Vicky Dávila y el periodismo feudal colombiano

En el oficio de la comunicación, el comportamiento de Vicky Dávila y el respaldo que tiene de sus patrones dejan ver la realidad triste del carácter feudal del periodismo en Colombia; no solo por el afán de la chiva, que sería lo de menos, sino porque sus intereses no son informativos, sino particularmente económicos, encubiertos de políticos.

Tener alto nivel de popularidad o de sintonía no quiere decir precisamente ser lo mejor o lo más confiable; y, en el caso de Dávila, ni siquiera medianamente confiable, ni mucho menos. Así, por ejemplo, Olímpica tiene la mayor audiencia, pero es de lo peor que hay en emisoras y cadenas radiales. Como los Iglesias, Julio y Enrique, tan populares y tan vendedores de discos, no quiere decir que sean los mejores cantantes; están bien lejos de serlo. O como Bad Bunny… esa sí que es la prueba contundente de que vender más o ser muy popular, millonariamente popular, no es sinónimo de calidad.

El periodismo de la Dávila no puede compararse con un trabajo serio, de calidad, porque no lo es, así ponga ella su carita de seria o de brava, como cuando se agarró con el mechudo aquel, y resultó ella siendo tanto o más vendida que el propio rival.

Ella es el botón que basta de muestra, pero, en términos generales, así es el periodismo en Colombia, que se deja comprar, que se negocia, que se ofrece. Así es por estos lares, y por todos los lares, que la misma fuente de información le paga al periodista, ¿y entonces cómo puede esperarse información seria y objetiva? Si el periodista solo recoge el boletín de la oficina de prensa de la Gobernación, o de la Alcaldía, pero no accede a la fuente para corroborar, para cuestionar, porque le quitan el cupo de publicidad que la fuente paga al medio, y el medio se lo entrega al periodista como pago por su trabajo, ¿qué clase de periodismo se está haciendo en Colombia?

Así como las federaciones de fútbol pagan a las emisoras, también las empresas invierten en pauta, y esperan erradamente que el medio les guarde la espalda; si no, recordemos la crisis de El Espectador en los años ochenta, que tuvo que apañárselas para no naufragar, y todo porque su principal anunciante le quitó el apoyo económico porque don Guillermo y su equipo se negaron a tapar el torcido y no le siguieron el juego al grupo económico.

Por suerte, los medios alternativos se muestran como una verdadera posibilidad de que la gente se entere de la verdad; pero ¿cómo hacer para que los colombianos saquen la cabeza de la caja de fantasía de RCN, Caracol y Semana?

@PunoArdila

(Ampliado de Vanguardia)

Sobre el autor o autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial