Yo dentro de esta danza fiera, salvaje

Por OLGA GAYÓN/Bruselas

Construcción lírica sobre un meme

Anoche, mientras paseaba por las salas del Hermitage de San Petersburgo, mis amigas las bailarinas de ‘La danza’ vieron en mí las ganas de bailar y me invitaron a hacer parte de su grupo. Reconozco que en un principio lo dudé porque a mí el baile me llena más, cuando sola, sin pareja y sin acompañantes, me dejo transportar por la música, a ese bello y sensual estadio en el que el cuerpo se mueve armoniosamente en complicidad con los acordes que le están entrando por los oídos. Pero esa libertad que sus cuerpos expresan en esta coreografía enlazada por las manos me sedujo e hizo que me atreviera a ensayar la danza con ellas, que bailan con mucha musicalidad desde 1910.

Así que me despojé de todo lo material y me metí dentro del marco para comenzar a vibrar con esos colores salvajes y estos hermosos cuerpos sin una línea definida. El color libre, el vigor expresivo de las danzantes, los movimientos espontáneos y la cadencia, hicieron que yo escuchara la música en vivo y me uniera al ritmo, a esta fraternidad danzante. para bailar con verdadera osadía sobre la hierba verde esmeralda que brotó de los pinceles de Matisse.

Anoche fui pintada por este hombre que lideró un movimiento artístico, el fauvismo, que en su momento luchó contra los “mandamientos tiránicos del puntillismo” -tal como lo expresara él-, y que liberó al color y a las formas de las reglas de la pintura de entonces. Como consecuencia de ello, incluso fue tratado como un pintor de pacotilla por algunos críticos: llegó a ser enjuiciado por un grupo de estudiantes de Bellas Artes que, indignados, a comienzos del siglo XX, le realizaron un juicio en el que se le acusó de “asesinato artístico, incendio pictórico, degeneración del color y criminal de la línea estética”. En dicho proceso fue condenado como culpable, y por representar una verdadera amenaza para el arte, como castigo, los estudiantes enardecidos, encendieron una hoguera con varias de las reproducciones de las obras de quien según ellos “era un verdadero fraude para la plástica”.

Este meme está inspirado en ‘La danza’ de Henri Matisse, pintada en 1910, hoy propiedad del museo del Hermitage de San Petersburgo,

El fauvismo -de fauve, fiera en francés- se plantó contra el empleo de matices en la pintura, se declaró en contra de la línea perfecta en la imagen y renunció a la perspectiva como un principio radical de la pintura. Lo que buscaban con ello, quienes participaron en este pequeño grupo rebelde de la primera década del XX, era dotar a la pintura de mayor ímpetu expresivo con pinceladas gruesas. En ‘La danza’ -a la que me incorporé como una más- salida de las manos del artista, me convertí en una bailarina espontánea como las otras, surgida de la armoniosa relación que existió siempre entre el pincel y la música en gran parte de la obra de Henri Matisse.

Una vez metida en la pintura, mis anfitrionas me contaron que quizás ellas estarían inspiradas en ‘Las tres bañistas’ de Cézanne, que es posible que también fueran una consecuencia de la influencia del manejo del color y las formas de la pintura de Van Gogh y Gauguin en su creador, y que, son muchos los que dicen que la danza también pudo haber sido motivada en un baile africano. Me hicieron saber que su danza, esta de 1910, fue encargada al pintor por un coleccionista millonario ruso, Serguei Schukin, que la colgó en 1910 en su palacio de Moscú. Pero que esta pintura, quizás la más conocida mundialmente del pintor francés, tiene una cuasi gemela, pintada un año antes, en 1909, y que ahora se encuentra en el MOMA de Nueva York.  Entre las dos hay grandes diferencias, aunque la esencia es la misma. En la del museo del NY los colores son más tenues: el rosa de los cuerpos, al azul celeste del cielo y el verde veronés de la hierba, en la obra del Hermitage se convierten en una piel de color rojo, un cielo de azul ultramarino y una hierba verde esmeralda intenso.

De cualquier forma, anoche yo fui bailarina de ‘La danza’. Fui esa chica con simplificación de formas y espontaneidad en los movimientos. Mi sustancia fue ganada por la magia de la espiritualidad y mi alma encontró ese punto culminante de luminosidad envolvente. Anoche en las salas del Hermitage de San Petersburgo, dejé de ser Olga para convertirme en una bailarina Matisse que bailó quizás, embebida en una danza fiera y salvaje… Muy fauvista, muy rompedora e inmortal.

@OlgaGayon

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