Armaos los unos a los otros

Por PUNO ARDILA

Y dijo el enviado de Dios sobre la tierra: «Cuando yo gobierne este platanal concederé licencia para el bochinche, y todos llevaremos un chopo al cinto para que, cuando alguno se quiera pasar de la raya, le vayamos dando chumbimba. Amén».

—Pues la idea no es mala —saltó Osquítar—; ¿y eso dónde fue?, porque sí me han contado que por estos lares tenemos guía espiritual, político y de seguridad; tres por el precio de uno. Esto sí es lo que nos hace falta.

—Mala cosa —respondió doña Nati.

—¿Qué es mala cosa: tener guía espiritual o querer que se mantenga el orden?

—Pues las dos… las tres en realidad. Por un lado, tener “guías” de estos, del estilo de El rey Lear, de locos conduciendo a ciegos, nos está llevando al colapso, aquí y en Cafarnaúm. Por otro lado, el orden no se mantiene cuando todo el pueblo echa mano a las armas; se mantiene cuando hay educación cívica y cultura ciudadana. Y, tercero, la religión y la política no deben revolverse, y menos si a ese sancocho se le mete alcohol y plomo. ¡Qué barbaridad!

—Estoy de acuerdo con usted en los tres aspectos, doña Nati —intervino el ilustre profesor Montebell—; promover el desorden y armar a la población para mantener el orden es una locura, y su efecto de bola de nieve ya está teniendo terribles resultados, visibles en medios formales y redes sociales. La gente no ve respaldo en las instituciones del Estado, y la solución se consigue saneando esas instituciones, no armando a la población, porque los resultados son desproporcionados. Un mandatario debe pensar en mejorar la credibilidad de las instituciones, no hacerlas a un lado; esto puede lograrse a través de la transparencia, la rendición de cuentas y la mejora de los servicios, incluida, por supuesto, la garantía de que los ciudadanos estén protegidos por la ley y que sus derechos sean respetados. Hay que buscar prevenir, en vez de castigar (y menos por mano propia); y, lo más importante, debe estructurarse y fortalecerse la educación y la conciencia acerca del papel de las instituciones legales y la importancia de seguir los procesos legales frente a las consecuencias negativas de tomar la justicia por mano propia. En cambio, promover la denuncia ciudadana ante las autoridades competentes en lugar de intentar resolver por sí mismos. Desde lo institucional, debe mejorarse la eficacia de la administración de justicia: muchas personas no confían en el sistema de justicia del Estado debido a la falta de incentivos a la denuncia ciudadana, la lentitud en los procesos, el exceso de trámites, el mal servicio a la ciudadanía y la impunidad percibida o efectiva en relación con casi todos los delitos.

Y sí, doña Nati —concluyó Montebell—, una triple combinación como estas es perversa; como dice la sabiduría popular, “Zapatero, a tus zapatos”: el agente de la seguridad, a cuidar y a defender; el pastor, a guiar y a predicar; y el político a robar… como siempre.

@PunoArdila

(Ampliado de Vanguardia)

Sobre el autor o autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial