Vicepresidente Warren, la mejor esperanza de Biden

Por CARLOS GERARDO AGUDELO CASTRO

El momento crucial en la actual campaña electoral en Estados Unidos no tiene mucho que ver con Donald Trump, el presidente-kamikaze, quien parece poseído por una especie de “death wish”, un deseo incontrolable de correr hacia el abismo. Ese momento crucial está relacionado con una decisión que debe tomar Joe Biden en los próximos días y que marcará la ruta de ese país durante las décadas más críticas en la historia de la humanidad. Se trata de su candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos.

Biden, en un gesto que muy probablemente haya cimentado su candidatura más que ningún otro, anunció en pleno debate que escogería a una mujer para acompañarlo en su carrera hacia la Casa Blanca. Pudo haber dicho una mujer negra, pero no lo hizo. Sin embargo, la posibilidad está latente, especialmente después del clima creado por la efervescencia antirracista de los últimos meses. “Black Lives Matter”, las vidas de los negros también cuentan, y una candidata de color haría sin duda que estas vidas se convirtieran en votos decisivos a la hora de destronar a laV pesadilla republicana.

Elizabeth Warren tiene lo que necesita Biden para reconstruir su país y darle descanso al mundo. Foto tomada de Bolsanow.com

Se puede decir que con Trump nunca se sabe, pero con Biden tampoco. Sin importar la ventaja que tenga en las encuestas y el hecho de que el candidato demócrata sólo tiene que quedarse tranquilo y tratar de no embarrarla mientras su oponente se autodestruye, un tufillo de desconfianza lo acompaña, ya sea por su avanzada edad (77 años) y su comportamiento errático o por su pasado que lo ha adornado con un inocultable rabo de paja político. Otro gallo cantaría si el candidato hubiera sido Bernie Sanders, un político con una sólida carrera progresista y planes y propuestas concretas y específicas para enfrentar las problemáticas más críticas para su país. Pero los electores demócratas norteamericanos (¡ah, los norteamericanos!) escogieron el candidato más acomodaticio, el más neutral si se quiere, incluso desde antes de que la pandemia nos acercara aún más al posible apocalipsis.

Lo cierto es que Joe Biden podría durar cuatro años, pero no más. Ya prácticamente se da por descontado que la suya sería una presidencia de un solo periodo, lo que dejaría a su vicepresidenta de primera en la grilla de partida para el periodo 2025-2029. Está claro que, de escoger una candidata negra, y ya hay varias pidiendo pista, Biden se aseguraría el voto afroamericano. En este caso sería una decisión de tinte populista, encaminada a asegurar la gallina de los huevos de oro. No obstante, dada la ventaja que tiene en las encuestas y que le vaticinan una victoria aplastante en noviembre, y que de todas maneras tiene buena parte del voto negro amarrado como lo demostraron las primarias, Biden podría mirar más allá de las elecciones y decidir por alguien que lo ayude a gobernar en lo que para todos los propósitos prácticos será un gobierno de reconstrucción nacional. Y ahí es donde la cosa se pone interesante.

En la década de los 1930s, con Estados Unidos sumido en la Gran Depresión, ocurrió algo providencial: apareció un líder visionario que sacó al país del atolladero a través de un “nuevo trato” (New Deal), una renegociación y renovación del contrato social basado en los valores y principios implícitos en la el espíritu y la constitución norteamericana. De los actuales candidatos y candidatas demócratas a la presidencia, el más parecido a Franklyn Delano Roosevelt es Bernie Sanders. Y aunque el viejo sigue ahí y ha tratado de utilizar de la mejor manera posible su poder de convocatoria para colocar sus ideas dentro de la estrategia de Biden, el simple hecho de ser hombre lo descarta para acceder al segundo cargo de elección popular más importante, uno que está más allá del bien y del mal.

Lo que lleva a considerar la posibilidad de Joe Biden escoja a Elizabeth Warren, una mujer que rivalizó con Sanders para presentar las mejores propuestas de gobierno durante las primarias y   quien está en capacidad de aportar enormemente en la tarea de sacar a su país del pantano en el que lo han sumido Donald Trump, los republicanos y la pandemia.  Basta con decir que Warren se parece tanto o más que Sander a FDR y que no se le arrugaría a un “nuevo trato” que por demás ya tiene armado. De hecho, Biden ha tenido un contacto cada vez más estrecho con Warren, de quien ha tomado ideas y propuestas, que es más de lo que se puede decir de las aspirantes afroamericanas que se saborean ante la posibilidad de ser elegidas para acompañar a Biden en la Casa Blanca.

Un politólogo decía algo que en un futuro no muy lejano la humanidad miraría al año 2020 con nostalgia y que comparado con lo que le espera al mundo en las décadas que vienen, la pandemia parecerá como un paseo en el campo. Esto no solo es muy probable, sino que la tarea que le espera tanto a Estados Unidos como al mundo es titánica: se trata nada más y nada menos que sobrevivir.

Si hay algo que este año ha enseñado a todos, y especialmente a los norteamericanos, es la enorme fragilidad de la economías de mercado en la que la lógica imperante no es la del cuento de hadas de la democracia, sino la de la competencia brutal para extraer el máximo de ganancias de una población cada vez más expuesta a los avatares de la sociedad del consumo. Y Joe Biden probablemente lo sabe. Y quien no solo lo sabe sino que lo entiende muy bien, es Elizabeth Warren, quien tiene lo que necesita Biden para reconstruir su país y darle descanso al mundo.

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