Al guerrerista Uribe lo tiene en jaque un Coronell

Por GERMÁN AYALA OSORIO

En el agrio enfrentamiento mediático y judicial entre el periodista Daniel Coronell y el expresidente Álvaro Uribe Vélez confluyen elementos que sirven para caracterizar a la sociedad colombiana, al periodismo, y por supuesto, a la clase política representada en el poderoso y temido expresidiario.

Ya sabemos que el conjunto de los colombianos deviene en una profunda confusión moral, circunstancia que hace posible que aún hoy ciudadanos del común idolatren a ese sujeto sub judice. Que sus amigos políticos lo consideren como un ciudadano ejemplar, un patriota, se explica porque los une una particular lealtad, acompañada de un profundo agradecimiento, fruto quizá de la entrega de contratos o de cargos públicos durante los dos periodos presidenciales; pero esa defensa a ultranza del 1087985 también puede ser fruto de un paralizante temor.

Para el caso del periodismo, la lucha judicial que emprendió Coronell para obligar a que Uribe Vélez deje de llamarlo narcotraficante, dividió a los colegas periodistas. Con el llamado que hizo la Fiscalía para que este 17 de abril los dos se presenten a la diligencia del escrito de acusación contra Uribe Vélez por el delito de calumnia agravada, se vio claramente el distanciamiento de varios periodistas con la causa ética y moral que lidera el corajudo Daniel Coronell.

Varios medios y periodistas optaron por matizar el asunto, señalando que se trata de una invitación a conciliar. Lo hicieron para restarle trascendencia al hecho, que bien pudo servir para que todos los medios titularan de la misma manera: nuevamente Uribe Vélez será imputado, esta vez por un delito menor, si se compara con los de manipulación de testigos y fraude procesal, sobre los cuales ya está imputado.

Ejemplo de lo anterior constituye el siguiente titular de El Espectador: “Uribe y Daniel Coronell, a conciliación: si fracasa, el expresidente iría a juicio”. El diario El Tiempo, por su parte, tituló así el hecho: “Esta es la citación que le llegó a Álvaro Uribe por denuncia de Daniel Coronell”. “Fiscalía cita a Álvaro Uribe y Daniel Coronell a audiencia de conciliación”. La revista Semana (uribista), publicó este titular: “Álvaro Uribe y Daniel Coronell fueron citados a nueva audiencia de conciliación en proceso por calumnia”. Por el contrario, el portal Publimetro.co tituló, con error incluido, “Uribe será imputado por injuriar y calumnia (sic) a Coronell”. La misma decisión editorial de matizar el asunto y minimizar el hecho jurídico-político se trasladó a programas radiales.

Ese comportamiento de los colegas periodistas y de las empresas mediáticas confirma varias cosas, a saber: la primera, que los criterios de noticiabilidad son acomodaticios.

2. Al haber sido Álvaro Uribe un fenómeno mediático que lo llevó a la presidencia y a exhibir una alta popularidad en su primera administración, su decaimiento como figura política obliga a los periodistas y medios masivos que se hincaron en el pasado a su poder, a darle un tratamiento generoso a delitos que lo tienen hoy bajo la condición sub judice.

3. La solidaridad periodística no está atada necesariamente a la contundencia de los hechos punibles y en este caso, al delito que incurrió el expresidiario, sino a la conveniencia editorial y política del medio. Es claro, por ejemplo, que Semana y El Tiempo están comprometidos con salvaguardar el “legado” del expresidente y de mantener a salvo su dignidad presidencial, la misma que deviene mancillada por las investigaciones y los casos judiciales en los que está comprometido.

En cuanto a la clase política, los cargos y las múltiples investigaciones que Uribe tiene en su contra hacen que más colombianos duden de la probidad de los políticos profesionales y en particular de los expresidentes. Ello explica el aumento de la imagen negativa del expresidente, de acuerdo con varias encuestas. En el 2019, el periódico Portafolio se preguntó ¿A qué se debe el desgaste de la imagen de Álvaro Uribe Vélez?, después de ver los resultados de la encuesta de Invamer que arrojó que “la percepción negativa de Uribe es del 66 %, solo superada por los presidentes Nicolás Maduro, quien registra un 96 %, y Donald Trump, quien marca un 63%”. Para el 2021, la encuesta Pulso País (Datexco) dio cuenta que la desfavorabilidad del temido expresidiario llegó al 66%.

Lo curioso de todo es que al “frentero” expresidente, militarista y guerrerista, lo tiene en jaque un Coronell. Será muy difícil condenar a Uribe, aunque una parte importante del país exige su condena como parte de la transformación moral que necesita la sociedad colombiana. Y lo es, porque cuenta con la Fiscalía de Barbosa, que funge como su abogado de oficio. Recuérdese que en dos ocasiones la Fiscalía solicitó a igual número de jueces de la República la preclusión del caso que le lleva en su contra por manipulación de testigos y fraude procesal.

@germanayalaosor

* Imagen de portada, tomada de Cambio Colombia

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