiento demográfico, cómo impactará el crecimiento económico? ¿El final de la transición demográfica tiene relación con la teoría del decrecimiento que la ministra de minas y energía, Irene Vélez, mencionara hace algunos meses? ¿Puede la sociedad capitalista amoldarse a los nuevos desafíos? ¿Cómo incidirá el cambio climático en este futuro cercano?

De acuerdo con la teoría de Gustavo Petro sobre el capital fósil, la única solución es política, tomando decisiones regulatorias desde una eventual gobernanza mundial para acelerar la transición energética y descarbonizar la economía a marchas forzadas. No nos consta que el presidente y estadista se adhiera a la teoría del decrecimiento, aunque a veces pareciera insinuarlo. Lo que sí nos consta es que en ese análisis falta la variable más importante: la tecnología. Y esa variable es muy difícil de predecir, por lo que cualquier respuesta a las preguntas del párrafo anterior tendrá una alta dosis de especulación. Lo que sí es seguro es que para que la humanidad enfrente exitosamente esta épica encrucijada del Antropoceno necesitará combinar la solución política y la tecnológica.

Así por ejemplo, nuevas tecnologías de sumideros de carbono podrían equilibrar la química de la atmósfera, aún si la transición energética no es tan ágil como anhela el estadista colombiano. El avance de la tecnología también permite que el crecimiento de la calidad de vida y de los consumos funcionales no implique un aumento proporcional de la extracción de materias primas y del consumo de energía. La innovación tecnológica puede empujar los aparentes límites termodinámicos de nuestra civilización hacia un horizonte milenario (al menos desde una perspectiva optimista). Así como el cambio tecnológico incrementa la productividad, del mismo modo hace más eficiente el consumo: hacemos más con menos, como nos lo enseña la electrónica. Por lo tanto, una idea compleja del decrecimiento no lo equipara a un frenazo, sino a una reconversión de la base tecnológica civilizatoria en el marco de una economía circular. En últimas, lo que tiene que decrecer es la carga sobre los ecosistemas, la presión sobre el medio ambiente.

Pero la tecnología también tiene el potencial de generar problemas inéditos. Por ejemplo, ¿qué tal que la medicina regenerativa logre vencer el envejecimiento y permita una cuasi-inmortalidad, el anhelado sueño de la humanidad? Entonces la buena noticia con la cual empezó esta columna se iría al traste y se produciría un shock demográfico de consecuencias impredecibles. Si el lector tiene la imaginación de un autor distópico, combine semejante perspectiva con la inmensa clase inútil desplazada por la IA que mencionamos en una columna anterior. ¿Qué será de nosotros cuando el destino nos alcance? Mejor colgar los guayos que terminar como galletica de Soylent Green.

@jsenior2020

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