Gracias a que Daniel Coronell compartió “La diarrea como recurso” en su cuenta de Twitter, artículo originalmente publicado en El Unicornio y que puede ver aquí, el penalista Iván Cancino le respondió con versos chuecos a nuestro decimero, Gerardo Martínez Martínez. Y este a su vez le replicó, también en verso.
Esta fue la respuesta de Cancino en su cuenta de Twitter:
Hablan de Ferri y Lombroso
dos autores del pasado.
No me molesta el acoso,
sé que los tengo cagados.
Ahora viven asustados
cuando yo soy defensor;
no he encontrado el contendor
que me genere diarrea
ni me asusta la verborrea.
de un “poeta” desconocedor.
Ahora dicen que dilato,
pero no saben litigar.
Sus manos han de lavar
Tal como Poncio Pilatos.
No voy a pagar los platos
de su eterna frustración
y digo con emoción:
no me asustan para nada,
pues la defensa es sagrada
en lo humano y lo divino.
¡Y con cagada o sin cagada
siempre soy Iván Cancino!
Nuestro decimero Gerardo Martínez alistó sus versos y le contestó a Cancino:
“Siempre soy Iván Cancino
con cagada o sin cagada”.
Esto es diarrea alborotada
casi hedionda a mortecino.
El abogado convino
debatir a verso puro:
cojo el reto, se lo juro;
aunque veo poca destreza,
yo rimo con la cabeza,
cuando él rima con el c…
Son versos en verborrea,
dice el litigante astuto
y sugiere que soy bruto,
porque no tengo diarrea.
Se pone la cosa fea;
toca limpiar el estrado,
ya huelen esos togados.
Yo me siento muy feliz
y me tapo la nariz,
porque Cancino está untado.
Cuando pensamos que todo había terminado, Cancino ripostó, de nuevo en su cuenta…
Con esto cierro el jolgorio
y del tema más no opino.
Tienes un supositorio
que se llama Iván Cancino.
Busca aceite de ricino
y cura tu irritación.
Como es grande tu ardición
también compra Caladril.
Pa’ la demencia senil
nada puedo recetar
y te voy a despachar
porque voy a defender.
Tú podrías mi audiencia ver
pero te puedes cagar.
Gerardo Martínez, ni corto ni perezoso, remató con lo mejor de su repertorio.
Le respondo así, sencillo,
a su “mutis por el foro”:
retirada sin decoro
con pánico de culillo.
Su argumento de fundillo,
creo carece de razón.
Supositorio en mención
en lugar equivocado;
mejor, Cancino abogado,
aspire a ser un tampón.
En eso de la “cagada”,
que repite con constancia,
le toca en segunda instancia
porque no viene empacada.
Insistencia malhadada
de escatología barata,
que sus churrias a la lata,
para argumento tan fino,
solo tienen por destino
el que le ensucien las patas.
Y, entonces, como se apea
del debate, por audiencia,
no olvide la consecuencia:
en ellas le da diarrea.
¡Uuuy, qué situación tan fea!
me acusaron de senil,
me fui a buscar Caladril,
y no había para decente,
solo la venden urgente
a abogado malandrín.
Los versos que originaron esta disputa lírica y que compartió Coronell en su cuenta de Twitter fueron estos:
Son recursos en Derecho,
reposición, casación,
súplica y apelación,
para litigar derecho.
Pero está ocurriendo el hecho
que litigantes pichurrias
-chimichurri o chimichurria-
le agregaron, como adobo,
un recurso nada probo:
el recurso de las churrias.
Ya no es la sustentación,
con memoriales sesudos;
los abogados conchudos
juegan a la dilación.
Con reprochable expresión
utilizan como alfil,
una salida sutil:
sin cuidar de hacer el oso,
no hablan de Ferri o Lombroso,
solo hablan de Lomotil.
Sí, práctica dilatoria,
que desde luego está mal,
malestar estomacal
como argumento de escoria.
Para concluir la historia
que se fue por mal camino,
con pervertido destino,
sin importar las burradas
de jugar a las perradas,
con latidos de un Can…cino.