Desromantizar la maternidad: una madre subversiva

Marzo es el mes perfecto para hablar sobre libertad femenina, un tiempo conmemorativo de las luchas femeninas en todos los países, así como las violencias a las que en pleno siglo XXI seguimos expuestas.

Un mes que va más allá del mansplaning sobre cómo y qué es ser mujer, la cursilería de las flores y chocolates o la repugnante canción de Arjona (¡Mujeres!) que suena como himno patriarcal cada año, y regalos baratos que pretenden limpiar las manos de la sociedad ante una situación compleja.

La romantización de la maternidad es un tema con alto nivel de tabú y violencia de género, silenciado de generación en generación. El temor de muchas mujeres a expresar sus verdaderos sentimientos y pensamientos sobre la maternidad, sin ser calificadas de inhumanas o malas madres, las hace reproducir la violencia que vivieron sus madres, abuelas o mujeres cercanas. Aunque el apoyo generacional femenino en los procesos maternos es fundamental, muchas agresiones se han instalado como un proceso de lo supuestamente correcto y natural que toda mujer debe vivir.

Desde niñas nos hicieron creer que la maternidad nacía exclusivamente de la emocionalidad y el instinto, anulando la racionalidad, dejándola como una cualidad netamente masculina que le impedía “biológicamente” al hombre tener una conexión profunda con lo maternal. Un mito que es y sigue siendo la base de la discriminación de lo femenino.

Violencia psicológica: los hijos no son bendiciones

Desde el primer instante en que una mujer comienza su vida sexual y el proceso de planificación, empieza la violencia. Los comentarios misóginos que acusan a la joven de promiscua o “zorra”, pasan en cuestión de pocos años a señalamientos egoísmo por no querer tener hijos. Los duros procesos físicos y hormonales por los que pasa una mujer en el embarazo vienen acompañados de todo tipo de comentarios sobre su cuerpo, crianza y momento del parto, incluso con reproches familiares, violencia y abandono por parte de la pareja.

La violencia gineco-obstreta y el dolor al parir no desaparece al ver la cara del recién nacido, como muchas dicen. Es un desgaste físico y psicológico que contribuye a desencadenar una depresión post parto. La familia se reúne en torno al recién nacido olvidando por completo las necesidades de una mujer que sin derecho a quejarse empieza el cruel papel generacional de la madre abnegada, una mujer que se consume lentamente priorizando las necesidades de sus hijos hasta anularse.

Una madre abnegada que frustra y sacrifica todo por el bienestar de su familia, al punto de admitir violencias por parte de sus hijos y parejas, una romantización de la maternidad.

Violencia profesional y económica: Los hijos no vienen con el pan bajo el brazo.

Los sueños, deseos, anhelos profesionales mueren o se ven limitados ante la carga de la maternidad. La crianza aún en estos tiempos recae mayormente sobre la mujer, lo cual le impide desarrollar tranquilamente su actividad profesional o económica, escoger entre su libertad financiera o el acompañamiento en la crianza de sus hijos se convierte en una difícil elección, ya que si se inclina por su profesión es considerada una madre egoísta y si se dedica a labores del hogar es considerada una mantenida. El abandono de los estudios o trabajos, el rechazo de los empleadores hacia la mujer en embarazo o con hijos es violencia social de la cual no se habla, aunque el embarazo no es una enfermedad si requiere cuidados especiales.

 No sorprende las altas cifras de denuncias alimentarias, miles de hombres que no ejercen su paternidad ni psicológica, ni económica, utilizando como excusa el empoderamiento laboral femenino para ser negligentes y deshacerse de su responsabilidad, llegando incluso a acusar a la mujer de ser irresponsable por elegirlos como padres de sus hijos.

Violencia social: No existe la madre perfecta

La presión social no puede esperar, el concepto de mujeres perfectas y multifuncionales está a la orden del día, rutinas diarias abrumadoras e irreales que se establecen como un patrón en la maternidad, miles de actividades en las cuales no existe un tiempo para sí mismas: Cuerpos perfectos, casas impecables, emprendimientos exitosos, acompañamiento total de los hijos, reconocimiento profesional, son estándares que la sociedad impone a la mujer y que ni siquiera el patriarcado ha logrado cumplir a cabalidad en tantos siglos.

Una madre subversiva

Hoy, en el día internacional de la Mujer, convoco a la subversión maternal: madres subversivas que tiren a la basura la presión social, que entiendan que no existen parámetros y que la maternidad es un proceso único e individual. Mujeres subversivas que se prioricen y no teman expresar sus sentimientos; la frustración y el enojo son tan válidos como el amor y la entrega.

Madres, no abandonen sus sueños. Entiendan que trabajar en el hogar no significa admitir violencia por parte de su pareja, comprendan que los hijos solo ocupan una parte de nuestras vidas y de la totalidad de lo que somos. El amor propio y nuestra individualidad es y debería ser innegociable.aq

@ladytron26

Sobre el autor o autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial