Carta abierta a Pablo Beltrán

Un numeroso grupo de intelectuales y progresistas le dirigió una carta al Jefe de la delegación de Paz del ELN, donde ponen los puntos sobre las íes en torno a las dilaciones que presenta esa agrupación guerrillera en los diálogos con el gobierno de Gustavo Petro.

Ya son repetidas las ocasiones en que Antonio García, usted y la prensa oficial del ELN califican de “fallidas las paces ocurridas en Colombia”, en clara referencia a las realizadas desde la década de los 90 a la fecha, y no es un asunto menor por cuanto esas paces han significado grandes esfuerzos del país en su conjunto e ilusiones de los compromisarios directos, así como también de la Comunidad Internacional que las ha acompañado y apoyado con generosidad y compromiso real.

Tal calificación, lo menos que suscita es que se debe a una sobrevaloración de la propia manera de concebir la paz que el ELN pretende, porque no podrá desconocer que esas paces han dotado al país de una Constitución Nacional más ajustada a los tiempos de hoy, más garantista en materia de derechos, que pone en el más alto nivel el deber del Estado y la sociedad en la observancia y prevalencia de los derechos humanos, que ha ampliado la democracia a muchos otros sectores sociales y políticos que no participaban o si lo hacían era en condiciones limitadas o precarias, que ha introducido la democracia participativa, que hoy el mismo ELN promueve en la construcción de la paz, que ha salvado decenas de miles de vidas y de heridas  a personas, que de haberse mantenido la violencia y la confrontación de aquellos años habríamos tenido inexorablemente; así como de destrucción de obras de infraestructura de uso civil y privado; que han contribuido a frenar “la fábrica de hacer víctimas” tal como la dirigente política y social Clara López Obregón caracterizara al conflicto armado; pero también el país no habría podido tener los niveles de desarrollo económico y social que tenemos ahora aunque limitados e insuficientes son muy importantes en la actualidad y para el futuro inmediato y de lejano tiempo.

Esas paces de los 90 y el clima positivo producido por el Acuerdo Final de Paz logrado entre el Gobierno Nacional y la insurgencia de las FARC-EP, posibilitaron el triunfo electoral de la alianza social y política del Pacto Histórico, que ha llevado a la presidencia de la República a un hacedor e hijo de esas paces, que ustedes califican de fallidas.

Hoy la izquierda y el movimiento popular ha llegado al más alto lugar en toda su historia, constituyéndose en la victoria más contundente en más de doscientos años de vida republicana; al tiempo que en esa victoria se reflejan los inmensos sacrificios, dolores, sueños e ilusiones del pueblo colombiano para acceder a este sitial en el poder político. También esta victoria refleja en buena medida las luchas del movimiento insurgente que ya dejó las armas, pero también del ELN que desde el 2005 le propuso al país trabajar por alcanzar un “gobierno de nación paz y equidad”; pues bien, este el que dirige Gustavo Petro Urrego es lo más parecido a la letra de esa consigna, está en el espíritu del cambio, en las propuestas del programa del Pacto Histórico y en buena parte del Plan de Desarrollo Nacional.

Por otra parte, catalogar como “fallidas” las paces anteriores pone la vara muy alta para el propio ELN, pues lo que se critica con tanta fuerza no puede ser repetido por si mismo en circunstancias similares. Conviene recordar que las paces que se hacen no son las que se desean, son las que son posible pactar y están determinadas entre muchos otros factores, por la correlación de fuerzas acumuladas a lo largo de la historia del conflicto armado, que no son solo de naturaleza militar, sino fundamentalmente en materia de legitimidad.

Catalogar las paces como fallidas, es injusto con la Comunidad Internacional, que ha invertido enormes recursos económicos provenientes de los impuestos que pagan sus ciudadanos, así como dado importante soporte político y reconocimiento a las partes, y que continúa haciéndolo, porque hacer las paces es una necesidad humana de los pueblos y las naciones, y porque se logran en largos procesos donde cada acto, cada acuerdo o hecho de paz, son peldaños para la paz definitiva. Hoy la paz con el ELN es posible porque se han podido hacer las otras paces con las demás organizaciones insurgentes que alzaron sus armas en las décadas de los 60 y 70, hoy la paz con el ELN es posible porque la paz con las FARC-EP puso el conflicto armado interno en su tramo final.

Es cierto que todos los procesos de paz han tenido y tendrán que sortear difíciles escollos en la implementación de los acuerdos, razón que no puede paralizar la voluntad y menos limitar la determinación de poner fin a la confrontación armada; se trata de cambiar de escenario y de modo de hacer la lucha política, se trata de pasar de la lucha política con armas a la lucha política sin ellas, se trata de dejar las armas para continuar en la brega por las transformaciones pactadas y las nuevas que se requieran, pero ya como sociedad y en condición de ciudadanos de pleno derecho.

Hoy en la sociedad ni en el continente hay abrigo para la guerra, no es esta la mejor oferta para reivindicar a los obreros, los trabajadores, los campesinos o como se les puede agrupar en las mayorías nacionales; mucho menos cuando se han abierto amplias avenidas por donde pueden transitar los anhelos democráticos de los pueblos. Hoy los postulados políticos y sociales que tiene el ELN son alcanzables mediante la lucha política democrática y sin armas; es asunto de observar la realidad y decidirse a dejar las armas como herramienta para empujar los cambios.

Finalmente, conviene recordar que pactar el fin de la confrontación armada es un asunto de las partes: Gobierno e Insurgencia y que la construcción de paz es un asunto de los ciudadanos; cada cual y cada quien en su lugar y en su momento; no es sano ni útil poner en manos de terceros lo que es indelegable, parar la guerra definitiva no requiere la participación de la sociedad y menos de pretextos, pero la construcción de paz, equidad, y desarrollo si son asuntos de los ciudadanos. La paz permitirá a todas y todos trabajar por transformar el país en igualdad de condiciones, en condición de ciudadanos.

15 de mayo de 2023

FIRMAN:

Carlos Arturo Velandia Jagua – Promotor de Paz

Carlos Medina Gallego – Docente – Investigador de la Universidad Nacional de Colombia

Germán Darío Valencia Agudelo – Docente – Investigador de la Universidad de Antioquia

Blanca Valle Zapata – Socióloga

Gabriel Rangel Mogollón – Economista – Líder ambientalista

Andrés Fernando Torres – Politólogo

Luis Hernando Briceño – Economista – Investigador

Luis Fernando Trejos – Profesor Universitario – Investigador

Omar D. Peña Niño – Economista

Jorge Gómez Pinilla – Periodista

Frank Molano Camargo – Profesor Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Rubén Darío Ramírez – Consultor Internacional en Defensa, Seguridad y Paz

José Manuel Alba Maldonado – Docente UFPSO

Daniel Medina – Abogado –  Defensor de Derechos Humanos

Carlos Ocampo Trujillo – Gestor de Turismo Comunitario

Germán Orduz Peralta – Ex Comisionado de Paz de Santander

Oscar E. Bustillo – Ingeniero Petróleos – Ex dirigente AUDESA – UIS

Medardo Correa – Activista de Paz y Medio Ambiente

Betty Giedelman – Activista de Paz y Humanismo

Carlos Mario Franco – Abogado – Contratista

Andréi Gómez Suárez – Profesor Investigador Universidad de Winchester, Reino Unido

Rigoberto Rueda – Docente Pontificia Universidad Javeriana

Omar Alberto Garzón Chivirí – Profesor Universidad Distrital Francisco Javier de Caldas

Pablo Oviedo A. – Líder social – Defensor de Derechos Humanos y Escritor popular

Guillermo Pérez Rangel – Líder social campesino – Promotor de paz con justicia social

María del Pilar Suárez – Activista de paz y Derechos Humanos – AgroMujer Colombia

Jorge Mario Álvarez Arango – director de Televisión – Documentalista

Constanza Vieira Quijano – Periodista

Gloria Amparo Alzate Castaño – Socióloga

Eduardo Matyas Camargo – Abogado – Defensor de Derechos Humanos

Gustavo Giraldo García – Profesor Universitario – Pensionado

Antonio José Madariaga – Ciudadano comprometido con la Paz y los Derechos Humanos

Carlos Araujo Perdomo – Investigador y Consultor

Leonardo Enciso Pinilla – Abogado

Rafael Marrugo Montes – Dirigente social de Pensionados

Camilo E. Ospina Maldonado – Politólogo

Javier Morales Moncada – Suboficial retirado del Ejército Nacional

Wilfred Tarazona – Psicólogo

Jorge López Echeverry – Ingeniero Civil – Especialista en agua y saneamiento ambiental

Bismark Alemán Cabrera – Abogado

María Beatriz Montoya – Psicóloga

Germán Leal – Ingeniero Mecánico e Industrial

Sergio Pulgarín Mejía – Sociólogo

Martha Muñoz – Bibliotecaria

Jorge Pereira – Activista de Paz y Defensor de Derechos Humanos

Jorge Gómez Villamizar – Ex Comisionado de Paz, Ex Gobernador y Ex Congresista

Claudia Milena Hernández – Profesora Universidad Pedagógica Nacional

Osmar Terryl Rodríguez – Abogado Defensor de Derechos Humanos

Manuel Antonio Rueda  Castellanos – Empresario

Cesar Amaya Sandino – Politólogo

Neila Hernández – Constructora de Paz

María Eugenia Vásquez Perdomo – Antropóloga

Carlos Moreno – Profesor Universitario

José Fredy Aguilera – Activista de Paz

Jerónimo Velásquez – Filosofo – Bibliotecario

Carlos Arturo Montoya – Abogado

Alfredo Zuluaga – Activista de Paz

María Helena Viana – Activista de Paz

Irma Tascón – Activista de Paz

Orlando Agudelo – Sociólogo – Abogado

Ernesto Robles – Activista de Paz

Alberto Anaya – Activista de Paz

Jorge Pereira – Activista de Paz

Leidy Forero – Activista de Paz

Adela Villamizar Cañas – Activista de Paz

Francisco Bustamante – Defensor de Derechos Humanos

Fernando Cruz Artunduaga – Profesor de la Universidad del Tolima

Dorys Ardila M. – Defensora de Derechos Humanos – Presidenta de GESTAPAZ

Sobre el autor o autora

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