Duque y Cuba: entre terco e ignorante

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Ya son varias las ocasiones en las que Iván Duque Márquez exige al gobierno de Cuba la extradición de la dirigencia del ELN que se encuentra en esa isla. Huelga recordar que hasta allá se trasladó en su momento la mesa de diálogos entre los negociadores de esa  guerrilla y los del gobierno de Juan Manuel Santos, ante el intempestivo retiro del apoyo político y logístico de la administración de Lenín Moreno, presidente del Ecuador.

Ser Jefe de Estado y actuar en consecuencia obliga a quien tiene esa investidura, a actuar con mesura, inteligencia y sobre todo, con sentido histórico.

Después del execrable atentado dinamitero contra la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional, perpetrado por ese grupo subversivo, esa parte de la delegación guerrillera se quedó en la isla caribeña en virtud del rompimiento de la negociación que había empezado en territorio ecuatoriano.

La insistencia de Duque al gobierno Díaz-Canel lo hacen ver como un ignorante frente a un imposible jurídico-político: Cuba, como país garante de esos diálogos de paz, no puede desconocer los protocolos firmados entre el Estado colombiano y el ELN, con el respaldo político de Noruega.

La insistencia de Duque Márquez en tan espinoso asunto no solo lo hace ver como un ignorante, sino como un político testarudo. Testarudez que se explica en que jamás se ha sentido como estadista. Si así fuera, entendería que ningún Estado que sirva como garante de un proceso de paz puede violar o desconocer los protocolos firmados entre las partes que se sentaron a dialogar para poner fin a las hostilidades.

Ser Jefe de Estado y actuar en consecuencia obliga a quien tiene esa investidura, a actuar con mesura, inteligencia y sobre todo, con sentido histórico. Y Duque se ha demostrado así mismo que su paso por la Casa de Nariño o de Nari, obedece más a un capricho del uribismo por poner en el Solio de Bolívar no solo a un intransigente e indocto en temas de relaciones internacionales y derecho internacional, sino a un hombre sumiso al que no le interesa hacer historia como Jefe de Estado, porque solo vive pendiente de cumplir las órdenes de sus dos patrones (Uribe y Sarmiento Angulo), en particular las que a diario le musita al oído el latifundista de Salgar.

Parece ser que los seguidores de Uribe desconocen qué es eso de ser Jefe de Estado. El mismo Uribe jamás se sintió cómodo al ostentar por ocho años esa dignidad, pues mandó en este país como si lo estuviera haciendo dentro de los límites de El Ubérrimo. Lejos estuvo el vulgar caballista de actuar como Jefe de Estado. Por ello no podemos esperar mucho de Iván Duque, quien cada día que pasa deja en claro, por su ignorancia y testarudez, que su intención es parecerse a quien lo puso en la Casa de Nari.

@germanayalaosor

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