Zapateiro, ¿listo para dar el zarpazo?

Por GERMÁN AYALA OSORIO

La gravísima, peligrosa e inconstitucional intervención en política del comandante del Ejército, general Enrique Zapateiro hace parte del largo proceso de desinstitucionalización de nuestras Fuerzas Armadas que puso en marcha Álvaro Uribe Vélez desde que llegó al poder en 2002.

En una acción discursiva beligerante, Zapateiro dejó en claro su odio o aversión contra el candidato presidencial del Pacto Histórico, situación que de ningún modo es asunto menor, por el poder que concentra el belicista comandante general del Ejército.

Ruido de sables o no, el oficial se excedió en su defensa del honor militar, el mismo que oficiales de alta graduación se encargaron de manchar aliándose con criminales y narcotraficantes. Para la muestra dos botones: el ‘Ñeñe’ Hernández, narcotraficante, señalado por las propias autoridades de Policía; y el caso más reciente de alias ‘Otoniel’, depredador sexual y narco-paramilitar que enlodó a varios generales al afirmar que trabajaron de la mano de su organización criminal, el Clan del Golfo.

En la historia reciente de ese maridaje entre bandidos y uniformados, el listado es más largo. Gracias a estos dos botones, la frase de Petro, “no queremos más generales que se abracen con el narcotraficante”, no solo tiene pleno asidero en la realidad, sino que sería el norte ético y moral que el candidato llevaría en caso de convertirse en presidente y comandante en jefe de las fuerzas armadas.

En el fondo de la polémica está la molestia que genera dentro del mundo castrense la posibilidad de que un exguerrillero llegue a la Casa de Nariño, que sea un exmilitante del M-19 quien dirija a las tropas. Ese es un enorme “sapo” que no deja dormir a militares y exoficiales que se quedaron en el pasado. por ello pareciera que quieren extender en el tiempo la militarización del Estado, soportada esta en la doctrina del enemigo interno y su extensión hacia todo lo que huela a izquierda, progresismo, defensa del medio ambiente y de los derechos humanos.

Vuelvo sobre la idea del proceso de desinstitucionalización que Uribe instauró y que se extendió por casi toda la institucionalidad, hasta lograr reducir el manejo y la operación del Estado al de una hacienda ganadera, con capataz  y peones  incluidos. Uribe Vélez politizó, lumpenizó y privatizó a una parte importante del Ejército, hasta convertirlo en el brazo armado del Centro Democrático.

Así las cosas, la reacción violenta de Zapateiro -y el respaldo que recibió de Iván Duque y del ministro Diego Molano-, son el correlato del alejamiento misional en el que el uribismo metió al Ejército. Oficiales de alta graduación interviniendo en política ponen en riesgo la viabilidad democrática y abren la posibilidad de que, ante un eventual triunfo de Gustavo Petro, se dé en Colombia un golpe de Estado o se desaten actividades conducentes a hacer “invivible la República”. No es gratuito que esté hoy en contienda Enrique Gómez, nieto del dirigente conservador que aportó su grano de arena a la violencia política en Colombia. Aunque no aparece en las encuestas, su talante cercano a las ideas fascistas podría inspirar a quienes desde ya están pensando en dar un golpe de Estado.

El respaldo que Iván Duque Márquez le dio al general tropero hace parte de su decisión de participar en política, porque sabe que no existe hoy en Colombia una autoridad que se lo impida. Resulta curioso que hace unos días haya dejado entrever su deseo de convertirse en magistrado de la Corte Constitucional. El fatuo ungido de Uribe Vélez quiere llegar a esa corporación judicial apoyando la violación de la carta política y del orden institucional. Se espera que este episodio sea tenido en cuenta para que jamás resulte ternado para llegar a tan alta corte.

La aspiración presidencial de Gustavo Petro tiene incómodos a los sectores más godos y anacrónicos del establecimiento colombiano. Están asustados, y ello explica la aversión que ciertos periodistas, medios, políticos de la medrosa coalición de centro y militares de la línea Zapateiro sienten hacia el candidato del Pacto Histórico.

Es tiempo de prender las alertas. No podemos esperar pasivos a que se dé el golpe de Estado. O que producto de la radicalización de quienes portan las armas del Estado ocurra antes la “neutralización” del candidato presidencial.

Por todo lo anterior, el país democrático le debe preguntar al general Zapateiro si acaso es que está prepanado el terreno para darle un zarpazo al orden constitucional.

¡Ajúa!

@germanayalaosor

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