Un día antes de que la Corte Suprema de Justicia se abstuviera por segunda vez de elegir a la nueva fiscal, se le escuchó esto en Noticias Caracol al exmagistrado y político Jaime Arrubla: “Cuando a usted le mandan una terna de gente muy clara, muy prestante, que conoce el Estado, eso facilita. Pero cuando le envían una terna de tres señoras, pues… no nos olvidemos que el fiscal general es uno de los más altos cargos de la nación. No es una persona que va a llevar expedientes. Esas tres señoras están enseñadas es a llevar expedientes”.
No sobra recordar que Arrubla fue el secretario jurídico de la Presidencia de Andrés Pastrana, luego se lanzó a buscar la alcaldía de Medellín por el Partido Conservador y quedó de último, pero en 2004 se hizo elegir magistrado de la Corte Suprema, de la que fue su presidente entre 2010 y2011.
Del pronunciamiento que acabo de citar, prestemos atención a tres palabras: clara, prestante y señoras. Haré un análisis semiótico, donde el primer significante es, como ya dije, “clara”: por sustracción de materia se concluye que las integrantes de la terna no son personas claras, sino todo lo contrario, oscuras. O sea: según Arrubla la terna debe estar integrada por personas claras, no oscuras.
El segundo significante es “prestante”, cuyo significado es de Perogrullo: él sí es un jurista prestante, ellas no lo son. Si el diccionario RAE define prestante como algo “de calidad superior entre los de su clase”, Arrubla ve a las juristas ternadas como de calidad inferior.
El tercer significante es “señoras”, con toda la carga peyorativa que les cae, pues asume que no son tres abogadas ilustres sino simples señoras, de esas que hacen mercado y luego se van pa’ la casa a tender las camas y prepararle la comida al marido. Además, tres señoras a las que les rebaja su condición laboral a la de secretarias sumisas, pues “están enseñadas a llevar expedientes”.
Mientras el debate venía girando en torno a si la demora para elegir fiscal se justifica, en consideración a que queda encargada una persona que según investigaciones periodísticas muy serias la muestran protegiendo a narcotraficantes del sur del país, este señor Arrubla desde una posición nada prestante y con oscuras intenciones, quiere hacerle creer al país que el problema no reside en la señora Martha Mancera sino en la calidad de las ternadas, humillándolas en actitud misógina, para dar a entender que la Corte debería solicitarle una terna diferente al presidente Petro. Una que no contenga señoras, mejor dicho.
Digámoslo a calzón quitao, esas palabras del señor Arrubla constituyen una arremetida del Establecimiento conservador colombiano contra cualquier intento de cambio en el manejo de la justicia que pretenda salirse de su control. Arremetida por ahora verbal, pero sintomática de una situación que se ha prestado para ser calificada de ruptura institucional, y de algún modo ligada al golpe de Estado blando en el que poderosos medios de comunicación parecen estar colaborando de manera entusiasta.
Basta ver por ejemplo el cubrimiento sesgado de Noticias Caracol por el plantón que un grupo de manifestantes hizo frente al Palacio de Justicia después que se supo que la Corte seguía postergando la elección. Hubo en efecto tres personas de dudosa procedencia que intentaron bloquear la entrada al edificio, pero fueron neutralizadas por los mismos marchantes, y la situación no daba para hablar de asedio ni de secuestro, mucho menos para afirmar -como se dijo- que estuvo en peligro la vida de los magistrados.
Pregunté en un trino reciente cuál podría ser el antónimo de Suprema que le cabe a la Corte ídem, durante estos días de incertidumbre en que tienen al país frente a algo tan sencillo como elegir fiscal. Y apareció la palabra “insignificante”. Exactamente, el más alto tribunal se está portando como si fuera no la Suprema sino la Corte Insignificante de Justicia.
Parte de la insignificancia es escucharle al presidente de la Corte, Gerson Chaverra decir en rueda de prensa que “sería yo ‘acsolutamente’ irresponsable comprometerme con una fecha de elección”. Él solito no decide, es cierto, pero algún peso debe ejercer en la votación el hecho de tener a dos hermanos suyos trabajando en la fiscalía del Chocó. Y sin pasar por alto que, según Ramiro Bejarano, columnista de El Espectador, Chaverra es “cercanísimo amigo” del expresidente Andrés Pastrana. En cambio, según Daniel Coronell, “a diferencia de Francisco Barbosa hace cuatro años, nadie puede decir que alguna de las tres juristas es amiga del presidente, ni siquiera cercana”. (Ver video).
¿A dónde pretendo llegar con esto? A lo siguiente: es indudable que estamos frente a un actuar muy sospechoso -y reiterado- de la Corte Suprema de Justicia, donde queda en evidencia que entre la mayoría de sus miembros parece haber un acuerdo soterrado para dilatar, dilatar y dilatar, con artilugios como el voto en blanco o manteniendo votaciones con resultados continuos de minoría controlada, para que ninguna de las tres ternadas alcance los 16 votos requeridos.
Llámese responsabilidad institucional o deber patriótico, lo cierto es que la Corte Suprema está en la obligación moral de elegir el remplazo de Francisco Barbosa en la fiscalía general, porque el vacío de la interinidad deja en el cargo a una señora a la que gracias al conocimiento que se tiene de su actuar muy cercano a lo delictivo, podría caberle el calificativo de criminal.
Si el próximo 22 de febrero en tercera sesión ordinaria de sala plena los togados tampoco logran concretar la elección definitiva de la nueva fiscal, quedará ya con emanaciones de carroña lo que afirmé en otro trino, citando a Hamlet: “Algo huele mal en Dinamarca”.
Sin cambiar de tema y a modo de remate, ¿vieron que en esta columna apareció dos veces el nombre de Andrés Pastrana, la primera con Jaime Arrubla como secretario jurídico de Presidencia y la segunda como “cercanísimo amigo” del actual presidente de la Corte Suprema, Gerson Chaverra? Llamativa coincidencia, ¿no les parece?
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