Siempre que se habla de robots asesinos nuestra imaginación nos lleva a cine y llegan a la mente Terminator, Matrix, Blade Runner y otras producciones de ciencia ficción. Sin embargo, esta tecnología de nombre hollywoodiense está lejos de ser fantasía, pues se trata de una industria militar con alto potencial y organismos como Human Rights Watch (HRW) ya solicitan su prohibición.
Los robots asesinos -algunos con apariencia humana- son armas destructivas por completo autónomas, que pueden seleccionar o atacar a un enemigo sin la intervención significativa de su creador o manipular. Pueden ser drones u otro tipo de dispositivos, así los define BBC Mundo.
El Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, ha instado a los países del orbe a prohibir el desarrollo de armas programadas para atacar a determinados seres humanos, y califica estas armas como “moralmente reprobables y políticamente inadmisibles”.
Según un informe de HRW, los robots asesinos “enfrentarían obstáculos importantes para cumplir con las leyes internacionales humanitarias y de derechos humanos, y crearían un vacío en la rendición de cuentas. Además, la perspectiva de armas que podrían tomar decisiones de vida o muerte genera indignación moral, y las ventajas militares esperadas de las armas podrían crear riesgos injustificables”.
De acuerdo con la ONG Pax, “si no frenamos la carrera armamentística para desarrollar robots asesinos, los resultados serán “catastróficos” para la humanidad. Y agregó: “nos situamos frente a un futuro cercano en el que armas de inteligencia artificial se apoderarán de puestos que hoy ejercemos los humanos, seleccionado y atacando objetivos por sí mismos”.
Pax es una organización dedicada a la defensa de la paz con sede en Países Bajos y hace un llamado a la comunidad internacional a trabajar en normas “claras” que regulen el uso de este tipo de armamento.
Bonnie Docherty, investigadora principal de la División de Armas de HRW, dijo que “matar o herir a personas basándose en datos recogidos por sensores y procesados por máquinas violaría la dignidad humana”. Y agregó que “confiar en algoritmos para atacar a personas deshumanizará la guerra y erosionará nuestra humanidad”.
Los 31 países que exigen la prohibición de los robots asesinos son Argelia, Argentina, Austria, Bolivia, Brasil, Chile, China (solo el uso), Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Egipto, Ghana, Guatemala, Irak, Jordania, México, Marruecos, Namibia, Nicaragua, Pakistán, el Estado de Palestina, Panamá, Perú, Uganda, el Vaticano, Venezuela, Yibuti y Zimbabue.
La BBC de Londres señaló que más de 100 líderes en robótica urgieron a la ONU a que tomara cartas en el asunto, para prevenir el desarrollo de los robots asesinos. En una misiva a la organización líderes en este campo, incluido el multimillonario Elon Musk, advirtieron sobre lo que llamaron “la tercera revolución” en armas de guerra.
Sobre Estados Unidos, que se considera líder en el sector seguido de cerca por China, el Pentágono anunció en 2018 la mayor inversión hasta la fecha en sistemas de inteligencia artificial para armamento: US$2.000 millones para desarrollar la siguiente “oleada” de esta tecnología.
China también está priorizando la inversión en inteligencia artificial, como una pieza fundamental de su poder militar y nacional. En 2017 Pekín presentó un plan para convertirse en el líder mundial en inteligencia artificial, con el objetivo de crear una industria valorada en US$150.000 millones para 2030.
La prohibición debería adoptarse lo más pronto posible, antes de que tan peligrosa tecnología ingrese a arsenales militares. El precedente de las negociaciones e instrumentos de desarme anteriores muestra que la prohibición es alcanzable y sería efectiva.