Una Semana sin Daniel ni Daniel: ¿el principio del fin?

A mediados del año pasado María López, presidenta del Grupo Semana, y Alejandro Santos, director de la revista, se reunieron con Daniel Coronell en Miami en busca de lograr un acuerdo para que el prestigioso columnista regresara, tras su despido al cuestionar a la revista por no publicar una investigación sobre una directriz del Ejército que condujo a la reaparición de los falsos positivos, cuya existencia fue revelada por The New York Times.  

Diez meses después Daniel le dice de nuevo adiós a Semana, pues volvió a cuestionarla (“ha llegado el momento de manifestar nuevamente mi desacuerdo y de atenerme a las consecuencias”) cuando manifestó su desacuerdo con el manejo que le dio a una información sobre el Grupo Prisa, dueña de W Radio, en la que con cierta ‘mala leche’ le pasaron cuenta de cobro a Julio Sánchez Cristo por algo que contó sobre el semanario de Felipe López y los Gilinski. El mismo Coronell debía saber que no le iban a pasar de nuevo por alto semejante osadía, en aplicación del viejo refrán: a un perro no lo capan dos veces.

Mediante un simple mensaje de Whatsapp, doña María le informó a Coronell que por disposiciones de la compañía se decidió “hacer un cambio”. Como efecto colateral y en solidaridad con su homónimo colega, Daniel Samper Ospina renunció a su espacio de humor político.

El nuevo reto de Semana apunta a conquistar audiencias acríticas en lo político, pero más numerosas. Foto tomada de Ondasdelmeta.com

El remplazo de Coronell será Juan Ricardo Ortega, consejero económico en la presidencia de Andrés Pastrana, director de Fogafín y viceministro de Hacienda durante el Gobierno de Uribe, y secretario de Hacienda en la alcaldía de Samuel Moreno. Según La Silla Vacía, la Contraloría abrió una investigación en su contra por un presunto giro irregular de 50 mil millones de pesos a la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca entre 2008 y 2009. Ortega además estuvo dentro del sonajero para ser el ministro de Hacienda de Iván Duque.

Así las cosas, la columna más leída del país pasa ahora de un opinador independiente y crítico, a un miembro del Establecimiento. De un periodista que no necesita presentación, a uno que como columnista casi nadie conoce. De alguien crítico del poder a un amigo de los poderosos, hasta de Juan Manuel Santos, pues fue director de la Dian durante su mandato. De alguien que ha investigado a Álvaro Uribe hasta el punto de convertirse en “su más odiado tormento”, a un funcionario de carrera que trabajó con el expresidente y estuvo muy cerca de formar parte del actual Gobierno. 

En conclusión, ingresa alguien cercano al uribismo a la nómina de Semana, sumándose a los nombres de Vicky Dávila, Luis Carlos Vélez y Salud Hernández-Mora, con el mismo perfil. Le hacen todavía contrapeso María Jimena Duzán, Alfonso Cuellar y Antonio Caballero, este último contradictor empedernido de todos los presidentes de turno.

Para los uribistas la salida de Daniel Samper Ospina es una ganancia doble, pues sus columnas arremetían con saña contra el dueño del letrero del Centro Democrático. Ahora falta conocer la reacción de María Jimena Duzán, seguramente en su columna de este domingo 5 de abril.

Son innumerables los reclamos a la revista ante la decisión de retirar a Coronell por segunda vez, pero esta vez parece no importarle.

La irrupción de los grandes grupos económicos en los medios de comunicación deja una huella irreparable por donde pasa. En el caso que nos ocupa, los Gilinski adquirieron la mitad de Publicaciones Semana a comienzos del año pasado y desde entonces su credibilidad se ha visto mermada, en consideración a su evidente cercanía tanto con el gobierno de Iván Duque, como con el jefe de este.

Es obvio que se añora la Semana de antes, la de las investigaciones periodísticas -casi siempre dirigidas por el laureado Ricardo Calderón- que ponían en aprietos a los diferentes gobiernos, desde el de Ernesto Samper hasta el actual de Álvaro Uribe en su tercer período mediante persona interpuesta.  De ahora en adelante no será posible leerla con el mismo interés de antes, ya existe una prevención por su sesgo a favor del Gobierno en ejercicio.

Aquí se presenta entonces un fenómeno de “casa tomada”, similar al ocurrido con El Tiempo después de que fue comprado por el banquero más rico de Colombia, Luis Carlos Sarmiento Angulo, quien, ante la pérdida progresiva de lectores -o sea de credibilidad- acudió a despidos masivos para proteger su fallida inversión. No se debe olvidar que El Tiempo había anunciado que iba a cobrar por el acceso a su información virtual, como lo venían haciendo Semana y El Espectador antes de la obligada cuarentena, pero las evidentes cercanías entre el grupo Aval y el otrora fiscal Néstor Humberto Martínez condujeron a un verdadero descalabro en el tráfico de Eltiempo.com, que les impidió hacer efectivo dicho plan.

De ahora en adelante Semana se la juega sin Daniel (Coronell) y sin Daniel (Samper Pizano), y en estas circunstancias le tocará esforzarse mucho para no perder lectores. Está visto que la nueva apuesta es más audiovisual que escrita, y en tal dirección están tratando de reinventarse con su canal virtual, Semana TV.

El nuevo reto apunta a conquistar audiencias con menor formación cultural y acríticas en lo político, pero más numerosas.

Sea como fuere, si las proyecciones no les resultan, estaríamos presenciando en un mediano plazo la crónica de una debacle anunciada.

@elunicornioco

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